En poco más de 24 horas, la Dirección Nacional de Béisbol congeló por espacio de un año a varios de los peloteros señalados por la trifulca del pasado martes entre Industriales y Holguín, la cual dejó una lamentable estela de insultos, golpes, amenazas, bates empuñados como armas de guerra, cascos y guantes por los aires.
Lisbán Correa, Pedro Almeida y Enmanuel Chapman se llevaron la peor parte al ser suspendidos un año del sistema de competencias del béisbol cubano, mientras Yusnier Rosabal quedó separado de la Serie 59. Por su parte, Osday Silva (tres juegos) y Randy Linares (diez juegos) recibieron sanciones menores.
Esta es la enésima disputa del clásico beisbolero cubano, en el que se han vuelto habituales las largas listas de expulsados y sancionados por las más disimiles causas. El fenómeno no tiene para cuándo acabar y muchos son los responsables de haber llegado hasta este punto.
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En el caso particular del más reciente choque entre Leones y Sabuesos, tampoco se puede señalar a un solo culpable. Repasamos a todos los protagonistas de la pelea.
Los árbitros: Juan Manuel Licourt no figura entre los árbitros de más renombre en Cuba. Probablemente dé un salto de calidad en el futuro y se convierta en el rostro de los jueces en la Isla, pero ahora mismo solo es uno de los principales señalados por la pelea en el Latino.
Licourt se precipitó al expulsar a Enmanuel Chapman por el pelotazo a Jorge Alomá, y a la postre su decisión caldeó los ánimos y precipitó el encontronazo entre los dos conjuntos.
Su interpretación –o apreciación– de que fue un bolazo intencional parece errada, a juzgar por la situación del partido (diferencia de dos carreras, dos hombres en base) y teniendo en cuenta, además, que el partido había sido totalmente tranquilo, sin ningún incidente violento.
La expulsión de Chapman despertó los fantasmas de las disputas extra beisboleras entre Industriales y Holguín, que no es nueva. El pasado curso, durante la segunda fase del torneo, los dos equipos se vieron envueltos en otra lamentable trifulca, de extrema violencia, que terminó con un sinfín de expulsados.
Los protagonistas de aquel encontronazo fueron Yasiel Santoya (era refuerzo de los Cachorros) y Noelvis Entenza (todavía militaba en las filas azules), quienes ni siquiera están ahora en esos equipos (son compañeros en Matanzas).
Licourt debió tener en cuenta ese pasado y optar por la advertencia a los dos dogouts como medida preventiva.
Holguín: Muchos videos circulan en las redes de la pelea entre Cachorros y Leones, y en todos se ve como Pedro Almeida le tira un guantazo a un jugador de Industriales. Ese fue, en términos de agresión, el detonante de la posterior andanada de patadas, puñetazos y cascos voladores.
Pero más allá de lo que se ve en las cámaras, el lanzador Chapman, tras ser expulsado, buscó encontrarse con Alomá en su camino al banco, detalle que también “calentó” el ambiente. Si Chapman hubiera evitado por completo el contacto con el torpedero capitalino no estaríamos hoy debatiendo sobre peleas y sanciones.
Otro detalle que no se ve en cámara: deberíamos señalar al holguinero Aníbal Vaillant, quien salió de la cueva en plan de agitador y finalmente consiguió caldear definitivamente los ánimos, aunque no recibió ni dio un solo golpe tras ser neutralizado por sus propios compañeros.
Teniendo en cuenta que la expulsión de Chapman no era del todo justa, los holguineros debieron concentrar sus protestas en los árbitros y no ir al encuentro de Industriales.
Industriales: Entre las huestes de los Leones, particularmente en el sector más radical de sus fanáticos, se ha instaurado el criterio de que hay montada una conspiración contra el equipo capitalino.
Se habla de la pelea del pasado año en Holguín, donde, según muchos, los jugadores fueron golpeados por las autoridades del orden en la provincia oriental. También se apunta a las “facilidades” que le concedió Las Tunas a Sancti Spíritus en el cierre de la anterior Serie.
Aunque normalmente los conjuntos buscan aislarse de todos los comentarios, dicha corriente parece haber llegado hasta el dogout azul y esa puede ser una consecuencia de la abrupta respuesta de los Leones en el choque con los holguineros.
Si Industriales entiende que fue o está siendo objeto de una provocación, debería actuar con más sangre fría, pensar en el camino que tiene por delante y la necesidad de afrontarlo con todas las piezas disponibles.
Ellos son responsables de sus propias acciones y, en honor a la verdad, no había necesidad de llegar a un extremo tal de violencia como el que se vio en el Latino por un pelotazo que, a juicio de muchos, ni siquiera fue intencional.
Sanciones y justicia
Desde el momento en que la Dirección Nacional de Béisbol suspendió por solo un año a Demis Valdés tras su intento de aniquilar con un bate a Freddy Asiel Álvarez, quedó trastocado por completo el sentido y la magnitud de las sanciones en la pelota cubana.
Si un hombre actúa de manera tan violenta y solo le cae un año, otras acciones “menores” recibirán, entonces, también un castigo menor. Así piensan muchos jugadores, directores, entrenadores y aficionados, quienes no entienden que se deba medir a todos con la misma vara por situaciones diferentes.
Este simple detalle, y otras muchas indisciplinas graves que han quedado impunes o con sanciones insignificantes, provoca que los protagonistas se sientan libres de pelearse una y otra vez.
Es un círculo vicioso, una bomba de tiempo que explota y explotará mil veces más ante la terquedad de las autoridades beisboleras de castigar a justos por pecadores, postura incongruente que se ampara en la tolerancia cero ante “indisciplinas que empañan el espectáculo”.
En el caso particular de la pelea entre Industriales y Holguín, primó la mano dura en las sanciones, a pesar de que ninguno de los actos del Latino fue tan cruento como el de Demis Valdés.
No obstante, las sanciones no se pueden ver de manera aislada, sobre todo en el caso de Lisbán Correa. Si el toletero azul no tuviera antecedentes de indisciplinas, quizás la sangre no hubiera llegado al río ahora, pero, para su desgracia, carga y siempre cargará con aquella galopada bate en mano en el Huelga, dispuesto a masacrar a Yaniel Sosa.
Esa mancha en el expediente complica cualquier defensa de Correa, quien cometió el error de inmiscuirse y sobresalir en la trifulca del pasado martes.
Por otra parte, ya es hora de que los directivos del béisbol cubano apunten también contra los árbitros. En este caso, hay una marcada responsabilidad de quien impartía justicia en el plato, pero él solo se va a llevar una reprimenda en privado y nada más.