Aunque todavía está fresco en las memorias el escándalo mediático que significó la goleada ante Rusia en la última fecha FIFA, la selección cubana de fútbol enfila su mirada hacia su próximo gran reto, quizá el más importante de todos y seguramente el más esperado por la afición futbolera de la isla: las Eliminatorias Mundialistas de CONACAF rumbo la Copa del Mundo de 2026. Se trata de la primera con la participación de 48 equipos y con la que, por circunstancias que explicaremos en este trabajo, pueden soñar —incluso— equipos del área que anteriormente veían muy lejano el sueño mundialista.
Con fecha de arranque fijada para marzo de 2024, las Eliminatorias de CONCACAF otorgarán tres plazas directas y dos repechajes a las selecciones participantes. Una cantidad de cupos que no parecen demasiados, pero si tenemos en cuenta que los tres equipos más importantes del área (Estados Unidos, México y Canadá) no jugarán torneo clasificatorio por ser sedes de la cita del orbe, podríamos hacer una larga lista de selecciones que tendrían posibilidades reales de acceder a los boletos en disputa y darles el alegrón a sus parciales.
El torneo clasificatorio se jugará en tres rondas, aunque Cuba no entrará al ruedo hasta la segunda, puesto que la primera solo la disputarán las cuatro selecciones de CONACAF peor ubicadas en el ranking FIFA. Esos elencos se medirán en playoffs directos de ida y vuelta, y definirán las dos que avanzan a la siguiente fase.
En la segunda ronda, que arrancará en junio de 2024, habrá 30 selecciones, divididas en 6 grupos de 5 equipos. Estos jugarán un solo partido contra cada uno de los rivales de su llave, 2 en condición de locales y 2 de visitantes. Tras estos 4 partidos, los 2 mejores ubicados de cada apartado avanzarán a la tercera y definitiva fase.
Allí, los 12 equipos clasificados serán distribuidos por sorteo en 3 llaves de 4 selecciones cada una. El ganador de cada uno de estos tres grupos clasifica de forma directa a la Copa del Mundo, mientras los 2 mejores segundos lugares se ganan el derecho de disputar el playoff de repechajes ante equipos de otras confederaciones.
Pero, ¿qué posibilidades reales tiene Cuba de lograr alguno de los tres cupos en disputa o, al menos, colarse en puestos de repechaje? Comparada con otras naciones del área como Panamá, Jamaica, Honduras, El Salvador, Haití, Curazao, Guatemala o Trinidad y Tobago, las opciones son más discretas, pero, sin que represente una contradicción, esta constituye la mayor oportunidad con la que ha contado la selección cubana, en décadas, de regalarle tamaño alegrón al país.
Y no le faltamos a la verdad si aseguramos que existe material humano para, al menos, conformar una plantilla que esté en condiciones de intentarlo de manera seria. Pero dicha plantilla está muy lejos de ser la que llevamos a la última fecha FIFA ante Rusia. Si ya el camino iba a ser difícil, incluso contando con nuestros mejores y más experimentados jugadores, lo mostrado por el equipo en tierras europeas dejó claro que la renovación nos aleja más del objetivo.
Por ello, retomar el proceso que iniciamos hace apenas unos meses tiene que convertirse un objetivo innegociable para directivos y cuerpo técnico. Las diferencias personales o motivaciones de otra índole no pueden poner en segundo plano el único criterio que nos puede acercar al sueño: el deportivo, el cual, a fin de cuentas, debe ser el único precepto válido a la hora de conformar una selección nacional.
Se impone, por tanto, poner el orgullo a un lado y limar todas las asperezas generadas entre jugadores, cuerpo técnico y directiva a partir de las inconformidades que generó la última convocatoria. Si bien ese papel corresponde a todos los involucrados e implica reconocer que existieron actitudes reprochables de uno y otro lado, el primer paso debe venir de la Asociación de Fútbol de Cuba que, en su condición de autoridad, debe jugar un papel conciliador en este tipo de situaciones.
Tras perder a Yosel Piedra por una lesión de larga duración, la presencia de Jorge Luis Corrales y Modesto Méndez cobra mayor importancia. Cavafe solo no puede. Y prescindir de los mencionados defensores pinareños constituye un disparo en la pierna que debilita una zona del campo en la que parecíamos tener titulares y banca asegurada; más ahora, con la agradable incorporación de Fabian Gloor.
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En estas circunstancias, tampoco estaría de más valorar las temporadas que están teniendo Darío Ramos o Erick Rizo en el fútbol de Nicaragua, sobre todo en comparación con la de otros jugadores que se están convocando, cuya calidad y experiencia son, a todas luces, inferiores a las de estos.
Se debe trabajar en la vuelta de los atacantes Onel Hernández, Maykel Reyes y volver a tocar en la puerta de Marcel Hernández, quizás el mejor goleador cubano activo. El ariete dijo en marzo pasado que los jugadores de la selección no tenían las mejores condiciones durante los concentrados, algo que después se ha comprobado. No obstante, Marcel aseguró que estaba en disposición de volver a vestir el traje de las cuatro letras, por lo que convocarlo sería una apuesta positiva.
En estrecho resumen, se debe conformar una plantilla pensando en el ahora y no en el futuro. La oportunidad es esta, por lo que se necesita actuar consecuentemente. No se puede pensar ahora en un proyecto a largo plazo, porque la mayor oportunidad de la historia moderna está en el presente, al doblar de la esquina.