La 54 Serie Nacional de Béisbol arrancó este domingo en Pinar del Río con un partido “todo incluido”, que nos dejó una joya de pitcheo del zurdo matancero Yoanni Yera, la confirmación de que los Cocodrilos ganan en solidez año tras año, además de la primera reclamación de una jugada apelando al video y para rematar, una absurda trifulca por una leve colisión en el plato entre el yumurino Yadiel Hernández y el receptor pativerde Olber Peña.
Pero el torneo en su totalidad echa a andar este lunes, con desafíos en otros siete escenarios, que marcarán el debut de las 14 novenas restantes. Muchos ojos enfocarán sus miradas en el parque Latinoamericano, y no precisamente por la salida al terreno de Industriales, sino por evaluar el estado del Coloso del Cerro, sometido a una notable restauración durante los dos últimos meses.
Justo a principios de agosto, OnCuba tuvo acceso al recinto y se pudo constatar la magnitud de la reparación, que incluía la remodelación capital de los inmuebles sanitarios, el acondicionamiento del terreno, la habilitación de una nueva zona para los bullpen, así como cambios estructurales en los palcos antes ubicados después de los dos dogouts.
En honor a la verdad, el panorama por aquellas fechas no era muy alentador, pero los constructores vinculados a la obra prendieron los motores y en cuestión de un mes pulieron todos los detalles en aras de entregar un estadio acabado, con mucha calidad en el terreno de juego y una ligera mejoría de las comodidades en las gradas, pues se restauraron buena parte de los asientos.
Todos los objetos fueron entregados en tiempo y forma, sin reportarse ningún daño en la salud del medio centenar de especialistas que de una forma u otra intervinieron en la obra, lo cual habla a las claras de la profesionalidad y rigor que existió en el Latino.
Luego de estas modificaciones, el parque conserva su toque clásico, con graderíos extensos sin una prominente altura, característico de la primera mitad del siglo pasado, solo que ahora se nota un aire de modernidad gracias a los nuevos bullpen, cuya estructura y ubicación son similares a la de algunos de los estadios más desarrollados del continente.
Pero esto es solo un pequeño cambio para un colosal escenario, que precisa de múltiples y profundas modificaciones a fin de conservarlo tras casi medio siglo de nulas reparaciones y una incomprensible falta de atención, sobre todo en las butacas y el techo, dos temas que golpean y deslucen la presencia del reconocido por muchos como el santuario de la pelota cubana.
La solución de estos problemas, pese a que ya está en marcha, no se vislumbra en el futuro cercano, pues las inversiones y ejecuciones de las obras son bien complejas, mucho más en el ámbito nacional, donde golpean constantemente las carencias económicas.
De cualquier forma, hoy muchos romperán sus rutinas para enrumbar al Latinoamericano y darle vida. Una vez allí evaluarán el panorama, emitirán sus juicios y después, incluso en la incomodidad de una silla de madera y con la nada agradable imagen de una parte del techo descubierta, enfocarán el terreno y comenzará la sinfonía de la pelota.