El gran humorista cubano Octavio Rodríguez “Churrisco” falleció el lunes en La Habana. Desde que se conoció la noticia no han dejado de circular mensajes de recordación y homenaje a quien fuera querido sobre los escenarios y fuera de estos. Reconocidos colegas, amigos, aprendices, lo recuerdan así:
Enrique del Risco
Todavía falta creérmelo, que siempre es la parte más difícil de la muerte de gente muy querida. Conocí a Octavio Rodríguez cuando lo que se convertirِía en el movimiento humorístico que todavía domina el escenario nacional era poco menos que clandestino. Le daba vida a Armando Churrisco, el personaje creado por el grupo Nos-Y-Otros que representaba a la todavía intocable casta de los funcionarios: ignorante y zafio, absurdo y audaz, era la bestia negra de las nuevas generaciones de entonces y sin embargo le resultaba imposible escapar a la simpatía natural que irradiaba el actor que lo encarnaba.
Juntaba la mejor tradición del teatro bufo –una tradición que intentaron extirpar por constituir un rezago del pasado– con una perfecta comprensión de lo que se traía entre manos la nueva generación de humoristas.
Su Churrisco era el eslabón perdido y reencontrado –luego de la larga Edad Oscura que vivió el humor Cubano hacia la década del 70– entre nosotros y el pasado que apenas entreveíamos en los nostálgicos recuentos de nuestros abuelos.
Ulises Toirac
“Churrisco, que era como lo conocía la gente, porque es uno de esos raros casos en los que el actor se pierde tras su creación, fue de los primeros humoristas de nuestra hornada que yo conocí. Ya había trabajado con Nos-Y-Otros y dirigía la Piña del Humor, un grupo universitario que se apoyaba mucho en la fuerza de su personaje.
Me impresionó desde el primer momento. Salía a la sala a ver su parte con una mezcla de envidia y regocijo.
Luego ayudó a los más jóvenes, los más nuevos.
Quiero recordarlo así… parado en el proscenio del Karl Marx, poniendo a patear de risa al auditorio para luego retirarse rápidamente, con paso corto y apurado, un file bajo el brazo y las monturas de aquellos espejuelazos resaltando en la sombra que su figura hacía en el tablado.
Alejandro García “Virulo”
Con mucha tristeza recibí la noticia del fallecimiento de mi amigo Octavio, “Churrisco” como lo conocía el pueblo de Cuba, que lo amaba profundamente.
Octavio era un alma sensible y culta que hizo reír a todos los cubanos con sus historias y monólogos, siempre fue consecuente con lo que pensaba y prefirió la sonrisa cómplice a la carcajada complaciente.
Heredero por derecho propio de la gracia natural de su tío “Tres Patines”, dejó una huella profunda en todos los que lo aplaudimos.
Pierden la cultura y el humor cubanos a un gran artista que luchó contra la vulgaridad y el mal gusto y que siempre estuvo convencido de que con su arte podría hacer mejor a la gente.
Creo que su ejemplo perdurará en el tiempo.
Un abrazo y mis condolencias a su esposa y sus hijos.
Gracias por dejar tan valioso legado, no te olvidaremos nunca.
Alexis Valdés
Tristeza para la comedia cubana. Octavio Rodríguez “Churrisco “ ya no estará en los escenarios haciendo reír a su público. Quedan sus vídeos por doquier y queda en la memoria de muchos cubanos el recuerdo de las buenas risas de sus momentos más gloriosos como cómico.
Siempre estará en la gente que lo disfrutó como comediante, porque la gente no olvida a quienes la hicieron reír. Porque reír es vivir.
Hermano, fuiste un bendecido porque viviste riendo. Y además fuiste un colega inmejorable. Así te recordaremos. Un abrazo eterno. ¡Y que viva la comedia, carajo!
Iván Camejo
Se nos ha ido un padre del humor cubano, un excelente amigo, que con su ejemplo y amistad ayudó a formar a muchos de los humoristas cubanos de hoy.
