Tras alzar en Colima, México, la corona en la lid panamericana con victoria apretada sobre la segunda selección de Argentina, el plantel masculino cubano de voleibol está a las puertas de uno de sus grandes retos de la temporada: la Copa Challenger de Eslovenia que da acceso a la Liga de las Naciones (VNL por sus siglas en inglés) del próximo año.
Ljubljana, capital eslovena, acoge desde hoy este match de retadores, en el que participan Chile, Egipto, Bielorrusia y Turquía, además de los anfitriones y los antillanos, todos en busca del único boleto disponible para uno de los eventos de selecciones más fuertes y exigentes del calendario internacional.
Cuba no tiene buenos recuerdos de la Copa Challenger, pues el pasado año, cuando parecía que podían pelear por el boleto a la VNL, cayeron a un humillante cuarto puesto luego de perder estrepitosamente contra República Checa, Portugal y Estonia.
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La misión este año, frente a nuevos rivales, es enterrar los fantasmas y escribir una nueva historia, lo cual pudiera ser posible, teniendo en cuenta que en un año el grupo ha mantenido su base y los jugadores han ganado experiencia.
En Eslovenia, estarán los mismos que ganaron en Colima. Todo el protagonismo recaerá, por tanto, en el auxiliar Miguel Ángel López, Jugador Más Valioso del torneo continental, Roamy Alonso, segundo mejor bloqueador, y Jesús Herrera, la revelación de últimos meses en la posición de opuesto.
Además, se espera que Osniel Melgarejo y el poderoso joven Marlon Yang puedan ser consistentes y estables, lo mismo que el pasador Adrián Goide.
Al margen de los argumentos del voleibol cubano, es conveniente mantener la prudencia y no lanzar campanas al vuelo. Ljubljana será una cita enredada, en la cual se deben superar primero los escollos de Bielorrusia y Egipto, para pensar después en las instancias decisivas.
Los bielorrusos, puesto 48 del ranking mundial, aparecerán en el primer examen este jueves, luego de su presentación inicial contra los faraones. Por su ubicación en el escalafón del orbe y un historial nada destacado, podría pensarse que los euroasiáticos serán una presa fácil, pero no hay ninguna garantía de ello.
Bielorrusia viene de jugar, hace poco más de un mes, un total de ocho partidos en la Golden League europea, torneo en el cual se dieron el lujo de superar en semifinales a Holanda, octavo escaño del Mundial de voleibol del año pasado. Después perdieron con Turquía en la discusión del cetro, pero sin dudas llegan con un rodaje competitivo superior al de Cuba en términos cualitativos.
Sobre Egipto, oponente del venidero viernes, no hay muchas pistas, pero es el mejor equipo africano del ranking mundial, en el que ocupan el puesto 13, cinco escaños por delante de Cuba. En la lid del orbe de Bulgaria e Italia, en el 2018, solo ganaron un pleito frente a China, y sucumbieron contra Brasil, Holanda, Francia y Canadá.
De pasar la fase de grupos en uno de los dos primeros lugares de la llave, la selección que dirige Nicolás Vives se medirá en el cruce (sábado 6 de junio) a Turquía o Eslovenia, los previsibles clasificados de la otra llave, en la cual Chile tiene muy pocas opciones.
Ese duelo semifinal será una prueba de fuego, independientemente del contrario. Los turcos, aunque están en el lugar 33 del escalafón mundial, ganaron invictos la Golden League europea hace poco más de un mes, mientras los eslovenos, además de su condición de local, demostraron estar un nivel por encima de Cuba durante el pasado Mundial, en el que superaron la primera ronda y culminaron en el lugar 12.
Los antillanos, que tienen la mirada puesta en los Juegos Panamericanos de Lima, deben ser conscientes de la dificultad del reto y sería prudente no afrontarlo como una mera parada de preparación rumbo a la lid continental.
Más allá de este último detalle, la Copa Challenger es la puerta de entrada a un calendario internacional de máxima exigencia para el 2020, algo que necesita con urgencia el voleibol cubano, desprovisto de topes al más alto nivel durante las temporadas precedentes.