Treinta y dos años, 5 014 juegos de campaña regular, 114 partidos de postemporada… Esas son las cifras que nos hablan de cuán alejado en el tiempo estaba el último título de Serie Mundial de Los Ángeles Dodgers, certificado luego de un ponche de Orel Hershiser a Tony Phillips (Oakland) en 1988.
Justo en ese año nació el zurdo Clayton Kershaw, tres veces merecedor del premio Cy Young de la Liga Nacional y uno de los máximos responsables de que los Dodgers, por fin, celebren el cetro de campeones del béisbol de Estados Unidos.
Kershaw, quien ganó el primero y el quinto duelo del presente Clásico de Otoño contra Tampa, calentaba en el bullpen del Globe Life Field cuando el mexicano Julio Urías ponchó al dominicano Willy Adames para ponerle punto final a la serie.
El astro corrió junto a sus compañeros para celebrar en el diamante, donde muchos peloteros y entrenadores usaban mascarillas para dejar constancia de que esta ha sido una temporada atípica, marcada por la pandemia del coronavirus.
Los Ángeles se había quedado a un paso del cetro dos veces en los últimos tres años, una de ellas contra Boston, que tenía en sus filas al fenómeno Mookie Betts, Jugador Más Valioso de la Liga Americana en 2018. Pero el jardinero se mudó de costa a costa para marcar diferencia en la Serie Mundial, y con una desenfrenada carrera al plato en el sexto episodio, hizo precisamente eso.
En 3,2 segundos Betts cubrió el trayecto desde la antesala hasta el plato, apenas suficiente para vencer el disparo del inicialista Ji-Man Choi y darle a los Dodgers la ventaja de 2-1, la cual ampliaría después con un jonrón solitario que desbalanceó por completo el partido y puso a su nuevo equipo en órbita.
Finalmente, hay motivos para celebrar en Chavez Ravine, por la victoria y por el inicio de la que puede ser, perfectamente, una época dorada de los Dodgers con Mookie Betts a la cabeza, pues el jardinero está firmado hasta el 2032 con un contrato de 365 millones de dólares.
Betts fue uno de los agitadores que sacó a Los Ángeles del ostracismo en el sexto juego de la Serie Mundial, aunque todo sucedió después de que el manager de los Rays, Kevin Cash, sacara del encuentro al estelar zurdo Blake Snell, a pesar de su dominante actuación de cinco innings y un tercio.
Snell gritó una palabra malsonante y le dio la espalda Cash rumbo al dogout. El zurdo había controlado el encuentro durante toda la noche, pero al entregar la bola su as, los Rays también entregaron la ventaja y la Serie Mundial.
“Supongo que lo lamento porque no funcionó. Personalmente, pensé que Blake había hecho su trabajo y que debía venir alguien más”, apuntó el mentor de Tampa, equipo que avanzó hasta el Clásico de Otoño gracias a los análisis avanzados que ahora solo sirvieron de carnada para un peligrosa trampa.
Tal fue el caos que muchos ya aseguran que la decisión de Cash es una de las leyendas infames de octubre. Dicha postura se reforzó cuando Snell no se había terminado de tomar su primer vaso de agua en el banquillo y ya el relevista Nick Anderson tenía dos corredores en posición anotadora.
Ello puso en marcha una secuencia que derivó en dos rápidas carreras. En un abrir y cerrar de ojos, los Dodgers habían remontado. La filosofía de pitcheo de los Rays desaconseja que los abridores enfrenten a los bateadores por tercera vez en un juego. Snell había tenido problemas antes en esas situaciones.
Pero era claro el dominio que ejercía el lanzador, premiado con el Cy Young de la Liga Americana en 2018. Y fue también evidente que echaba humo por el disgusto, luego que debió entregarle la pelota a Cash, considerado una de las mentes jóvenes más brillantes en las Grandes Ligas.
“Respeto y entiendo totalmente las preguntas que vienen con esto. Blake nos dio todas las oportunidades de ganar. Estuvo sobresaliente. No son decisiones fáciles. Yo no quería que Mookie viera a Blake una tercera vez”, justificó Cash.
The sports world reacted to Blake Snell being pulled in the bottom of the 6th after allowing his second hit of the night. pic.twitter.com/EnfJgGiwrx
— ESPN (@espn) October 28, 2020
Snell, por su parte, habló resignado tras la derrota: “Al final, puedo entender ambos puntos de vista. Es sólo que yo, por la forma en que sentía el juego, podía ver lo que estaba haciendo y no quería que me sacaran”.
