Czesław Michniewicz tiene 52 años, pero aparenta 70. Vestido de traje y corbata en la banda del Al Thumama o cualquier otro estadio qatarí, el técnico parece un abuelo cascarrabias, señalando con un bolígrafo en la mano y cara de pocos amigos ante cualquier error de las “Águilas Blancas”. Sin embargo, algo llama la atención de la puesta en escena del polaco: nunca grita a sus delanteros, sino que descarga su furia hacia atrás, hacia el muro defensivo que ha levantado por delante de Wojciech Szczesny, el mejor portero del Mundial.
Esto no nos puede extrañar. The Special One Michniewicz o el “Mourinho polaco”, como muchos le conocen, fue arquero —no muy distinguido— en diversos clubes de su país durante 22 años, y pasó buena parte de su carrera corrigiendo a sus zagueros, casi implorando para evitar desatenciones que lo dejaran en solitario frente a los arietes contrarios. Por eso, cuando le entregaron el mando de la selección polaca meses atrás, decidió que debía armar un frente a fin de proteger a Szczesny.
A Michniewicz, quien tiene un proceso penal abierto en Polonia por amaño de juegos junto al mafioso Ryszard Forbrich, no le avergüenza su estilo. Al contrario, el fornido estratega entiende que las trincheras de la última línea son vitales para seguir con vida en Qatar. “Aquellos que no jugaron de forma defensiva durante la Copa del Mundo ya están en casa y viendo los partidos en televisión”, dijo antes de medirse a Francia en octavos de final, una prueba decisiva tras superar como segundos un grupo en el que estaban Argentina, México y Arabia Saudita.
Precisamente, su éxito en esa fase se basó en una idea ultraconservadora: encerrarse atrás y esperar alguna oportunidad de contrataque en los pies de Zielinski y Lewandowski. El plan fue un fiasco frente a México y Arabia, aunque increíblemente rescataron cuatro puntos de esos choques para avanzar a octavos junto a la albiceleste, que no los goleó gracias a un Szczesny imperial.
Pero los cruces de vida o muerte son otra historia. Michniewicz, ya sin red de emergencia, tenía que arriesgar para al menos dar la impresión de que no jugó a empatar o perder, y no sumar así otra causa a sus problemas de amaños y apuestas. “Queremos hacer algo diferente”, había avisado, aunque la modificación de su estrategia no pasó más allá de mover a Zielinski hasta la zona de creación y dar algo de aire a Frankowski y Matty Cash por las bandas. Arriba, Lewandowski estaba tan solo como siempre.
El plan no le dio resultados más allá de dos ocasiones que Hugo Lloris y Rafa Varane se encargaron de destruir para dar paso al recital de Rabiot y Griezmann en la medular, y al festín ofensivo de Kylian Mbappé, el diamante del que presume Tamin bin Hamad Al Thani, dueño del PSG, de Qatar y del Mundial. El emir, no en vano, jamás consideró la salida del crack rumbo al Real Madrid; estaba convencido de que el chico sería el rostro perfecto para elevar por los cielos la imagen de la Copa y del show qatarí
Mbappé ha cumplido su parte del trato en el campo. Sus cabalgadas, su potencia, su impresionante cambio de ritmo, su capacidad de asociación y su descomunal habilidad para definir lo han convertido en la figura del Mundial. Su impacto ha sido tan demoledor que ya es el pichichi (cinco dianas) del torneo y ha participado de manera directa (marcando o asistiendo) en los últimos siete goles franceses. Según Mister Chip, esta racha es la mejor de todos los tiempos (igualado con Gerd Muller, Oleg Salenko y David Villa) y puede continuar en cuartos de final.
Contra Polonia, el 10 de Francia fue un torbellino. De entrada, asistió a Oliver Giroud, quien se convirtió en el líder histórico de los goleadores franceses (52 dianas), por delante de Thierry Henry (51). Ambos celebraron el suceso en la banda del Al Thumama, conscientes de que Mbappé va a batir esa marca. Es cuestión de tiempo…
Para no dejar dudas, “Donatello” metió dos bombazos impresionantes contra Szczesny y se acercó a Giroud con 33 tantos vistiendo la elástica gala. A las puertas de cumplir 24 años, el genio de Bondy es el jugador más joven en lograr nueve dianas en Copas del Mundo, lo que nos invita a pensar que en los próximos años puede convertirse en el primero que logre 20 goles en estas citas. No se asombren, Mbappé parece no tener techo y su ambición tampoco conoce límites.
“Este Mundial es mi obsesión, es la competición de mis sueños. He construido toda mi temporada en torno a esta competición, me he preparado a tope tanto física como mentalmente para ganarla, que es el objetivo que me he fijado, aunque todavía está lejos. El único objetivo es ganar el Mundial, el resto es secundario”, dijo Mbappé luego de derrumbar a Polonia y meter a los actuales monarcas de nuevo entre los ocho mejores equipos de la Copa.
“Sabíamos cómo intentar frenarlos, pero no hay receta válida para detener a un jugador como Mbappé ni a un equipo como Francia. (…) Lo de Kylian Mbappé fue increíble, desde la forma en que jugó, hasta la clase de goles que hizo”, dijo Czesław Michniewicz, resignado tras la eliminación en un partido que se abrió totalmente, aunque al final los polacos contaron una oportunidad para recortar distancias.
En el epílogo, cuando ya todos estaban listos para irse a las duchas, a celebrar o al aeropuerto, Polonia se encontró con un penal cortesía del VAR, que no descansa ni aunque queden segundos. A priori, nunca es tarde para aplicar la justicia, pero habrá que ver si en el videoarbitraje son igual de rigurosos en un partido 0-0 en el minuto 97. Lewandowski, quien había fallado sus dos últimos penales (uno con el Barca y otro en la fase de grupos de la Copa) volvió a errar, pero hubo que repetir la jugada porque un francés entró al área antes de tiempo.
Al final, eso fue solo una anécdota. Francia clasificó a cuartos con la solidez de un campeón, lo mismo que Inglaterra, su próximo rival. Los chicos de los tres leones apabullaron a Senegal en un duelo sin misterios. El once africano intentó dar la sorpresa y estuvo a punto de conseguirlo, pero el arquero Jordan Pickford se encargó de ahogar el grito de gol con una atajada maravillosa que casi le desacomoda su perfecto peinado con laca y brillantina.
Tras esa acción, no hubo ni rastro de suspenso. Jude Bellingham, un joven con un talento especial, casi incomprensible para sus 19 años, tomó el mando del choque, recuperó, controló los tiempos, distribuyó y lideró las combinaciones que llevaron a los primeros goles de Jordan Henderson y Harry Kane. Luego de décadas de decepciones, es normal que los fanáticos ingleses, de Londres a Qatar, se emocionen cuando el mediocampista del Dortmund recibe el balón, levanta la cabeza y se saca un conejo de la chistera.
Bellingham da mucha frescura al equipo de Gareth Southgate, sobre todo cuando entra en funcionamiento su sociedad con Phil Foden, otra joya de la corona. El atacante del Manchester City, que interpreta tan bien los espacios y los tiempos, dio dos asistencias (a Kane y Bukayo Saka) frente a Senegal, algo que, según Mister Chip, no conseguía ningún inglés en partidos de eliminación directa de los Mundiales desde David Beckham en el 2002, hace 20 años y cuatro Mundiales. Casi nada…
Con estas armas, más Kane, Rashford y compañía, los ingleses quieren meterle miedo al campeón.
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