Es el mástil largo que sale de la caja. Del cuerpo del laúd. El que anuda las 7 cuerdas para que Santorelli las toque desde la banda. Pero más que un laúd, un baglama 1: las cuerdas son de tripa turca y a los arpegios no hay malla que los contenga. La música llena cada parte de la cancha. Dos horas y China se inclina rendida ante la ejecución. Las turcas tocaron el sonido de la historia. Ahora bailan la misma pieza que interpretaron.
El audio local la amplifica para que, al fin, se relajen. Se separó ya cada parte del instrumento, donde la cubana Melissa Vargas es el mástil largo que se arquea y sale de la caja, de la cancha y de todo. Con gracia. Con una gracia que no es del Caribe ni del Bósforo, ni siquiera del mediterráneo. Es solo de ella y de sus 23 años.
A Melissa en una mano le caben los trofeos de mejor opuesta y Jugadora Más Valiosa de Liga de Naciones del Voleibol (VNL). Al cuello, el oro de campeona del torneo luego de derrotar en la final a China en 4 sets. Ha sostenido a las otomanas con sus 26 puntos, el apoyo de la atacadora auxiliar Ebra Karakurt y la mano del técnico italiano Danielle Santorelli, que había llevado a la escuadra de Serbia al título mundial en 2022.
Una plata y un bronce era el palmarés de Turquía en estas lides, pero Vargas debutó esta temporada con la selección y ya danza un rato en la cima del mundo, un sitio al que desde que debutó con 13 años con el equipo Cuba se pensaba que podía llegar, aunque era imposible predecir el cómo.
En el año 2013, el niño prodigio de Cuba, Wilfredo León, se iba del país y de la escuadra nacional para siempre. Y en la selección femenina aparecía una suerte de réplica. Casi de bálsamo. Una hermana de genio y precocidad. Hermanos casi de destino en la vida. Y el resultado de este domingo lo vuelve a confirmar. Ella con 13 años y él con 14 ya convertidos en adultos para batirse ante los hombres y mujeres más capaces del mundo. Ella con 18 y él con 19, desengañados del sistema deportivo cubano.
Mientras León sufrió la imposibilidad de jugar en el exterior, Vargas tuvo la opción, pero bajo las condiciones únicas del Inder. Ambos se sintieron desprotegidos cuando padecieron lesiones más o menos graves (la lesión del hombro de Melissa terminó de empeorar sus relaciones con la Federación, que la presionó para que volviera a jugar, aun sin estar recuperada del todo).
Ambos entendieron a tiempo que su desarrollo deportivo sería fuera de Cuba o no sería: León es una leyenda del voleibol profesional en Rusia e Italia y a los 6 años de estar fuera de Cuba pudo competir por Polonia, el país de su esposa. Melissa, por su parte, primero llegó a la Liga Suiza y desde 2018 juega en los torneos turcos.
En 5 años ya ha vuelto al máximo nivel de selecciones. De ella dijo hace dos días Karch Kiraly, el DT de Estados Unidos y leyenda del voleibol mundial: “La vi en el año 2013 y tenía 13 o 14 años de edad cuando estaba jugando para la selección de Cuba. Ahora con 23 años, nacionalizada turca, es de una de las dos jugadoras más duras del planeta con saque desafiante, la otra es la rusa Arina Federotseva.”
Leon y Melissa pudieran ser incluso los gemelos que más tiempo se llevan uno de otro: Seis años de diferencia de edad. El santiaguero, tras una temporada recuperándose de una operación (se perdió el pasado Campeonato Mundial), estará en los cuartos de final de la rama masculina de la VNL, donde busca volver a ser un arma letal desde zona 4. De Melissa, mientras escribo estas líneas, se discute en todo el orbe en qué lugar del top 5 se encuentra.
Los dos encabezan la larga lista de estrellas del deporte que ha perdido Cuba. El béisbol y el voleibol son los casos más graves en los que se reflejan estas pérdidas en actividades colectivas, por la calidad de los atletas. Si bien fue positivo el “rescate” de Robertlandy Simón y Michael Sánchez para el combinado masculino debido a algunas flexibilizaciones de políticas del Inder, todavía lo que se logra es mínimo para la cantidad de jugadores cubanos dispersos por algún rincón de la tierra: Rosanna Giel, Fernando Hernández, Raydel Hierrezuelo, Kenia Carcacés, Leandro Macías, Yordan Bisset, etc.
Una pérdida que no solo responde a cuestiones económicas, sino a políticas y a la relación entre atletas y directivos. Nótese que la sangría no cesa a pesar de la apertura, que era impensable al momento, por ejemplo, de que León saliera de Cuba.
Asimismo, ninguna de estas estrellas nacionalizadas o no deja de ser cubana (como han dicho colegas desde la redondez de una mesa de trabajo). Todas son parte de lo que he denominado “el cuerpo deportivo de la nación cubana”. El triunfo de Melissa con el equipo de Turquía también es, en parte, un triunfo de Cuba como nación. Existe un deporte cubano fuera del Inder y hay que aprender también a seguirlo y disfrutarlo.
No es lo ideal; por supuesto que no lo es, pero en cada una de las decisiones de los que ya no compiten bajo la bandera cubana está un componente fuerte de realización personal y búsqueda de nuevos horizontes, con todo el sacrificio que ello conlleva. Así está el país a nivel social hace bastante tiempo. Y el deporte es parte de ello también.
A la espera de más políticas inclusivas por parte de los organismos que rigen el deporte en Cuba, aceptar a los atletas que hayan abandonado una delegación oficial (pagar un impuesto en metálico pudiera ser una solución salomónica en esos casos) pudiera ser un primer paso.
Recientemente, la Federación Internacional de Voleibol tomó la decisión de no permitir que un atleta que haya jugado en la selección mayor de un país se nacionalice para competir en otro. Además, aquellos que no hayan competido por su nación en un equipo de mayores tendrán que establecer residencia por 3 años (antes era de 2) en su nuevo destino para hacer efectivo el cambio de Federación. La situación del atleta que se nacionaliza es mucho más compleja que un simple deseo o antojo personal. Dejar a los Wilfredos León sin rugir en unos juegos olímpicos o a las Melissas Vargas sin ser los mástiles de la VNL sería un crimen. Mientras, que suene el baglama en toda Turquía. Y el son y la rumba.
Nota:
1 Instrumento musical típico de Turquía.
Wilfredo León y Melisa Vargas eran ya en Cuba lo que son ahora tremendos jugadores a nivel mundial; no es necesario este comentario todos aquí en Cuba lo sabemos; así como en lo personal no reprocho las decisiones de cada quien son individuales.
Melissa Vargas es una gran jugadora de voleibol, pero también una gran persona.
Quisiera agradecer a Cuba por criar a Melissa Vargas.
Saludos desde Turquía a todo el pueblo cubano.