Ganar es el fin inherente a competir, o al menos esa es la óptica modernista del deporte. Sin embargo para la inmensa mayoría de los mortales conquistar una medalla de oro es una quimera. Ese era el caso del cubano Hanser García, un nadador que llegó a los Juegos Olímpicos de Londres-2012 como puro ornato y deslumbró al mundo al incluirse, contra todo pronóstico, en la gran final de los 100 metros estilo libre.
Hanser, o “El Pollo”, como lo conocen desde el Cabo de San Antonio hasta la Punta de Maisí, se convirtió en el primer cubano en la historia en clasificar a una final olímpica en esa modalidad y el primero desde Atlanta-1996 contando todos los estilos; en aquella ocasión Rodolfo Falcón y Neisser Bent, conquistaron playa y bronce, la actuación cubana más brillante de siempre.
Ya en la final, en la disputa del cetro de la cita estival londinense, García nadó a full pero su esfuerzo supremo le deparó apenas la séptima posición, tras ser superado por los monstruos de la especialidad, pese a cronometrar 48.04 segundos, su mejor prestación de por vida en esa distancia.
Hice realmente lo que pude y aunque estoy satisfecho, creo que quien no tenga ambiciones “está embarcao”; me da fuerzas para otro ciclo olímpico, soy joven y me sobra disposición para continuar en el camino, declaró el tritón antillano de 23 años, exjugador de polo acuático, minutos después de culminar la prueba en el centro acuático de la capital británica.
Quería más, el pueblo cubano al que tanto admiro, debe saber que nadé con el alma, entregué todo por darle una presea, fue muy difícil, era una carrera dura, me sentí el cansancio, reveló El Pollo al colega Fausto Triana, tras su acto de valentía quijotesca.
Con apenas tres años de experiencia como nadador, Hanser quedó séptimo en la carrera, superado por el campeón, el estadounidense Nathan Adrian (47.52), el favorito australiano James Magnussen (47.53), el canadiense Brent Hayden (47.80), el francés Yannick Agnel (47.84), dos veces monarca y en otra subtitular en esta misma reunión de Londres-2012, el holandés Sebastian Verschuren (47.88), y el brasileño César Cielo (47.92), recordista mundial del hectómetro y medallista de bronce en Beijing-2008, sexto.
Por supuesto se trata de nadadores del primer mundo, entrenados en piscinas de primer nivel e instalaciones de desarrollo deportivo ultra-avanzadas, con aplicaciones tecnológicas a las que Hanser García nunca accedió, e incluso difícilmente conozca que existen.
La determinación del joven cubano nacido en Villa Clara jugó un papel primordial es su proeza. “Esto me supera, que te puedo decir, es un premio muy grande por el cual luché con mucha entrega, amor y sacrifico”, reveló emocionado.
Cada vez que un cubano llegue a una final olímpica de la natación, o incluso a una final B, estaremos hablando de épica y odiseas. Solo ellos podrán dar testimonio fiel de cómo pudieron clasificarse, con las terribles condiciones de entrenamiento reinantes en el país.
Hanser García, El Pollo, es un héroe y su pueblo lo aclama como tal. En ocasiones, contadas ciertamente, ganar deja de ser el fin inherente a competir y las medallas pasan a un segundo plano.