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A los 23 años, Eduardo Pastrana dejó su Cuba natal con la esperanza de alcanzar sus sueños en el mundo del arte. Su pasión por la danza lo llevó a graduarse en la Escuela Nacional de Arte. Poco después, tomaría una de las decisiones más importantes de su vida: emigrar a Perú.
“El baile siempre fue mi pasión; me dio la base, la actuación el reto”, contó.
Su viaje comenzó cuando Efraín Aguilar le ofreció un contrato para trabajar en el teatro Canout, una oportunidad que no dudó en aprovechar.
Ya en Perú, el cubano se aventuró a dar clases en la academia de Arturo Chumbe, lo cual marcó el inicio de su destacada carrera no solo como bailarín, sino también como coreógrafo.
Durante su tiempo en la televisión peruana, trabajó en populares programas como La Chola Chabuca y Amigos y rivales, y se desempeñó como coreógrafo en El gran show. “Recuerdo mis primeros pasos con mucha emoción”, comenta Pastrana, mientras rememora sus inicios con una mezcla de nostalgia y gratitud.
Fue en el programa de Gisela Valcárcel —considerada una especie de Oprah Winfrey peruana— donde conoció a Marco Zunino, quien lo animó a realizar el casting para el musical Chicago. Pastrana logró superar la prueba y quedó seleccionado para Preludio.
Posteriormente, cuando Denisse Dibós participó en el reality de Gisela, Pastrana dejó el cuerpo de baile y se unió como uno de los bailarines del programa, lo cual marcó un antes y un después profesional.
Su carrera ha estado marcada por el deseo de contar historias y conectar con las personas a través de su arte. “Siempre he sentido una pasión por el arte y la expresión”, confesó en entrevista con OnCuba.
Tu apodo “El Papi” se hizo muy popular. ¿Cómo surgió y qué ha significado para ti a lo largo de tu carrera?
Estaba decidido a ganar el premio mayor en El gran show, así que sabía que tenía que llamar la atención, ya que en un reality eso también juega un papel importante. Decidí arriesgarme y le solté un piropo a Gisela, algo que, afortunadamente, salió bien.
Ella fue la primera a quien le dije “mami”, de forma espontánea, como solemos hacer los cubanos. Además, soy un desastre para los nombres, así que a todas las mujeres les hablaba de esa manera con cariño, y por eso me quedó el apodo de “El Papi”.
Es por eso que siempre digo que el apodo surgió a partir de un personaje que inventé, buscando una manera de conectar con la gente y reflejar una parte de mi personalidad. Para mí, ese apodo tiene un significado muy especial: es una aceptación y una muestra de cariño por parte del público, algo que realmente me gratifica.

Un nuevo paso
Después de ganar El gran show, Pastrana se convirtió en una figura conocida en el ámbito televisivo peruano. Fue entonces cuando recibió varias convocatorias para participar en otros realities, entre ellos Combate.
Aunque esta experiencia le permitió seguir ganando popularidad y conectar con su público, él mismo reconoce que ya estaba listo para dar un nuevo paso en su carrera. “Fue una bonita experiencia, pero ya estaba listo para dar el siguiente paso, que era actuar”, señala.
¿Cómo se dio esa transición y qué diferencias encuentras entre ambas manifestaciones?
La transición de bailarín a actor se dio de manera natural, impulsada por mi necesidad de explorar nuevas formas de expresión. La danza me proporcionó una base sólida en lo que respecta al movimiento y la expresión corporal, que son esenciales también en la actuación.
Sin embargo, la diferencia principal entre ambas manifestaciones radica en el enfoque. Mientras que en la danza el énfasis está en la fluidez del movimiento y la conexión emocional con la música o la coreografía, en la actuación se requiere un enfoque más profundo en la narrativa y el desarrollo del personaje.
En la actuación, el desafío no solo consiste en expresar emociones a través del cuerpo, sino en construir una historia, comprender el contexto del personaje y transmitir su evolución a lo largo de la trama. Esta diferencia me permitió descubrir nuevos horizontes en mi carrera artística, combinando lo aprendido en la danza con la habilidad de contar historias a través de la interpretación.
En Estados Unidos
Fue precisamente esa transición la que lo animó a viajar a Estados Unidos, donde comenzó a trabajar como modelo en videoclips, actuó en películas independientes y, poco a poco, se le fueron abriendo las puertas de importantes productoras y cadenas internacionales.
Has trabajado en diferentes producciones, como 100 días para enamorarnos y Armas de mujer. ¿Qué desafíos y aprendizajes te dejaron esos papeles?
Cada producción presenta desafíos únicos que me han permitido crecer como actor. He aprendido a adaptarme a diferentes estilos de trabajo, contextos y tipos de personajes, lo cual ha fortalecido mi capacidad para enfrentar nuevas situaciones con flexibilidad. Un aspecto fundamental que descubrí es la importancia de la colaboración en el set, ya que el trabajo en equipo es esencial para que una producción sea exitosa.
¿Cómo te preparaste para interpretar a tu personaje en Paraíso blanco? ¿Hubo algún aspecto en particular que te costó trabajar?
Paraíso blanco es una serie producida por Caracol, grabada entre Colombia y Miami, que narra la historia de Carlos Lehder, uno de los capos más notorios del narcotráfico. Mi personaje en la serie se llama James, y para interpretarlo, me preparé; investigué tanto el trasfondo como las motivaciones del personaje.
Para mí es crucial comprender las capas más profundas de cada rol que interpreto. En este caso, pude explorar la vulnerabilidad y las contradicciones internas de James. Creo que es importante abordar cada proyecto de manera que el personaje tenga una dimensión humana, más allá de su contexto o acciones. Eso es lo que intento aportar en cada trabajo que hago.

