Blake Aldridge sigue en las nubes. Ha pasado poco más de una hora desde que estuviera, parado de cabeza, observando las decenas de embarcaciones que rodearon el Morro habanero. En ese momento, terrorífico para la mayoría de la humanidad, el británico dejó su mente en blanco y simplemente tomó impulso para luego descender en tres segundos hasta el agua.
Puede sonar sencillo, pero cuando en la caída tienes que realizar dos vueltas y medias, cuatro giros y preocuparte por entrar de la manera más limpia y vertical posible en una pared acuática, el reto se complica en extremo, porque el mar, por muy refrescante y apacible que parezca, se convierte en un muro de concreto cuando estos “voladores” descienden desde las alturas.
Ese impacto Aldridge, de 31 años, lo sintió en toda su magnitud durante su última inmersión en La Habana, que le dio el título en la primera parada de la Serie Mundial Red Bull Cliff Diving, al punto de que, tras la competencia, casi no podía caminar y tenía los tobillos vendados con tiras de color carmelita algo desgastadas.
“Mucho tiempo de pie, muchas entrevistas, muy largas”, expresa sonriente, aunque con el semblante un tanto cansado, luego de múltiples charlas con la mayoría de la prensa acreditada, que casi no lo había tenido en cuenta durante las jornadas anteriores, pues no figuraba en ningún pronóstico con posibilidades de triunfar o incluirse en el podio.
Pero eso no representa un problema para este británico fanático al golf, a fin de cuentas, ha lidiado con escenarios mucho peores en su vida, desde acusaciones y arrestos por robo y agresión personal, hasta un desprendimiento de retina en los albores de su carrera, problema solucionado con una cirugía ocular láser.
“Eso fue en los inicios de mi vida como deportista”, nos cuenta, mientras se frota su mano izquierda, en la cual sobresale un tatuaje de los aros olímpicos. No es de extrañar, el británico, también fanático del golf, saltó con Tom Daley desde la plataforma de diez metros en la prueba sincronizada de la cita estival de Beijing 2008, cuando se ubicaron en el octavo escaño.
Pocos meses después, Aldridge encontró motivos para subir unos metros y experimentar en el Cliff Diving, una modalidad que le ha permitido encontrarse a sí mismo, como asegura una y otra vez: “Es completamente impresionante. Cuando sales de la plataforma no hay vuelta atrás. Es una sensación increíble, un desafío a la muerte.”
Con esa constante, Aldridge ha dilapidado tres temporadas en la Serie Mundial Red Bull, en las cuales no había logrado resultados rimbombantes, aunque ciertos especialistas coincidían en su posibilidad de escalar posiciones, por su experiencia en el deporte tradicional y evolución del repertorio.
Justo este último detalle lo catapultó a la cima de la reciente lid habanera, a la cual llegó con una carga no muy pesada de entrenamiento, basado sobre todo en el equilibrio, la ejercitación de las piernas y el torso, la ejecución de volteretas en la tierra para simular un despegue y la contracción rápida, vital en la entrada al agua, el momento más engorroso de la acrobacia, pues algunas partes del cuerpo están expuestas a la desaceleración absoluta y otros, por encima de la superficie, siguen a máxima velocidad.
Todo esto lo completó con demostraciones en un show de saltos en Inglaterra. “Eso fue todo lo que hice antes de venir a La Habana, pero como tal, no hice ningún clavados extremo desde la final de Tailandia el año pasado, hace alrededor de seis meses”, confiesa.
¿Gurú de las primeras paradas?
“Es una locura, parece que se me dan bien estos inicios de temporada. El año pasado en La Rochelle, Francia, quedé tercero, pero después no salté bien en el resto de la temporada y desafortunadamente no pude subir más al podio. Espero que este sea un nuevo comienzo.
¿Sensaciones tras el triunfo?
“He esperado por años para esto. Después de buscarlo y buscarlo la satisfacción es tremenda, todavía no lo puedo creer, realmente ha sido una sorpresa, no pensé que pasaría ahora. El primer día estuve muy mal luego de tanto tiempo sin saltar y las opciones eran escasas, estaba obligado a hacer algo impresionante, fuera de lo común, por eso cambié el final del programa a un salto con parada de manos, dos vueltas y medias con cuatro giros, uno de los más complicados en la actualidad, con dificultad de 6.3.”
¿Qué tan riesgoso puede ser una variación de este tipo?
-“Muy peligroso, uno tiene el salto en la cabeza, memorizado, y cuando cambias debes grabar otra cosa en tu mente, porque la más mínima duda puede significar un accidente fatal. En esta ocasión, el cambio a cuatro giros, para aumentar el grado de dificultad, no era tan complicado, porque ya lo había hecho en el pasado y es mi favorito. En honor a la verdad, no sabía si podría ganar, pero salió excepcionalmente bien.”
¿Diferencias entre el clavado olímpico y el Cliff Diving?
“Hablamos de casi tres veces la altura de la plataforma tradicional, a diez metros, esa es una diferencia para tener en cuenta, que provoca que estés más temeroso, más preocupado. También debemos estar más tiempo en el aire.
“Pero creo que la diferencia más importante radica en el entrenamiento. En el clavado convencional todos los días puedes saltar, saltar, saltar y saltar, y llegas a pulir los ejercicios, la técnica. En el Cliff Diving, como la entrada al agua es tan dura, se hace imposible practicar con continuidad y por espacios largos de tiempo.
“Por ende, cuesta mucho llegar a sentirse totalmente cómodo con tus rutinas. Además, la plataforma es diferente, tienes que enfrentarte a condiciones climáticas aleatorias, lo mismo con viento, sin viento, con lluvia, bajo el sol, es muy duro.”
Después del triunfo, ¿tienes más confianza de cara a las próximas competencias?
“Ha sido mi primera victoria en la Serie Mundial, es delirante, pero hay que tomárselo con calma. Pensar ahora en si voy a ganar o perder es un poco apresurado, lo importante es centrarme en perfeccionar los saltos, tal vez así logre mantenerme en el podio.”
¿Qué te llevas de La Habana?
“Déjame pensar, además del trofeo…la hospitalidad, el sol, el clima y el escenario, todo ha sido un completo fenómeno. Cuba es un gran país y la gente también ha estado maravillosa.”
Fotos: Adriana Rodríguez Vives