Al deporte cubano podríamos compararlo con un boxeador que, pese a su desventaja técnica y contra los pronósticos, da buenas peleas y consigue cinturones. A ese tipo de peleadores, el tiempo y la necedad terminan mandándolo a la lona, probando su capacidad de ponerse en pie.
En lo que va de década, Cuba ha sufrido, como nunca antes, un terrible éxodo de atletas y entrenadores a todos los niveles. Ello, unido a la falta de buenas políticas e inversiones, deviene en la caída de la mayoría de sus indicadores competitivos internacionales.
En este 2023, varios golpes al prestigioso rostro del movimiento deportivo cubano provocaron varios titulares de prensa, así como preocupación entre aficionados y entre quienes lo dirigen.
Repasemos entonces esta suerte de conteo de protección de los últimos 12 meses.
San Salvador 2023 o el retroceso del Cerro Pelado
En 1966 un buque mercante llamado Cerro Pelado llevó a una comitiva cubana hasta San Juan, Puerto Rico, en medio de una gran polémica por la negativa del gobierno de Estados Unidos de no entregarles a sus miembros las visas para participar en los X Juegos Centroamericanos y del Caribe, que organizaba la capital de aquel Estado Libre Asociado. La proeza de aquella delegación no solo pasó a la historia de las relaciones políticas, pues en el plano competitivo Cuba logró escalar hasta el segundo puesto del medallero general por países, posición de la que no descendería hasta el pasado mes de julio.
Durante todos estos años, la Mayor de las Antillas se había erigido, cual David, como la gran potencia deportiva centrocaribeña, por delante de naciones gigantes como México, Colombia o Venezuela. Por eso, la mayoría de los cubanos perdió la paciencia este verano al ver a sus deportistas caer en disciplinas que estaban acostumbrados a dominar.
No obstante, el resultado final no tomó por sorpresa a casi nadie, pues previo al comienzo de la cita las autoridades del Instituto Nacional de Deportes Educación Física y Recreación (Inder) pronosticaron que por primera vez desde Panamá 1970 se conseguirían menos de 100 medallas de oro: aspiraban a un botín menor de 80.
Y en efecto, a las 74 coronas que dejaron a Cuba en el tercer escaño del podio general se sumaron 59 platas y 63 bronces, lejos de las cosechas de México (145-108-100) y Colombia (87-92-65). Las apuestas económicas de las naciones de la región en deportes como boxeo, esgrima, taekwondo, remo o tiro, en contraste con las limitaciones para su desarrollo en la isla, han abierto una brecha por la que se nos escapan muchas preseas. Esas mismas diferencias dejan cada vez más atrás aquella imagen del medallero de Ponce 1993, donde nuestra delegación reinó con 227 coronas.
¿Dónde se perdió el botín cubano en los Juegos Centroamericanos y del Caribe?
Hasta Santiago a pie
Con los números conseguidos en la capital salvadoreña sobre la calculadora, los pronósticos del Inder para los Juegos Panamericanos resultaron aún más conservadores. Por eso los 30 metales dorados, 22 plateados y 17 bronceados acumulados por nuestra comitiva lucieron como proeza, cuando en realidad constituyó otro paso atrás en historial continental.
Si bien el quinto lugar general, por detrás de Estados Unidos (124-75-87), Brasil (66-73-66), México (52-38-52) y Canadá (46-55-63) supera el sexto ocupado hace cuatro años en Lima, resulta engañoso. Colombia, por ejemplo, estuvo a solo un oro de distancia y nos superó en el total de medallas, al igual que Argentina y Chile.
La treintena de títulos es la cantidad más pobre que se conseguía desde Winnipeg 1967, al igual que la sumatoria de 69 preseas, pues desde aquel entonces solo en Toronto 2015 (97) se bajó del centenar. El orgullo nacional se vio golpeado porque no subimos al podio en ninguna disciplina colectiva por primera vez desde 1959, aunque vale destacar el subtítulo de la dupla masculina de voleibol de playa.
