Por mucho que nos exprimamos el cerebro, no encontraremos a ningún pelotero cubano que haya dejado una delegación en un evento internacional y, tras el paso de los años, haya regresado a la Isla para competir de nuevo en la Serie Nacional de Béisbol.
Pero un caso de ese tipo pudiera darse en un futuro inmediato, y estaría vinculado a los Cocodrilos de Matanzas, equipo que durante los últimos años nos acostumbró a colocarse en el centro de atención de la pelota cubana, ya fuera por sus resultados en el diamante –algunos muy buenos, otros desastrosos y decepcionantes– o por las turbulencias que se desataban desde su puente de mando.
El nombre en cuestión es Dainier Moreira, quien jugó con los Indios del Guaso y con los propios matanceros en el clásico doméstico. Además, llevó la chamarreta de Pinar del Río en 2015, durante la Serie del Caribe de San Juan, Puerto Rico, donde dejó el equipo en medio de la competencia.
El guantanamero podría ser una nueva pieza en el puzzle de los Cocodrilos, teniendo en cuenta que entró a Cuba en semanas anteriores y comenzó su proceso de repatriación. Por supuesto, para integrar una preselección provincial de cara a la Serie Nacional, además de solucionar todo lo relacionado a su estatus migratorio, debe recibir la autorización de las autoridades deportivas (Federación Cubana de Béisbol y Dirección Nacional) para volver a los diamantes de la Isla.
Este sería un hecho sin precedentes en la historia del béisbol cubano, cuyas autoridades han mostrado tolerancia cero con todos aquellos jugadores que abandonaron delegaciones en medio de torneos internacionales.
Para esos casos, en particular, la política migratoria de Cuba establece un castigo de ocho años sin entrar al territorio nacional, lo cual, en torno a Moreira, parece haberse flexibilizado por una demanda humanitaria, teniendo en cuenta una delicada situación familiar.
Sobre la posibilidad de contar con Moreira, el mentor de los Cocodrilos, Armando Ferrer, aseguró a OnCuba que no depende de él la inclusión del jugador en la preselección de Matanzas, pero que le gustaría disponer de sus servicios si logra todos los permisos pertinentes para jugar en la Serie Nacional.
Moreira rompió los vínculos con el béisbol nacional en el 2015 y buscó abrirse paso en el profesionalismo, algo que no logró del todo. A finales de ese propio año, jugó con los Cangrejeros de Santurce, y en febrero del 2016 firmó con los Marineros de Seattle, quienes lo asignaron a su filial de Doble-A (Jackson Generals), pero después de dos meses lo cesaron.
Tras esa oportunidad frustrada, tuvo breves apariciones en la American Association con Lincoln Saltdogs (41 partidos en el 2016) y Cleburne Railroaders (un choque en 2017). Ahora poco se sabe del guantanamero, quien desapareció del mapa beisbolero, aunque se rumora que juega en torneos independientes de la Florida durante los fines de semana, para hacer algo de dinero.
Los otros rostros de los Cocodrilos
La convulsa y exitosa etapa de Víctor Mesa (logró seis podios seguidos y llegó a dos finales) en Matanzas colocó de nuevo a los matanceros en el mapa beisbolero de la Isla, luego de casi dos décadas hundidos en el sótano de la Serie Nacional.
Sin embargo, tras la salida de la Atenas de Cuba del mítico 32, las cosas no han sido igual en el feudo de los Cocodrilos, que ya el pasado año retomaron los pasajes oscuros, con un desastroso último lugar. Ese resultado abrió las puertas del equipo a Armando Ferrer, quien ha llegado decidido a cambiar la nefasta imagen de la 58 Serie.
Debutante en el puesto de manager, Ferrer no es un desconocido en el mundillo beisbolero, pues dirigió y fungió como preparador en diversos circuitos profesionales de México e Italia, y en Cuba fue uno de los asistentes fundamentales de Gerardo “Sile” Junco en los Henequeneros bicampeones de hace 30 años.
El estratega va dando forma al proyecto actual de los Cocodrilos, que incluirá a varios de los jugadores más importantes de territorio en los últimos años, como Ariel Sánchez, Yasiel Santoya, Jefferson Delgado, Aníbal Medina, Yoanni Yera o Jonder Martínez, todos con notable experiencia y adaptados a manejar la presión de los fanáticos matanceros.
Además, Ferrer espera que los derechos Royd Hernández y Joel Suárez, de actuaciones relevantes en el pasado, regresen en buenas condiciones y puedan soportar la carga de trabajo, tras sufrir lesiones en sus brazos y pasar por complejos procesos de rehabilitación.
Pero lo más llamativo de esta versión yumurina es la marcada presencia de legionarios, peloteros que regresaron tras probar suerte en el extranjero u otros provenientes de distintas provincias del país.
El caso más sonado es el del torpedero Erisbel Arruebarruena, quien firmó con los Dodgers de Los Ángeles en el 2014 y fue cesado cuatro años después por diversos malentendidos con la dirección del equipo, indisciplinas y problemas de salud. No obstante, con 29 años, “El Grillo” todavía tiene aptitudes para triunfar en la pelota cubana.
Más allá de Arruebarruena, resaltan el joven infielder Moisés Esquerré y el patrullero José A. Columbié, ambos con pasado en la novena yumurina y en Panamá, aunque sin grandes resultados en ninguno de los dos escenarios.
Esquerré, incluido en el equipo Todos Estrellas del Mundial Juvenil de Taichung, en el 2013, consumió unos pocos turnos en Series Nacionales, primero con los Cocodrilos y luego en un efímero paso por los Elefantes de Cienfuegos. Por su parte, Columbié tuvo más oportunidades en cuatro temporadas, pero tampoco llamó mucho la atención.
Matanzas también contará con el receptor villaclareño Jesús Olivera, y los industrialistas Javier Camero, Noelvis Entenza, Ernesto Iglesias y David Mena, excluidos todos de la preselección capitalina.
El otro tapado que podría enfundarse en la casaca roja es Julio César González, un talentoso utility de cuadro que jugó brevemente con los Cocodrilos entre 2012 y 2015, generalmente como torpedero.
Muchos lo recuerdan por su estatura (mide más de 1.90) y por sus buenas manos, factor que también elogiaron los entrenadores venezolanos durante su breve paso en el 2018 por los Tiburones de La Guaira, elenco del circuito invernal morocho.
Julio César también regresó a Cuba y puso en marcha su proceso de repatriación, aunque actualmente se encuentra en Venezuela jugando con la Fundación Anaco BBC, de la Liga Nacional Bolivariana, un torneo emergente patrocinado por PDVSA que busca crear un espacio para los jugadores que no tienen contratos profesionales cuando termina la temporada invernal.
Los planes de Armando Ferrer son utilizar a González como inicialista, lo cual enviaría a Yasiel Santoya a los jardines, posición que no es desconocida por el versátil espirituano. Aníbal Medina será el dueño de la segunda base y Arruebarruena del campo corto, mientras en la receptoría deben alternar Jesús Olivera y Orlando Arencibia hasta que Ariel Martínez regrese de Japón.
Si finalmente se concreta la entrada de Moreira en el equipo, custodiaría la antesala, y Jefferson Delgado pasaría a los jardines o a bateador designado. Columbié, Camero, Eduardo Blanco y Ariel Sánchez son los otros candidatos para defender en las praderas, mientras Yariel Duque debe ser uno de los primeros emergentes del plantel.
Estas son oportunidades para desterrar de una vez por todas los prejuicios que hemos arrastrado durante años, de esta forma demostraremos que la democracia no es una utopia en este pais