Después que terminó la fase regular de la Serie del Caribe Gran Caracas 2023, todos señalaban a Cuba como el peor equipo del evento. Fue un criterio unánime, aunque no inesperado. Antes de lanzar la primera bola de la competencia, muchas personas —entre quienes me incluyo— vaticinaron el peor de los escenarios para los Agricultores de Carlos Martí. En efecto, la actuación fue la crónica de una muerte anunciada.
En La Rinconada y La Guaira, sede del certamen, la novena antillana debutó con victoria sobre Curazao, pero después hilvanó seis derrotas en línea, con puntos sonrojantes frente a Venezuela y Panamá, que nos anotaron 30 carreras en dos desafíos. Después de estas actuaciones, me pregunto de nuevo cuánto más la Confederación Profesional de Béisbol del Caribe (CBPC) tolerará la inestabilidad y el descenso cualitativo de los equipos cubanos.
Como organizador del torneo más importante de la región, la CBPC tendría todo el derecho a buscar paridad y competencia; algo que, lamentablemente, no está logrando con Cuba. Desde que regresamos al clásico caribeño en 2014, el sistema interno del béisbol antillano ha dado muestras de decadencia, algo que probablemente puede inferirse a partir del balance de en esta etapa (14 victorias y 23 derrotas); aunque, en realidad, los números no ilustran en toda su medida la caótica situación de nuestras ligas nacionales.
La crisis se ha vuelto tan evidente que ya son muy explícitas las críticas. El miércoles, mientras República Dominicana se jugaba su clasificación a semifinales contra Curazao, los narradores del canal DIGITAL 15 hacían una evaluación sobre todos los elencos. Uno de ellos, Orlando Méndez, dijo: “El equipo que nunca estuvo a la altura del campeonato fue Cuba. Se veía muy débil”.
Su pensamiento estuvo muy cercano a la realidad y, aunque sea incómodo escucharlo, habla claramente de la reputación que ganada por las últimas actuaciones cubanas en escenarios internacionales. Lo peor es que el panorama ha provocado desaliento generalizado de los fanáticos, quienes empiezan a asumir las derrotas como inevitables.
La sensación de inferioridad fue más palpable que nunca en Caracas, donde los Agricultores cerraron con el peor promedio de embasado (.277) y el segundo OPS (.565) más bajo de la competencia. Además, produjeron solo un extrabase cada 33.7 turnos oficiales (7 en 236) y fueron igualmente últimos en boletos recibidos, con solo siete pasaportes gratis, mientras el resto de los equipos sumaban más de 20. Todo ello incidió en la fabricación de carreras (23), apartado en el que concluyeron penúltimos junto a Panamá, solo por delante de Curazao (18).
Entre los pocos bateadores que se destacaron estuvieron Yunieski Larduet ( promedio ofensivo de .393), Andrés De la Cruz (.292/4 impulsadas y un jonrón) y los hermanos Alarcón: Yordanis (.407/líder del equipo con cinco remolques) y Yosvani (average de .346 y dos dobles).
Si los números ofensivos dan miedo, los del picheo dan terror. La rotación dejó una efectividad de 9.13 y el bullpen de 6.57, los peores con diferencia. En general, el picheo culminó con un promedio de carreras limpias de 6.57, con una media (WHIP) de 1.85 corredores embasados por entrada por jits o boletos.
La última vez que un equipo dejó una efectividad de 6.40 o más una Serie del Caribe fue hace cinco años, cuando los tiradores de República Dominicana culminaron con un promedio de limpias de 6.43. Válido recordar que aquella edición de 2018 estuvo marcada por la ofensiva desmedida que hubo en la altura de Jalisco, un paraíso para los bateadores. Entre todos los conjuntos, se combinaban para una efectividad de 5.42.
Por otra parte, la última vez que un conjunto tuvo un WHIP de 1.85 o mayor en Series del Caribe fue en la edición de 2007. En aquella oportunidad, los lanzadores de los Naranjeros de Hermosillo (México) se combinaron para una WHIP de 1.86.
Defensivamente, no ha sido una gran Serie y, en el caso de Cuba, perdió dos partidos a causa de los errores, aunque uno de ellos no fue al papel. El primero llegó contra México, cuando Rafael Viñales no pudo atrapar una pelota que aterrizó delante de él. Gracias a eso, los Cañeros de Los Mochis consolidaron un rally de tres anotaciones para vencernos.
Cuba se despide de la Serie del Caribe con seis derrotas seguidas
Después, contra Puerto Rico, el camarero Yulián Milán no pudo atrapar un rolling manejable cuando estábamos a un out de la victoria. En tanto, el receptor Yosvani Alarcón afrontó muchos problemas con los corredores rivales, al punto que solo prendió a dos de los 12 que le salieron al robo. En sentido general, los cátchers cubanos se comieron 13 estafas en 15 intentos de los contrarios, siete de ellas en el último duelo contra Panamá, un récord para la era moderna de la Serie del Caribe (desde 1970).
“Creo que para otras ediciones intentaremos reforzarnos más. También, hay que seguir trabajando duro con el béisbol cubano”, expresó para la televisión cubana el presidente de la Federación Cubana de Béisbol, Juan Reinaldo Pérez Pardo. Entre sus respuestas a la prensa, hubo una que me llamó la atención: “Se necesita más respaldo para la Liga Élite”.
Más que cualquier respaldo o pequeño cambio, la Liga Élite necesita ser profesional. Mientras no sea así, jamás se cortará el problema de raíz. ¿Por qué los jugadores no saben correr bien las bases? ¿Por qué la gran mayoría no dominan el ABC del juego? ¿Cuándo apostarán los managers por estrategias modernas? Si no se profesionaliza la liga, seguiremos por la misma calle.
No importan los congresillos técnicos que hagan, tampoco importan los topes internacionales o que, incluso, se juegue más pelota en el año. Lo que interesa es que mejoren la calidad de vida de los jugadores para que recuperen el estímulo y la motivación, algo que también debería extenderse a los coaches, directores y todo el personal vinculado a las instituciones beisboleras cubanas. Además, necesitan guiarse por otros campeonatos.
Por ejemplo, la Liga profesional de Colombia, que se inauguró a finales del 1940, no se comenzó a profesionalizar hasta su tercera etapa (1999-2019). Desde hace diez años, ha ido ganando en seriedad y en calidad; pero tuvieron que pasar por un proceso. Por suerte para el béisbol caribeño, el circuito solicitó que su país sea miembro pleno de la CBPC.
A eso debería aspirar Cuba, uno de los fundadores de la Serie del Caribe y referente histórico en la región. Esas distinciones no van a desaparecer; pero si queremos sostener nuestro prestigio y reclamar un espacio que nunca debimos perder, tendremos que apostar por una revolución desde los cimientos. De momento, no tiene sentido que Cuba siga yendo a la Serie del Caribe en calidad de invitado y no pueda competir, y mucho menos tapar los agujeros con un equipo reforzado hasta los dientes con antillanos que jueguen en otras ligas profesionales.
Las soluciones no son sencillas, como tampoco lo será el proceso para recuperar el terreno perdido. Es imprescindible atender los problemas internos, ser cautelosos antes de tomar cualquier decisión y medir con cautela cada paso para que no sean en falso.
Totalmente de acuerdo. Muy buen escrito. Salu2
No hay, ni hace falta invertir un centavo más en beisbol, lo poco que hay es para atender las necesidades de la población
Campeonato nacional puramente amateur y sin asistencia a campeonatos profesionales y así con cualquier deporte