Israel, con sus jugadores estadounidenses descendientes de judíos, fue la gran sorpresa del último Clásico Mundial de Béisbol, y para el próximo Campeonato Europeo en Serbia, con vistas a los Juegos Olímpicos de Tokio, tendrá en su staff a un lanzador cubano.
Alejandro Eskenazi, de 27 años, llegó a Tel Aviv desde La Habana en agosto pasado a través de un intercambio de jóvenes profesionales organizado por el programa israelí Masa, que incluyó el béisbol por primera vez. Aterrizó con visa de estudiante, válida por un año, y es ahora ciudadano de ese país.
Como fue buen jugador en La Habana y estuvo a punto de ingresar en los Industriales, Eskenazi –graduado del Instituto Superior de Cultura Física “Manuel Fajardo”– aprovechó la oportunidad y se involucró como coach con juveniles israelíes y a su vez compite en la liga local.
Aclara que no abandonó la isla y puede retornar para visitar a sus padres o vivir. Es el primer atleta cubano en participar en el programa Masa.
Con Israel y Cuba sin relaciones diplomáticas, la embajada de Canadá en La Habana y la de Israel en Ottawa sirvieron de intermediarios para su trámite, con un importante apoyo de amigos estadounidenses, según la prensa de aquella nación.
Antes, Eskenazi había estado tres veces en territorio hebreo. Visitó Tel Aviv en 2009 y 2011 como parte de un programa en el que casi medio millón de jóvenes descendientes de judíos de 66 naciones han sido invitados a Israel; volvió en 2013 como parte de un equipo de softbol de Cuba para los conocidos Juegos Macabeos.
“Como pitcher, Eskenazi es una gran adquisición para el equipo nacional israelí”, ha declarado Ophir Katz, director de desarrollo de la Asociación Nacional de Béisbol.
La escuadra jugará en el torneo europeo el próximo verano.
“La clasificación del equipo al Clásico fue un gran paso de avance, no esperado por muchos países. Como sabes, el conjunto fue conformado por judíos americanos sin nacionalidad israelí”, dice a OnCuba el pelotero cubano.
“Acá hay dos planteles, el que compitió en Seúl y Japón, y el Nacional, que es el que yo integro junto con israelíes y algunos estadounidenses que emigraron hace años y que jugamos la Liga Nacional. De ahí se selecciona a los mejores, como en Cuba”, añade.
“Mucho hubiésemos deseado jugar en el Clásico y representar a Israel”, dice el deportista habanero, quien revela que dos meses antes de la competencia mundial entrenó en Tel Aviv con el equipo de los estelares Josh Zeid y Jason Marquis.
Pues esa “banda” batió a Cuba 4-1 después de ganarle a Sudcorea, Taipei de China y Holanda. Después de haber entrado en el Clásico en el número 41 del rankig.
Para la menguada comunidad beisbolera israelí, que cuenta con apenas tres campos legítimos de béisbol y sólo unos 1.000 jugadores en activo, la actuación de este representativo estimuló su orgullo en un país donde sus practicantes son preguntados a diario sobre cuál es la diferencia entre un jonrón y un ponche.
La propia prensa local afirmaba que la mayoría de los israelitas no estuvieron conscientes de la faena de su equipo nacional ni de que se trataba de un evento que reunía a los mejores del mundo.
“Para mí fue súper emocionante haber visto ese juego entre Cuba e Israel, donde tenía amigos en ambos equipos”, cuenta el jugador originario de Arroyo Naranjo, que comenzó en la pelota a los ocho años y luego pasó al concentrado deportivo escolar “Mártires de Barbados”. Su formación continuó a la Academia ubicada en el estadio “Changa Mederos” en la Ciudad Deportiva.
Compitió en varios campeonatos provinciales y estuvo entrenando con Industriales, primero bajo el mando de Lázaro Vargas y después de Javier Méndez. Entre sus buenos amigos dice tener a Yasmany Tomás, hoy jardinero del Arizona Diamondbacks, de las Ligas Mayores, y a los adiestradores Ricardo Eizmendiz y Rolando Verde.
Eskenazi asegura que tras el Clásico hay que hablar de un antes y un después del beisbol en Israel. Allí, asegura, hay buenos atletas y entrenadores, pero es necesario expandirlo a pesar de la burocracia y de la falta de dinero.
”La Asociación necesita apoyo financiero… estamos jugando por amor al béisbol”, dice.