El mundo del béisbol comenzó a opinar en las redes sociales contra la decisión de Cash. Y aun antes de ver el resultado final, el veredicto fue unánime, desde las duras palabras de Noah Syndergaard, as de los New York Mets, hasta la reacción más mesurada de Jerry Blevins, relevista durante años.
“Y entonces, ¿quién puede retirar al manager?”, tuiteó Syndergaard.
“Diriges a un equipo de béisbol con tus OJOS, CORAZÓN y AGALLAS, pero también con tu CEREBRO”, escribió Blevins.
“No estoy seguro exactamente de por qué. No voy a hacer preguntas, pero él estaba lanzando un gran juego”, dijo Betts. “Tuvimos oportunidad de hacer algo, pero ellos hicieron un cambio y parece que eso fue todo lo que necesitamos”.
Justamente eso, un cambio de chip alteró el ritmo del partido, controlado por Snell y los Rays desde el mismo episodio de apertura, gracias al décimo cuadrangular del cubano Randy Arozarena, líder absoluto y recordista de postemporada.
El peligroso toletero novato le pegó fuerte a Tony Gonsolin, el primero de siete lanzadores de los Dodgers durante la noche. Los Rays no volvieron a colocar a otro corredor más allá de la segunda base mientras que el bullpen de Los Ángeles le dio al potente cuerpo de lanzadores de Tampa Bay una cucharada de su propia medicina.
Un total de 16 ponches recetaron los tiradores de Chavez Ravine, la tercera mayor cifra en un partido de Serie Mundial, solo superada por los 19 del propio equipo californiano hace dos años vs. Boston, y por los 17 de Bob Gibson (Cardinals) contra Detroit en 1968. Dicha cifra, además, es la mayor recibida por cualquier equipo en partidos de eliminación de Series Mundiales, rebasando los 15 que se tomó Kansas en el juego 5 de la final de 1985.
Muy relevante fue la faena de los mexicanos Víctor González y Julio Urías, quienes se apuntaron la victoria y el salvamento, respectivamente, a ritmo de siete ponches entre los dos.
Sus registros son históricos: González se convierte tan solo en el segundo azteca que gana un partido de potencial coronación en Series Mundiales (el primero fue Aurelio López en 1984), mientras Urías pasa a ser el único lanzador mexicano con victoria y rescate en potenciales partidos de coronación, tanto en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional como en la Serie Mundial.
Pero si de cuestiones históricas hablamos, imposible no mencionar a Corey Seager, nombrado MVP de la Serie Mundial, tras batear .400, con dos jonrones, cinco impulsadas y seis boletos. De esta forma, el torpedero se mantuvo en la misma línea de producción de la Serie de Campeonato, en la que promedió .310 con cinco cuadrangulares y 11 remolques, suficiente para ganar también el premio de Jugar Más Valioso en esa instancia.
El último pelotero en ganar el MVP en Serie de Campeonato y Serie Mundial el mismo año fue el lanzador de San Francisco Madison Bumgarner en 2014. Sólo ocho jugadores lo han conseguido, todos en la Liga Nacional. Ellos son Willi Stargell con Pittsburgh en 1979, Darrell Porter con San Luis en 1982, Orel Hershiser con los Dodgers en 1988, el cubano Liván Hernández con los Marlins en 2003, Cole Hamels con Filadelfia en 2008, David Freese con los Cardenales en 2011 y Bumgarner.
De esta forma cierran las cortinas de una temporada accidentada por la pandemia del coronavirus, cuyo acecho se sintió hasta el último out, al punto de que el antesalista de los Dodgers, Justin Turner, tuvo que ser removido de este encuentro final pues en medio del mismo llegó la notificación de que había dado positivo a un control.
Turner fue sustituido a la defensiva en la octava entrada y no apareció en las primeras celebraciones de los Dodgers, Poco después de entregar el trofeo, el comisionado Rob Manfred confirmó la noticia.
“Durante el juego, nos enteramos de que Justin había dado positivo y fue aislado de inmediato para prevenir la propagación”, aseguró Manfred.
Más tarde, Turner sí apareció, con cubrebocas, durante la entrega del trofeo y para posar brevemente con sus compañeros frente a los fotógrafos.
Con información de The Associated Press