“Pito” Abreu y su primer viaje a las Ligas Menores

Tras su mal inicio de temporada, los Houston Astros y el jugador antillano acordaron que lo mejor era que este pasara algún tiempo en las Menores para recuperar el ritmo de su swing.

José Dariel Abreu tendrá su primera experiencia en Ligas Menores tras una década en MLB. Foto: Isaac Esquivel/EFE.

Un dato en el que normalmente no reparamos para comprender la calidad extrema de José Dariel Abreu es que jamás necesitó pasar por las Ligas Menores para imponerse en MLB. Nunca, ni siquiera cuando llegó de Cuba sin más experiencia profesional que sus partidos en el Clásico Mundial de 2013, los directivos sintieron que el fornido inicialista de Mal Tiempo requería tiempo de trabajo en un nivel inferior para luego buscarse la vida en el mejor béisbol del mundo.

Eso significa, obviamente, que tenía un talento natural, que era un producto ya moldeado casi en su totalidad y que contaba con la capacidad suficiente para adaptarse a nuevos entornos. Con ese paquete convenció a los Chicago White Sox de firmarlo por 68 millones de dólares en octubre de 2013, solo par de meses después de salir de Cuba. En ese momento, muchos lo valoraron como el mejor bateador de la isla en salir rumbo a las Grandes Ligas, y razón no les faltaba, porque enseguida el cienfueguero comenzó a moler con su madero.

Rápido llenó los ojos de los dirigentes de Chicago, quienes no necesitaron más argumentos que sus jonrones en Cuba y 17 juegos de pretemporada para dejarlo en roster principal de la franquicia para el Opening Day de 2014. La respuesta del cienfueguero, como ya deslizamos, fue inmediata.  

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Ante el primer lanzamiento (recta de 90.8 millas de Ricky Nolasco) que vio en Las Mayores, pegó doble al izquierdo. En su siguiente turno, conectó un sencillo frente al derecho estadounidense. Ese juego lo terminó con par de cohetes, un remolque y una anotada. En el próximo encuentro, los lanzadores de los Minnesota Twins le dieron par de boletos intencionales, una muestra de respeto jamás vista con un debutante en la historia de MLB.

Sí, porque más de 1600 jugadores han recibido dos o más boletos intencionales en un partido de Grandes Ligas, pero nadie lo consiguió en uno de sus dos primeros choques, salvo José Dariel Abreu. Si pecamos de chovinistas, podríamos decir que el cubano ha sido el novato más temido en Las Mayores, incluso más que Barry Bonds, Babe Ruth, Albert Pujols, Ted Williams o Stan Musial.

“Pito” demostró pronto que ese respeto no era infundado. En su primer mes de Grandes Ligas pegó diez jonrones, 19 extrabases y empujó 32 carreras, con un respetable OPS de .953. Lo que sucedió después ya lo sabemos: Abreu ganó el premio de Novato del Año en 2014, mereció tres Bates de Plata, fue tres veces al Juego de Estrellas y se quedó con un histórico galardón de Jugador Más Valioso de la Liga Americana en 2020.

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Sin embargo, tras diez temporadas a un altísimo nivel, el cienfueguero ha tenido un catastrófico inicio de temporada en 2024. Solo siete imparables y un extrabase en 77 comparecencias, más una línea ofensiva (Average/Promedio de embasado/Slugging) de .099/.156/.113 son evidencias irrefutables de su pésimo arranque, el peor entre todos los jugadores de MLB.    

Frente a un escenario tan caótico, la gerencia de los Astros tomó la decisión de llamar al pelotero y sentarse a conversar sobre qué hacer para corregir el rumbo. En principio, no sabían qué podían obtener de ese diálogo, porque tenían las manos atadas. En primer lugar, no podían apostaran por rescindir el contrato de Abreu cuando aún les resta por pagarle más de 38 millones de dólares, y en segundo tampoco podían enviarlo a Las Menores sin su consentimiento al ser un jugador con más de cinco años de servicio en Grandes Ligas.

Pero “Pito” respondió de la mejor manera posible, como un profesional en toda la regla. “Nos reunimos con José ​​para discutir y ambos acordamos que este movimiento será bueno para él y para el equipo a largo plazo”, dijo Dana Brown, gerente general de Houston, al anunciar que el inicialista antillano sería asignado a la sucursal de Triple-A de los Astros en West Palm Beach, Florida.

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“Creemos que de este cambio de escenario y del nuevo entorno pueden surgir muchas cosas buenas. De hecho, estamos seguros de que podemos llevarlo allí y trabajar en asuntos específicos como el ritmo, la sincronización y mantener la cabeza en la pelota”, añadió el directivo, satisfecho por la reacción del cubano.

“En medio de la conversación se pudo ver que este hombre tiene pasión y está decidido a volver a ayudar a este equipo”, dijo Brown.

Cualquier otro pelotero de experiencia hubiera puesto el orgullo por encima de los intereses colectivos, pero Abreu aceptó los señalamientos y comprendió que este es el camino más sensato para recuperarse. “Está frustrado, pero este movimiento habla de su dedicación y compromiso (…). José es un tipo que prioriza el equipo y lo aplaudimos por eso. Sabemos lo que este hombre puede hacer y confiamos en su determinación y ética de trabajo”, precisó el gerente, quien espera tenerlo de vuelta en el menor plazo posible.

“No creo que él vea esto como algo a largo plazo, y nosotros tampoco. Creo que es más como, ‘¿Sabes qué? Bajemos, hagamos algunos ajustes, recuperemos el ritmo y la sincronización’. En sus ojos uno puede ver que piensa regresar en un par de semanas o el tiempo que sea necesario para mejorar. Y sí, con suerte lo tendremos de regreso lo antes posible”, apuntó el gerente general de los Astros.

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Por su parte, el mentor Joe Espada aseguró que desean controlar el volumen de turnos del cubano: “Tendremos a nuestros coordinadores con él y la idea es que alcance el volumen poco a poco. Queremos hacer las cosas bien. Dejaremos que José dicte cuántos turnos necesita y cómo progresar de un día a otro”.

A sus 37 años, Abreu afronta un nuevo reto en su carrera, uno de los más difíciles, porque tiene que venir de abajo y remontar una situación crítica. Eso lo sabe perfectamente y de seguro lo utilizará como motivación, tal cual deslizó el pasado fin de semana en una entrevista: “¿Sabes qué ha sido lo más difícil para mí? Y lo digo desde el fondo de mi corazón: me siento avergonzado. La gente de esta organización me trajo para hacer un buen trabajo. No lo he hecho. Lo difícil también es que mis compañeros ven que no he hecho mi trabajo, aunque siempre me han apoyado. Por eso, no me quedaré abajo”  

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