Ya se fue aquella edad

A 35 años de su estreno, "Algo más que soñar" sigue siendo una de las series más gustadas por los cubanos y un testimonio de la juventud de su tiempo.

Fotograma de la teleserie Algo más que soñar.

En el verano de 1985 se estrenaba en Cuba la serie de televisión Algo más que soñar, donde la vida de cuatro jóvenes cambia cuando deciden incorporarse a la guerra internacionalista en Angola, la historia de miles de muchachos de una generación.

A lo largo de nueve capítulos seguimos a Máximo, Ignacio, Antonio y Carlos Manuel en sus conflictos entorno a su incorporación a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y de ahí a la lucha en el continente africano, eje central de la historia.

En una entrevista años atrás su director Eduardo Moya expresaba: “En primer lugar, el objetivo de la serie era conquistar jóvenes para que ingresaran en la carrera de oficiales de las Fuerzas Armadas…”, a fin de cuentas, gran parte del presupuesto para la realización de Algo más que soñar corrió por parte de las FAR, pero el serial pudo ir más allá de este propósito, gracias al talento del equipo de trabajo, encabezado por Moya, acostumbrado a tratar en sus proyectos temas relacionados con la juventud cubana.

Bajo su dirección trabajaron, entre otros, Eliseo Altunaga, Roberto Díaz y Enrique de la Uz en el guión, Ángel Alderete en la fotografía, la música de Pablo Milanés y el grupo de actores, varios ya experimentados que se unieron a recién egresados del Instituto Superior de Arte y otros igual de jóvenes entre los que figuraban Isabel Santos, Luis Alberto García, Patricio Wood, Rolando Brito, Beatriz Valdés, Enrique (Kiki) Álvarez, todos luego con una extensa y exitosa trayectoria en el séptimo arte.

Beatriz Valdes - Ya se va - Algo más que soñar - TV Cubana

En el caso de Álvarez, dedicado posteriormente más a la realización cinematográfica y a la labor de crítico, nos comenta su experiencia particular y su visión personal acerca del material televisivo:

“En ese momento yo tenía 24 años y estaba viviendo mi sueño de ser actor; recuerdo que en la última escena, cuando ellos regresan de Angola y se enfrentan por primera vez a Amalia después que Ignacio ha muerto, yo no sabía qué hacer, no sabía cómo afrontar esa situación dramática, cómo implicarme emocionalmente con la fuerza telúrica y escénica de Isabel, Patricio y Luis Alberto García. ¿Y qué hice? Contuve mis emociones y me convertí en un espectador, en un espectador privilegiado de lo que estaba sucediendo entre ellos… y sonreí.

Si ahora miras la escena, si te fijas, mi reacción parece ilógica, inesperada, una especie de extrañamiento; pero es muy posible que en ese instante en que dejé de interpretar para estar con ellos y disfrutarlos, haya nacido el director de actores que soy”.

Añade que “Algo más que soñar es un documento, un diagnóstico audiovisual de una época que se fue y que ‘jamás regresará’ como dice la canción de Pablo. Como serie me parece un referente y en su momento un modelo de narración y realización para la televisión cubana, pero no creo pueda aportar mucho en términos de lenguaje y escritura audiovisual a la formación de un realizador de hoy”.

Algo Más que Soñar - Inolvidable Escena Final

Señala el cineasta que “es un clásico, sí, pero su mayor valor para mí, es testimonial y emocional. Debe haber influido sobre mi formación como cineasta, pero es algo que no puedo discernir con claridad”.

Uno de los aspectos más llamativos del guión del reconocido escritor y guionista Eliseo Altunaga, resulta el paralelismo y carga simbólica que tienen los nombres de los personajes, que juegan con próceres de nuestras guerras independentistas.

Kiki Álvarez nos confiesa que fue un aspecto el cual “nunca tomé en cuenta para la caracterización del mío. Por suerte creo que todos los actores, sin ponernos de acuerdo, pero si bajo la mirada atenta de Eduardo Moya y sus indicaciones escénicas, fuimos de una manera u otra sorteando el peligro de construir arquetipos que nos alejaran de nosotros mismos. Creo que la vitalidad de los personajes y la espontaneidad con que fueron interpretados forman parte del encanto que la serie sigue manteniendo hoy”.

Este es otro de los puntos donde gana la serie, que habla de una juventud con sus conflictos cotidianos, donde no todo fue color de rosa para aquellos muchachos, quienes enfrentaron prejuicios de la sociedad y sus familias para hacer valer sus sueños en la Cuba de esa época, ni tan distinta ni tan similar a la actual, donde cada joven debe lidiar con sus situaciones personales y los contextos que le tocó vivir, donde se incluye por supuesto esa “maldita (o bendita) circunstancia del agua por todas partes”.

Poco y mucho ha cambiado nuestro país en estos 35 años. Si bien es cierto que las personas se parecen mucho a sus circunstancias, en esta serie no resulta diferente, nos dice también Álvarez: “No soporto el romanticismo y la autocomplacencia con el que las generaciones suelen mirarse a sí mismas. No soporto juzgar a los jóvenes ‘de antes’ o a los jóvenes ‘de ahora’. Los individuos somos hijos de circunstancias sociales que nos condicionan y a veces nos modelan”.

“Creo incluso, o mejor interpreto, que una de las pretensiones de Algo más que soñar era tender puentes… eso que ahora llamamos continuidad y que siempre ha sido una aspiración del desarrollo y la perspectiva histórica de la humanidad. Yo haría otra pregunta y te la dejo abierta: ¿Podría hoy la sociedad cubana producir una serie como Algo más que soñar?”, una interrogante que el tiempo se ha encargado de responder.

La serie trataba conflictos sociales y personales escasa y superficialmente tratados en los medios cubanos: el dilema ético entre lo que se considera “deber” y los intereses individuales; las diferencias —ya existentes— entre obreros, dirigentes, oficiales militares, madre negra soltera, guajiros; la pérdida de la inocencia; el miedo; el racismo; el adulterio visto de manera diferente desde el hombre que desde la mujer; la doble moral; la simulación; los celos; la guerra; la hermandad; el amor… fueron algunos de los temas tratados.

https://m.youtube.com/watch?v=hHTUWVNEs5U

“Mirándola desde hoy -añade- se me antoja un testimonio sobre el fin de algunos sueños, de algunas aspiraciones sociales y políticas de la Revolución Cubana que a inicios de los años 90 tuvieron que ser aparcadas, pospuestas, mutadas, con la caída del muro de Berlín. La canción de Pablo Milanés Ya se va aquella edad es nostálgica porque junto a la adolescencia de los personajes también se estaba despidiendo una época”.

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