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Para Juan Miguel Echevarría (La Guernica, 1998) todos los caminos no conducen a Roma. Ahora mismo, en su mente, solo visualiza la ruta a Tokio y trata de establecer una rara conexión entre pasado y presente con la capital nipona. Allí, en 2021, estuvo a punto de convertirse en campeón olímpico en salto de longitud, pero el griego Miltiadis Tentoglou lo bajó del pedestal en el último salto. También allí, en menos de un mes, el camagüeyano quiere ajustar las cuentas pendientes en el Mundial de atletismo.
“A mí me dolió perder en Tokio”, confiesa Juan Miguel, a quien todavía le dan vueltas en la cabeza los recuerdos nítidos de aquel 2 de agosto. “Llegué casi sin entrenar durante varios meses y tuve que hacer un esfuerzo grande para lograr una marca que me permitiera luchar por el podio. Hice lo mejor que pude, pero tenía muchas molestias.
“Me dolió que me arrebataran ese esfuerzo y el título, así que ahora hay que ir a ese Mundial y pelear en el terreno nuevamente”, dice el agramontino con una actitud algo desafiante que, quizás, nadie esperaba volver a ver después que el saltador pasara más de 1200 días sin competir en ninguna plaza.
Los Juegos Tokio, justamente, fueron su última puesta en escena. Después, su nombre desapareció, hasta que el pasado año comenzó a trabajar con Iván Pedroso, entrenador de vanguardia y mito del salto largo a nivel global. Pero ni siquiera todas las credenciales del “Saltamontes” bastaban para que los fanáticos volvieran a confiar en una nueva explosión de Juan Miguel.
Presente
Aunque la tarde cae sobre las pistas de la Fuente de la Niña, en Guadalajara, la temperatura no afloja. El verano español y la ola de calor no dan tregua, pero buena parte de la crema y nata del salto a nivel mundial han decidido desafiar los casi 40 grados para ver las competencias del Meeting Internacional Meliz Sport.
Yulimar Rojas, Jordan Díaz, Iván Pedroso, Luis Felipe Meliz, Alexis Copello, Yoelbis Quesada, Liadagmis Povea y Leyanis Pérez están sentados en las gradas o al borde la pista, siguiendo de cerca las incidencias del evento. Es 14 de agosto y quedan justo 30 días para escuchar el pistoletazo de salida del Mundial de Tokio.
La mayoría enfoca sus miradas en longitud masculina, donde se enfrentan dos medallistas bajo los cinco aros (Echevarría y Maykel Massó), un finalista mundial y olímpico (Eusebio Cáceres) y el bronce en el Europeo bajo techo de 2025 (Lester Lescay). La lista de partida emociona, aunque después nadie logra volar plenamente hasta una marca de consideración y, para colmo, Juan Miguel sale lesionado tras el primer brinco.

El camagüeyano se lleva las manos a la rodilla, hace gestos de dolor mientras cojea por la pista y conversa con Pedroso, su consejero. Su rostro no da buena espina, pero un rato después, cuando ha bajado un poco la carga, nos cuenta que no parece ser nada grave: “Son cosas que pasan, me recupero. Por las sensaciones que tengo ahora mismo lo más probable es que la próxima semana esté bien”.
Su mensaje tranquilizador viene con una declaración de intenciones: “Hoy podía haber saltado entre 8.50 y 8.60. Pudo ser el día, porque tenía buenas sensaciones, pero lamentablemente la molestia me obligó a salir de la competencia. En el Mundial quisiera cerrar la temporada con marcas de ese tipo”.
Pasado
Quizás las palabras de Juan Miguel Echevarría respecto a las marcas puedan parecer pretenciosas, sobre todo si tenemos en cuenta que en 2025 nadie ha llegado a los 8.50 en la longitud. La mejor marca de la temporada (8.46) está en poder del griego Tentoglou, su verdugo de Tokio, el único que ha pasado por encima de los 8.40. Por detrás marcha un pelotón de 11 saltadores que ha llegado al menos a 8.25, mientras el límite del camagüeyano ha quedado en 8.24.
No obstante, Echevarría ha encontrado algo de estabilidad, con seis competencias en las que superó la barrera de los ocho metros. Cuando le preguntamos por este detalle, los ojos le brillan y el rostro se le ilumina.
“¿Saltar más de ocho metros después de cuatro año? ¡Excelente!”, exclama casi sin encontrar demasiadas palabras para describir lo que significa su retorno a la alta competencia. “Me ha costado mucho trabajo volver. Estaba muy pasado de peso, llevaba cuatro años sin hacer absolutamente nada. No es que estaba entrenando por ahí. Yo era como cualquier atleta retirado, y me sentía bien porque no hacía nada”.
En esas circunstancias, muchos pensaron que su carrera deportiva estaba inevitablemente enterrada, pero Juan Miguel conservó las esperanzas: “Nunca perdí la fe, perdí los deseos. No tenía ganas de hacer nada. Cuando uno se desanima, pierde los deseos y, de cierta manera, el amor por lo que hace; en ese punto es difícil salir a flote.
“Al final salí bien de ese bache, con la ayuda fundamental de mi esposa. Ella me impulsó a seguir, a salir adelante. Me ha dicho siempre que yo puedo y aquí estamos. Además, te reitero, la fe nunca la perdí porque sé lo que doy, sé de lo que soy capaz”.
Futuro
Aunque el recuerdo de los Juegos Olímpicos de Tokio es una daga, cuando Echevarría escucha el nombre de Miltiadis Tentoglou no se intimida. Al contrario, el lenguaje no verbal del agramontino transmite un ímpetu juvenil muy propio de los cubanos. “Es una espina que quiero sacarme. Si llegamos bien a Tokio, podemos pelear”, dice convencido, como si quien hablara no se hubiera ido nunca del campo y pista.
Definitivamente, tiene el Mundial entre ceja y ceja, aunque también mira un poco más allá, consciente de que si mantiene el enfoque y la seriedad puede ser un rival muy incómodo en los próximos años. “No voy a parar. Este ha sido un año difícil porque me estaba reincorporando, pero en 2026 espero entrar mejor con el peso y fortalecer mejor todos los planos físicos. Te decía que está temporada quiero saltar entre 8.50 y 8.60, pero la que viene voy a pelear por un poquito más”.
Mucho ha tenido que ver en esa actitud la cercanía con Iván Pedroso, uno de los competidores más voraces en la historia del salto de longitud. “Es lo máximo. Siempre ha confiado en mi, me ha dado su apoyo, me ha guiado, me está brindando sus conocimientos. Creo que vamos por un buen camino, está contento y satisfecho con lo que hemos logrado, pero sabe que doy para más. Hay que seguir peleando y no perder la esperanza; espero que los fanáticos tampoco la pierdan. Yo no me voy a rendir todavía”.