Que Cuba venciera a las boricuas 81-67 y se coronara en el baloncesto (f) no fue sorpresa para nadie, pues las jugadoras cubanas han tejido por cuatro décadas una cadena de éxitos interruptos que las ha llevado a alzarse en Veracruz 2014 con su décima corona en lides centroamericanas.
En todo este tiempo, desde 1970, las cubanas solo han cedido el trono de los Juegos Centroamericanos y del Caribe en dos ocasiones, 2002 y 2010, cuando el país no asistió a los eventos. Pero ocho años más tarde del último triunfo en Cartagena de Indias, han recuperado la corona.
Era, en realidad, uno de los títulos más ciertos para la delegación antillana, una apuesta segura avalada por la calidad de un elenco que ha dominado en su área geográfica y se coronó campeón del FIBA Américas 2015, por encima de potencias como Brasil y Canadá. Antes de que lo pregunten, Estados Unidos no asistió, su condición de campeón mundial lo exime de tales presentaciones.
Pero volviendo a Veracruz, y a la medalla de las cubanas, solo queda aplaudir la actuación de las dirigidas por Alberto Zabala, quienes hicieron valer sin miramientos su condición de favoritas para arrollar en la fase de grupos (86-36 a Trinidad y Tobago, 98-40 a Jamaica y 84-24 a República Dominicana), para luego desbancar categóricamente a México en semifinales y más tarde a las puertorriqueñas.
Por eso tampoco extraña que, colectivamente, las cubanas dominaron todos los casilleros ofensivos del certamen; fueron segundas en los rebotes, dueñas de los cortes de balón, el conjunto que menos pelotas perdió y al que menos puntos consiguieron endosarles sus oponentes.
Mientras, en lo individual, destacaba la estelar Yamara Amargo, líder indiscutible del elenco y quien ancló segunda de las máximas anotadoras, solo por detrás de la mexicana Jennifer Valenzuela. En tanto, Oyanaisy Gelis completaba 27 asistencias para la segunda plaza del torneo.
Eso sí, que la poderosa ofensiva y el dominio cubano desatado en Veracruz no produjera una pléyade de líderes en los diferentes renglones individuales, solo habla de un trabajo repartido, de un alto nivel de responsabilidad de estas chicas, y esto es esencia en el baloncesto moderno, de una banca a la cual apelar en cualquier momento del choque.
Títulos, ¿luego contratos?
Las cubanas llegaron al balneario mexicano con el título del Centrobasket aún fresco en la memoria y una actuación meritoria en el Mundial de la especialidad, donde demostraron que calidad tienen, pero les faltan horas de vuelo. Sin embargo, resulta evidente que esas horas de vuelo no las alcanzarán viajando eternamente en Cubana.
Surge entonces una pregunta elemental, amparados en la flexibilización de la política migratoria de Cuba y del INDER, ¿acaso no existen equipos que deseen contar con los servicios de estas jugadoras entre sus filas?
Con los excelentes resultados colectivos y la calidad demostrada por algunas de sus principales jugadoras, es casi seguro que buena parte de este equipo podría intervenir en ligas profesionales, integrándose a la dinámica internacional del deporte y favoreciendo su desarrollo al elevar el techo competitivo de los torneos en los que participarían. Claro está que no serán todas, pero al menos a las jugadoras de nuestra selección nacional ya Centroamérica les va quedando estrecha y es hora de bregar en busca de nuevos horizontes.
Por lo pronto, las mujeres del baloncesto han reafirmado su hegemonía en estas lides y sumado su décima corona, galardón que (cuando participan) no han dejado de ganar desde que en Panamá 1970 comenzaron a escribir una historia que ya cumple 44 años.