En horas de la mañana del 27 de diciembre del 2018 murió en Miami el icónico cátcher y umpire cubano Roberto Gutiérrez Herrera. Nacido en 1939 en La Habana, “Musulungo”, como le llamaban, fue conocido más por su apodo y por su segundo apellido que el primero, y procedía del barrio Poey, en el ahora municipio de Arroyo Naranjo.
“Fue el mejor brazo de su tiempo”, me dijo en una ocasión el lanzador Pedro “Pico” Prado, refiriéndose al potente brazo de Herrera.
Me interesé desde el primer momento por la historia que podía guardar Gutiérrez Herrera, beisbolista cubano exiliado en la década de los años 60. Decidí contactarlo y luego de varias semanas de espera me recibió en su residencia de Miami, un 23 de julio de 2018. Me esperó en el portón de afuera y aun sin conocerme, me endosó un caluroso abrazo.
“Fue una odisea para venir”, me confesó Gutiérrez Herrera.
Nos sentamos en la sala de su casa. El “Musu” llevaba una camisa amarilla y un pantalón negro. Gesticulaba como casi siempre lo hacía detrás de home, lo mismo como cátcher que de umpire; él siempre brillaba de alguna manera.
Herrera firmó su primer contrato profesional en 1956, bajo la tutela de Máximo Sánchez, scout de los Habana Sugar Kings. Allí tuvo la oportunidad de integrar el roster del Almendares en la Liga Profesional Cubana durante la temporada 1956-1957. Herrera por poco se desmaya el primer día que acudió a los entrenamientos. Era almendarista desde niño.
Con el triunfo de la Revolución Cubana en 1959 y la posterior suspensión del campeonato profesional cubano, “Musulungo” se encontró con la dificultad para salir de la Isla en 1963.
“Fidel nos dio la aprobación e hicimos el proceso por la embajada suiza. Él dijo que los peloteros no éramos políticos”, me contó.
Emigró en una embarcación llamada el “Barco de la Medicina” y a su llegada a Opa Locka, Miami, lo esperaba el boxeador Luis Rodríguez. El gigante de 6.3 pies jugó 11 temporadas en Ligas Menores con los Cardenales de San Luis, Piratas de Pittsburgh, Baltimore Orioles, Minnesota Twins y New York Mets; sin embargo, no pudo llegar a Grandes Ligas. Tampoco regresó a Cuba nunca más y se reencontró con su esposa Sonia y su hijo de cuatro años en 1966.
Entre todos los recuerdos de “Musulungo” el más vibrante es el de sus conversaciones con Stan Musial. El legendario bateador lo llamaba “Bobby”, calentaban el brazo juntos y Musial le daba algunas lecciones de bateo.
“Un día en St. Petersburg me llevó al clubhouse de los Yankees para que saludara a Mickey Mantle y Roger Maris.”
Después de 1967, prefirió continuar su carrera en México. Musulungo fue uno de los primeros trotamundos del béisbol cubano. Lo mismo actuó en Venezuela, República Dominicana, México que Panamá, donde el amor y la pasión que transmitía por el juego era contagiosa. Con los Leones del Caracas, en Venezuela, bateó .306 y 10 cuadrangulares entre 1967 y 1971.
Como jugador protestaba mucho. Lo expulsaron más de 16 veces en un lapso de 45 días en México. En una discusión, uno de los “umpires” le dijo que el arbitraje era un oficio complicado. Sin embargo, “Musulungo” se dio la vuelta y le respondió: “Si me hago árbitro sería mejor que tú”.
En la sala de Herrera, hay una foto de su hijo Ricky Gutiérrez, coronándose con Boston Red Sox en la Serie Mundial de 2004. Su esposa Sonia es tan simpática y conversadora como “Musulungo”. Ella llegó a los Estados Unidos en 1966 en los famosos vuelos de Lyndon Johnson. Siempre han estado juntos en la tristeza y la alegría. Luego de una hora conversando con uno de los mejores receptores cubanos de los años 60, me despedí de Roberto y le agradecí por recibirme, sin saber que era la última vez que lo vería.
Ahora que Roberto se ha ido, su recuerdo y sus hazañas viven más que nunca en los diamantes. Una de las figuras más queridas como “umpire” de la Liga Profesional de Venezuela, Gutiérrez Herrera dijo adiós el 27 de diciembre de 2018. Un hombre del béisbol que vivió siempre por el béisbol y arropó a todos con su arraigo cultural y su felicidad dentro de los terrenos.
Saludos de Víctor Hugo Roncancio Sierra, desde Cali, Colombia. Gracias por esta nota / entrevista sobre MUSULUNGO HERRERA, un grande del béisbol y una gran persona. Sin duda, de lo mejor del béisbol del Caribe. Mi esposa María Clemencia y yo hemos lamentado mucho el sorpresivo fallecimiento de Musu, quien nos distinguió con su amistad y aprecio desde cuando lo conocimos y empezamos a tratarlo a finales del año 2009 en Barranquilla, en el curso de la temporada 2009-2010 del Béisbol Profesional Colombiano. Siempre recordaremos a Musu con mucho cariño y aprecio. Que En Paz Descanse.