Por muy sorprendente que parezcan estos datos, la verdad es que son parte de una tendencia decreciente que se manifiesta desde Santo Domingo 2003. En cada una de las reuniones panamericanas de este siglo disminuye la cantidad de títulos y, por consiguiente, se diluye el poderío que por décadas solo le disputó a Cuba Estados Unidos.
La cruda realidad ha obligado a los responsables del alto rendimiento deportivo cubano a redireccionar sus recursos y estrategias para priorizar a determinadas disciplinas y atletas con miras a los Juegos Olímpicos de París 2024.
Cuba en Santiago 2023: la otra narrativa de los Juegos Panamericanos
Más bolas que strikes
A principios de año, el llamado Team Asere reverdecía los laureles del pasatiempo nacional con su inclusión entre los cuatro mejores del V Clásico Mundial. Sin embargo, a ese strike al centro de la felicidad de los aficionados siguió el habitual descontrol en los resultados y en la gestión de la pelota cubana.
En febrero ya había caído el primer lanzamiento malo en la arena internacional, cuando el Agricultores tuvo una de las peores actuaciones de un conjunto cubano en la historia de las Series del Caribe. El campeón de la primera Liga Élite comenzó con victoria ante el representativo de Curazao para luego perder seis veces contra el resto de los participantes. Fue tan caótico el desempeño de los discípulos del experimentado timonel granmense Carlos Martí que posiblemente los organizadores no vuelvan a invitar al equipo de las cuatro letras en un buen tiempo.
Con el clima en contra, la novena cubana que intervino en los Juegos Centroamericanos y del Caribe tuvo que conformarse con la medalla de plata. Los nuestros iban a discutir la final ante México, pero las intensas lluvias, que ya habían retrasado demasiado el calendario, obligaron al comité de San Salvador 2023 a entregarle el título al elenco de mejor desempeño en la etapa clasificatoria, en este caso: los mexicanos.
Octubre trajo contrastes: mientras la selección nacional se alzaba con la V Copa del Caribe, los Alazanes de Granma eran eliminados de la Baseball Champions League. Los orientales, campeones de la pasada Serie Nacional, sumaron un triunfo en el debut, pero cedieron frente a los Caimanes de Barranquilla y los Leones de Yucatán, anfitriones de la lid.
Por otra parte, los dirigidos por Armando Johnson pasearon invictos por el torneo caribeño organizado en San Juan, Puerto Rico, de la mano de las principales figuras que se preparaban para los Juegos Panamericanos.
En conteo completo de dos strikes y tres bolas, el escenario decisivo sería Santiago 2023, donde la única aspiración era reconquistar la corona continental. Todo parecía marchar bien tras el debut exitoso ante Colombia, pero los reveses contra Venezuela, Panamá y Brasil sacaron a la novena de la isla de la súper ronda. Para colmo, República Dominicana también lució superior en el partido de cierre y relegó a los 12 veces campeones al sexto puesto, igualando así su peor ubicación histórica. Aquel recuerdo de Río de Janeiro 2007, la última ocasión en la que se ganó el torneo beisbolero de los Panamericanos, parece de otra vida.
Como si fuera poco, el año cerró con la eliminación del seleccionado Sub-23 en el certamen pre-mundial de América. Este panorama adverso a nivel internacional no es más que el reflejo de lo que se vive dentro del país, donde la Comisión Nacional no logra garantizar el correcto funcionamiento de sus competiciones.
La Serie Nacional tiene que apelar al orgullo territorial, más que a incentivos y calidad organizativa. Mientras, la Liga Élite transcurre demasiado alejada de su nombre. Pelotas defectuosas, bates ilegales, uniformes que no llegan en tiempo, bajísimos salarios y problemas de transporte componen el cóctel de bienvenida del pasatiempo de los cubanos.
Así las cosas, solo con el concurso de algunas de nuestras estrellas de Grandes Ligas, volvimos momentáneamente a la élite mundial.
