Las ciudades tienen que tener iconos. Bibliotecas, hospitales, museos. Dentro de 100 años, la gente los verá y dirá: “¿Qué es eso?”. Y pensará: es arte.
Frank Gehry
Llegó a La Habana en el “Foggy”, que de boceto pasó a ser una realidad de su inventor, el arquitecto norteamericano Frank Gehry.
El sábado pasado en la tarde hizo su entrada al puerto la embarcación –bautizada con el acrónimo de Frank Owen Gehry, su nombre completo– donde viajó en compañía de familiares, colegas y amigos inmersos en esta travesía náutica que planea continuar hasta Panamá. Le esperaba en tierra firme el Historiador de la Ciudad de La Habana, el doctor Eusebio Leal Spengler, expectante ante la visita de quien se considera uno de los arquitectos más importantes del mundo.
Frank Gehry cuenta en su obra con algunos de los edificios más desafiantes y revolucionarios construidos en los últimos años; aunque el diamante de la corona continúe siendo el Museo Guggenheim, de Bilbao, “el proyecto que lo cambió todo”, según Gehry ha reconocido en repetidas ocasiones.
“Bienvenido a La Habana, donde para que todo sea perfecto hace falta una obra suya”, alcanzó a pronunciar el historiador de La Habana al recibirlo.
En su segunda vez en la Isla, le movió el interés por conocer más de su cultura y su gente, sin que sus 86 años sean impedimento para ello. “Los artistas tienen el privilegio de que su obra los hace eternos”, le respondió el Historiador al conocer de su edad, camino a la Plaza de San Francisco de Asís, donde por algunos minutos compartió con el arquitecto sobre la labor restauradora que durante décadas se ha efectuado en la otrora Villa de San Cristóbal.
El autor del Disney Music Hall de Los Ángeles se reconoce a favor del proceso de restablecimiento de relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Aunque sí alertó sobre las consecuencias que para el país traen los cambios en el aspecto político: “Cuando desaparezca el bloqueo, vendrán personas de todo el mundo a querer construir hoteles y nuevas estructuras. Debemos preocuparnos por cómo proteger el patrimonio, que ha sido salvaguardado durante tanto tiempo”, refirió. “La historia es más hermosa que la modernidad, el hecho de que encontremos más esta última, es solo una razón adicional para preocuparse”.
El prestigioso arquitecto deconstructivista llamó a estar atentos al creciente interés que ha generado esta época de flexibilizaciones, teniendo en cuenta que a medida que Cuba se abra al mundo, más se parecerá a él. “Cuando las relaciones con los Estados Unidos se normalicen, hay que tener presente que la ciudad no comience a parecerse a cualquier otra”, admitió quien en 1989 mereció el Premio Pritzker, máximo reconocimiento mundial que se concede en el campo de la arquitectura.
Mucho tiempo ha pasado desde que Frank Gehry diseñó su primer edificio, también le han sucedido igual cantidad de éxitos y fracasos, en una carrera cuya cuesta arriba ha tenido que realizar gran parte andando. “Cuando empecé, no tenía ninguna presunción de llegar adonde he llegado. Jamás lo pensé ni lo pude imaginar. Dicho esto, añadiré que tampoco sé muy bien dónde estoy. A algunos les gusta lo que hago. A otros, no. Pero los años no me pesan”, reconoció el octogenario, quien asegura que puede trabajar más rápido que antes.
Ante la pregunta de si ha pensado en dejar en La Habana alguna muestra de su obra expresó: “No lo he pensado, alguien tendría que invitarme” –una realidad a tener en cuenta dado el exorbitante costo de algunos de sus proyectos, como es el caso del Disney Hall, cuya factura redundó en 215 millones de dólares–. “Soy de California y he trabajado en todas partes. Entiendo la situación actual del país y el futuro que está por venir no ajeno a algunas dificultades, solo espero poder quedarme y convertirme en un soldado que las enfrente”, afirmó.
En la mañana del domingo Gehry se reunió con Roberto Gottardi en un paseo por las áreas del Instituto Superior de las Artes (ISA), de la autoría del arquitecto italiano.
El Premio Príncipe de Asturias de las Artes, del año 2014, fue el encargado de renovar las instalaciones de la corporación Facebook en California, tras un pedido del propio Mark Zuckerberg, lo que demuestra que pasan los años y los proyectos de trabajo, aún así, no disminuyen. Todavía tiene tiempo para recorrer La Habana en compañía de su amigo Richard Donald Cohen, dueño de “Foggy”, y algunos miembros de la familia Kennedy, como Robert Sargent “Bobby” Shriver III y Rosemary Scarlet Shriver.
Se esfuma el lunes y el velero que trajo a Frank Gehry mantiene su ancla en el fondo de la bahía de La Habana. Una pieza momentánea de su genio que pudiera considerarse, en cierta medida, expuesta de forma itinerante.
Como todo lo que crea, esta visita es tan surrealista como su arte: ondas retorcidas y arrugadas de metal, acero y cristal que irrumpen desde el suelo para cortar el aire y los espacios abiertos, como peces de metal, adaptados para encajar en su medio ambiente.
Amante de la música del Buena Vista Social Club, no sabemos a ciencia cierta cuándo se despedirá de Cuba una vez más.
Se salvo la ciudad? Se Gehryara’ ?
Sorprendente, como su autora. Me alegra poder leerte en este sitio 😉