¿Cuál consideras que ha sido tu proyecto más importante hasta la fecha?
El personaje de El Rastas, de la producción La mujer de mi vida, que se estrenó este año. Me permitió explorar una profundidad emocional que no había experimentado antes. Sin embargo, todos los personajes que he interpretado han sido significativos para mí.
En cuanto a tu participación en Pronyr TV, has trabajado en diferentes producciones como Los escachaos y A-gentes. ¿Qué diferencias encuentras entre las plataformas digitales y la televisión tradicional?
Trabajar en plataformas digitales supone varias diferencias respecto a la televisión tradicional. Una de las principales es la inmediatez en el feedback, lo que te hace sentir más conectado con la audiencia. En las plataformas digitales puedes recibir comentarios casi al instante, lo que te permite ajustar tu enfoque y tener una interacción más cercana con quienes te siguen.
Además, estas plataformas ofrecen una mayor libertad creativa, ya que no están tan restringidas por los formatos o los horarios de la televisión tradicional. Esto permite explorar nuevas ideas y enfoques que tal vez no serían posibles en medios convencionales.
Por otro lado, la posibilidad de trabajar rodeado de amigos, como es el caso con Pronyr TV, también enriquece el proceso, ya que crea un ambiente colaborativo y más relajado. Esto favorece la creatividad y el disfrute del trabajo.
¿Cómo crees que las plataformas digitales han influido en la forma en que los actores y productores se relacionan con el público?
Las plataformas digitales han democratizado el acceso al contenido, permitiendo que los actores se conecten de manera más directa y personal con su público. A través de redes sociales y otras herramientas, pueden compartir su trabajo y recibir retroalimentación inmediata, lo que fortalece la relación con los seguidores y ofrece nuevas oportunidades para interactuar de forma auténtica. Esto ha sido muy enriquecedor para ambas partes.
Tu participación en diferentes plataformas y países te ha permitido desarrollar una carrera internacional. ¿Qué te motiva a seguir creciendo en la industria del entretenimiento?
Cada nuevo proyecto es una oportunidad para aprender y experimentar. Creo que esa es la principal motivación que me impulsa a seguir creciendo.
¿Te arriesgarías a participar en programas de telerrealidad como Exatlón o La casa de los famosos?
Ya tengo cierta experiencia en los reality shows. Trabajé varios años en Combate, El gran show y otros programas similares, lo que me permitió aprender mucho sobre la dinámica de este tipo de formatos y sobre cómo se construye una imagen pública en este tipo de escenarios. Sin embargo, en este momento de mi carrera tendría que evaluar cuidadosamente cómo se alinea participar en un programa de telerrealidad con mis objetivos actuales.
Si bien estos programas pueden ser una plataforma para mantener la visibilidad, también requieren un enfoque diferente al de mis proyectos artísticos actuales. Es importante que cualquier decisión que tome esté en sintonía con el tipo de trabajos que quiero desarrollar a largo plazo y con la imagen que deseo proyectar en mi carrera. Por lo tanto, aunque no cerraría las puertas, sí necesito reflexionar sobre cómo podría beneficiar o no mi trayectoria profesional en este momento.

¿Cómo ha cambiado tu perspectiva sobre el éxito y la fama desde que comenzaste en la televisión peruana?
He aprendido que el éxito no se mide en fama, sino en el impacto real que uno pueda tener en la vida de las personas. La fama es efímera, y aunque puede abrir puertas, lo que realmente perdura es la huella que dejas a través de tus acciones y tu trabajo.
¿Qué proyectos tienes en mente para el futuro? ¿Hay algo en particular que te gustaría lograr en los próximos años, tanto en tu carrera como en tu vida personal?
Tengo miles de proyectos en mente, pero lo más importante para mí en este momento es mantener un equilibrio. Mi mayor deseo es disfrutar de lo que hago mientras mantengo el bienestar y la armonía con mi familia. Lograr ese balance es clave para seguir adelante de manera plena y significativa.
El amor en las playas de Miami
Dar el salto a Estados Unidos no solo le permitió a “El Papi” abrir nuevas puertas en la actuación; también fue allí, en las playas de Miami, donde encontró el amor. Conoció a su esposa, Dayana Valdés, y juntos formaron una familia. “Lo más importante es mantener un equilibrio”, comenta, refiriéndose a cómo su vida personal y profesional se entrelazan. Su hijo, Diego, es fruto de ese amor y se ha convertido en una de las mayores bendiciones de su vida.
Para él, la clave está en establecer límites claros y priorizar la calidad del tiempo con sus seres queridos. “No se me hace complicada la comunicación, lo fundamental es tratar de establecer límites claros y mantener el principio de igualdad”, afirma.
A lo largo del tiempo, Eduardo ha aprendido a poner metas personales y profesionales, pero siempre asegurándose del apoyo de su familia. “Lo más importante es sentirte respaldado por tus seres queridos; eso te mantiene centrado”.
Mirando atrás, ¿qué consejo le darías al Eduardo Pastrana de hace 10 años, cuando comenzaba su carrera en el mundo del espectáculo?
A ese Eduardo le diría: sigue firme en ti mismo y no tengas miedo de arriesgarte.
¿Qué es lo que más valoras de tu vida hoy en día?
Valoro profundamente en quién me he convertido, porque he aprendido a entender y apreciar la vida de manera más plena. Le doy una importancia increíble a la familia que he formado, mi mayor tesoro. Cada momento compartido, cada risa y cada desafío superado junto a ellos me ha enriquecido de formas inimaginables. Su implicación diaria es fundamental para mí; me recuerda constantemente la importancia del amor, especialmente el amor incondicional.