KO en Tashkent
Si de golpes dolorosos se trata, no podía faltar en esta lista el que le propinaron al nombrado Buque Insignia del deporte cubano en el Campeonato Mundial de Boxeo de Tashkent, Uzbekistán, en mayo pasado.
Resulta que, entre polémicas arbitrales y poca pegada frente a rivales de peso, los Domadores de Cuba solo vieron coronarse a Yoenlis Hernández (75 kilogramos), mientras Saidel Horta (57 kg), Erislandy Álvarez (60 kg) y Fernando Arzola (+92 kg) quedaban en plata. Alejandro Claro (48 kg) y Yosbany Veitía (54 kg) se bañaron en bronce. De esta manera se cayó al cuarto puesto por países, después de quedar primeros en la edición precedente en Belgrado 2021.
Las seis preseas conseguidas están lejos de ser la cantidad más pobre para una selección antillana en lides del orbe, pues hace cuatro años en Ekaterimburgo, Rusia, conquistamos solamente una de cada color. Eso sí, fue la tercera ocasión en la que sonó una sola vez el Himno de Bayamo, al igual que en Roma 2009 (Roniel Iglesias) y la mencionada Ekaterimburgo (Andy Cruz).
No obstante, este botín supo a poco porque se trató de un certamen al que se ausentaron 19 países, entre ellos potencias como Estados Unidos, Ucrania, Inglaterra, Alemania e Irlanda, a modo de protesta por la inclusión de atletas rusos y bielorrusos.
Resultó esperanzador que la mayoría de los medallistas fueron figuras debutantes, pero al mismo tiempo preocupó la caída del núcleo duro del conjunto: los multimedallistas mundiales Lázaro Álvarez (63,5 kg), Arlen López (80 kg), Roniel Iglesias (67 kg) y Julio César la Cruz (92 kg).
En el viaje de regreso, el grupo que dirige el veterano entrenador Rolando Acebal perdió a su activo más valioso, el campeón Hernández, quien decidió romper con la Federación Nacional y buscar suerte en otros circuitos profesionales.
Los efectos de este golpe en Tashkent se sintieron durante toda la temporada, pues en los torneos de San Salvador 2023 (2 oros, 2 platas y 5 bronces) y Santiago de Chile 2023 (2-1-1) tampoco se cumplieron los propósitos del cuerpo técnico.
Glorias en el equipaje
Los golpes descritos anteriormente están condicionados por la marca del éxodo en las filas deportivas. Así lo reconoció José Antonio Miranda, director general de Alto Rendimiento del Inder, previo a los Juegos Panamericanos, a inicios de octubre, cuando declaró en televisión nacional que “la migración de atletas y entrenadores nos ha afectado: 109 atletas dejaron de estar con nosotros en 2022, y 78 en 2023”.
El número exacto se torna casi imposible de calcular, porque las vías de emigración de los deportistas se han multiplicado. Según el periodista Francys Romero, hasta el 16 de diciembre 75 deportistas cubanos activos abandonaron delegaciones o contratos oficiales en el extranjero, pero casi la misma cantidad ha partido desde Cuba a otros destinos.
A la ola migratoria no solo se han subido quienes están activos, sino también glorias y otrora entrenadores. De esta manera, a figuras estelares como el boxeador Yoenlis Hernández, la discóbola Denia Caballero o los peloteros Yariel Rodríguez e Iván Prieto, se suman excampeones como Osleidys Menéndez, de atletismo, Driulys González, de judo, o Roger Machado y Yorelvis Charles, de béisbol. En cuanto a la fuerza técnica, solo hay que revisar las nóminas de otras delegaciones en eventos internacionales de boxeo, atletismo o béisbol para darse cuenta del fuego amigo que nos impacta.
Con todo esto y más en contra, el deporte cubano cierra otro calendario de pie sobre el cuadrilátero. Los golpes de realidad le sacuden su estructura, pero no lo fulminan, porque lo sostienen décadas de trabajo y pasión desde la base hasta los grandes escenarios. La gran incógnita es cuánto tiempo podrá seguir aguantando en estas circunstancias.