Los Juegos Panamericanos de Lima se nos escapan entre las manos. Solo seis fechas de competencia restan para que se apague la llama continental en la capital peruana, donde Cuba, ubicada en la séptima posición del medallero, lucha por escalar posiciones y sumar nuevos campeones en pos de regresar con los objetivos cumplidos.
Catorce títulos acumula la comitiva de la Isla, que espera dar un asalto decisivo al medallero en la recta final de los Juegos, amparado en su poderío en la lucha grecorromana, el judo, el atletismo y el remo, sin obviar lo que puedan aportar la esgrima, el kárate, el ciclismo de ruta y la pelota vasca.
Todos tienen la calculadora en la mano y se amontonan las cuentas en torno a las posibilidades caribeñas en la recta decisiva de Lima, algunos con pronósticos muy optimistas que conducen a una remontada heroica, y otros recelosos por lo que puede ser un descalabro sin precedentes para el deporte cubano en los últimos 60 años.
Ciertamente, cualesquiera de los dos escenarios se pueden dar en las fechas venideras, en las que Cuba contará con exponentes sólidos, muchos de ellos favoritos para escalar a lo más alto del podio.
De entrada, el atletismo debe ser el encargado de impulsar al pabellón antillano con Yaimé Pérez y Denia Caballero, las discóbolas que han dominado por amplio margen toda la temporada internacional. También en el campo, Juan Miguel Echevarría acapara los focos antes de una batalla contra el titular olímpico Jeff Henderson en el salto largo.
La otra medalla que se da por segura en las pistas de Lima es la de Yorgelis Rodríguez en el heptalón, prueba sin grandes rivales para la antillana, quien no ha competido este año por diversas molestias.
Pero al margen de candidatos claros, del atletismo cubano genera dudas lo que podrán hacer Rose Mary Almanza, Yordan Díaz o Yarisley Silva, exponentes de nivel que tienen a rivales de mucha consideración por delante, todos con marcas superiores en lo que va de temporada.
Si los favoritos no fallan, de este segundo grupo dependerá, en gran medida, que el deporte rey se acerque o iguale su cosecha de Toronto (cinco doradas), algo que la delegación necesita con urgencia para acariciar la barrera de las 30 coronas.
En cambio, si alguno de los puntales no cumple con los pronósticos y no hay tampoco una sorpresa de las figuras de segunda línea, entonces Cuba estaría prácticamente condenada a quedar por debajo de las 30 medallas de oro por primera vez en Juegos Panamericanos desde Winnipeg 1967.
La misma fórmula se aplica para la lucha, disciplina en la que Cuba tiene cifradas sus mayores esperanzas para remontar posiciones de un tajo. Seis divisiones en el estilo grecorromano entre miércoles y jueves podrían marcar el inicio del repunte, con papel preponderante de Mijaín López e Ismael Borrero.
Después, vendrá la libre y los combates en la rama femenina, donde Cuba presenta equipos competitivos, pero sin claro favoritismo por la presencia de los mejores exponentes de la región, algunos de ellos incluidos entre los punteros de sus respectivas divisiones en el mundo.
El judo, por su parte, quiere reverdecer laureles y contribuir con una buena cantidad de títulos, pero, en honor a la verdad, llegar a las cuatro doradas propuestas costará mucho trabajo. Brasil aparece como el máximo rival en los tatamis, aunque este deporte ha redistribuido las fuerzas entre varios países del continente y varios pueden dar la clarinada.
Del resto de las disciplinas todavía en concurso, Cuba cifra esperanzas en el remo con Ángel Fournier y algún otro bote revelación, y también aspira a sorpresas en la esgrima –recuerden que el equipo masculino de espada ganó hace un mes el Panamericano del deporte en Canadá–, la pelota vasca o el ciclismo de ruta.
La mayor preocupación en este punto es que prácticamente no hay margen de error para los atletas cubanos, sobre todo los favoritos con pronóstico dorado. Esa presión añadida puede jugar en contra de los nuestros y, por ende, de los propósitos de acercarse o superar el umbral de las 30 coronas.
Por el mismo objetivo van México y Colombia, a quienes le restan competencias muy fuertes. Los aztecas se encomiendan al tiro con arco, al raquetbol, la pelota vasca e individualidades en el atletismo y la natación para su asalto final, mientras los cafeteros también evalúan sus opciones en el campo pista, el judo, la arquería, el patinaje de velocidad, el ciclismo BMX y la ruta.
Por si fuera poco, Argentina, con su empuje en los deportes colectivos (ya ganaron el voleibol, el balonmano, el softbol y el baloncesto masculino, y son favoritos en fútbol y hockey) y lo que puedan rescatar del remo (son los segundos que más oros han ganado en la historia de la disciplina), también se suma a la porfía por los puestos del cuarto al séptimo en el medallero.
No hay que ser un experto para darse cuenta de que el tramo conclusivo de los Juegos Panamericanos de Lima tendrá altas dosis de tensión, ya sea por el pulso del segundo escaño entre Canadá y Brasil, o por el gran duelo que proponen México, Colombia, Cuba y Argentina.
Para el pabellón de la Isla hay ilusión, certezas y también un montón de dudas respecto a la carrera de cierre. ¿Será suficiente el aporte de tres bastiones como atletismo, lucha y judo para repetir la cuarta plaza de Toronto? ¿Llegarán finalmente a las 30 medallas de oro? ¿Podrán mantener una racha de 14 Juegos Panamericanos consecutivos entre los cinco primeros del medallero? El asalto final dirá la última palabra.