Su obra, que le valió el Premio Nacional de Humorismo, más allá de cualquier diploma o medalla, era la crónica de una sociedad de la que siempre fue crítico y parte a la vez, porque era la sustancia de su humor tan fino y divertido.
No sé si vas a descansar, porque allá arriba deben estar esperándote como cosa buena para escuchar tus monólogos, esos que se nos quedan para siempre en la memoria de todos los que pagamos las adversidades de la vida con una sonrisa.
Ramón Fernández-Larrea
Octavio Rodríguez era amable, paciente, leal, cariñoso. Lo que en Cuba se le llama ser buena gente. Nunca envidió a nadie, ni intentó una mala acción.
Su personaje era otra cosa. Era el burócrata cuadrado, cabeciduro, pero con la ignorancia precisa para que le hicieran “jugada de engaño”. Y eso Octavio lo tenía tan cuadrado que a veces su persona y su personaje se mezclaban, y entonces ese burócrata intransigente se transformaba en una especie de dirigente idiota que aplaudía iniciativas descabelladas.
No trabajamos nunca juntos. En los estudios de Mega TV, en Miami, en sus dos últimas visitas, hablamos de hacer una especie de miniserie juntos. Pero la vida no quiso.
Lo conocí a principios de los 80. Debió ser un amigo común quien nos presentara, o nos cruzamos, porque yo frecuentaba las mismas zonas donde se movía. Creo recordar que alguien (posiblemente Ulises Toirac) lo llevó una vez a El Programa de Ramón, y le grabamos una encendida arenga a su personaje.
Se le va a extrañar. Mucho. Yo lo voy a extrañar mucho porque Octavio tenía su ética muy firme con el humor, y amaba el género y se respetaba para que los demás respetaran a los comediantes y a los humoristas.
Será difícil pensar que ya no está. Por suerte ahí queda la memoria, su voz y sus grabaciones para que los cubanos del futuro sepan que hubo una vez un hombre llamado Octavio Rodríguez y otro que se llamaba Churrisco, que trabajaron juntos para que brotara lo mejor de nosotros.
Carlos Gonzalvo “Mentepollo”
Tranquilo comediante, será imposible dejar de hablar de ti. De tus innumerables anécdotas dentro y fuera del escenario, del respeto tan grande que sentías por tu público, de los oportunos consejos que siempre nos diste, para la vida y la profesión. Así que tú tranquilo que lo hiciste siempre como lo hacen los grandes. ¡Hasta siempre, comediante!
Kike Quiñones
Un golpe mortal, eso es para el humor cubano la pérdida de este maestro. Dueño absoluto de la escena humorística en Cuba. Ético, caballero, artista, soñador –como el tipo que quería enlatar el sol–, decente, trabajador familiar…
Duele siempre cuando perdemos a alguien, pero yo que lo conocí, que tanto aprendí de su magisterio, que compartí con él su última salida a provincias, que tuve el privilegio de abrazarlo cuando recibió el Premio Nacional de Humorismo 2018, puedo decirles que pasarán muchas generaciones para encontrar quien nos cuente Cuba con tanta agudeza, simpatía y respeto, porque eso y mucho más era Octavio Armando Rodríguez Fernández, Churrisco, nuestro Churry.
Elévese tu alma y ojalá llegue hasta tu arte que ya rebasa la estrella más alta. Descansa en paz.
Osvaldo Doimeadiós
Uno de los que no pueden faltar cuando se haga la historia del humor cubano. Consecuente con una estética y un público que supo crear y cuidar. Humorista en mayúscula, amigo y consejero como pocos. Heredero de una de los pilares de nuestra mejor tradición vernacular: Leopoldo Fernández (Tres Patines). Su personaje Churrisco y alter ego seguirá siendo un referente de lo mejor del género humorístico cubano. ¡Adiós querido amigo!”