En la madrugada del 28 de septiembre del 2000, en La Guernica, un “barrio revoltoso” en la zona norte de la ciudad de Camagüey, estaban despiertos unos pocos fanáticos que maldecían la suerte de un peludo australiano. Jay Taurima, saltador eléctrico y desconocido, le robaba la gloria olímpica a Iván Pedroso. En las estrechas calles agramontinas no se sentía ni la brisa, pero en solo unos segundos el silencio no tuvo cabida.
“Desde que tengo conocimiento deportivo, sé lo que pasó en Sídney. El último intento, la tensión, la marca… fue un enfrentamiento duro, de presión, y me he dado cuenta que el único que podía ganar así era Pedroso. Para mí siempre va a ser el mejor saltador de la historia, me siento representado con él”, asegura Juan Miguel Echevarría, quien tenía solo 25 meses de vida cuando el Saltamontes cubano inmortalizó su nombre en los libros olímpicos.
Dieciocho años después de aquella noche de vértigo, las analogías y comparaciones entre Pedroso y Juan Miguel están a la orden del día, pues el entonces bebé camagüeyano saltó del anonimato a la fama y se convirtió en el campeón mundial bajo techo más joven de la historia, algo que en La Guernica nadie imaginó.
Espigado, vivaz y rápido, Echevarría creció como un niño alegre, atrevido, de pocas palabras y mucha acción. “Esa es mi forma, no la cambio, viene de mi barrio, de mi crianza. Desde pequeño he sido así, y voy a seguir siendo así”, cuenta, montado en la máquina del tiempo que lo traslada a sus inicios en el atletismo.
“Un profesor vino a mi escuela, Ernesto Lucas Ruiz, y en el receso hizo varias pruebas. Salí bien, y ahí mismitico decidí correr. Era rápido, me gustaba el deporte y quedé todavía más atrapado en ese mundo cuando gané tres medallas de oro y una de plata en mi primer torneo pioneril”, rememora.
Eso sucedió en el 2008, hace solo una década, justo lo que ha necesitado Juan Miguel para despegar desde La Guernica hasta la Arena Birmingham, donde se tituló campeón mundial bajo techo con 19 años y 203 días. “El tiempo voló, pero el camino ha sido largo y duro. Recuerdo lo malo que era en lanzamientos y resistencia cuando comencé…, pésimo, y tenía que hacerlo todo como se exige en categorías tempranas. Por suerte, después me quedé en los saltos. Eso cambió mi vida”.
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El invierno en Europa le robó un montón de días a la primavera en el 2018. Por las calles de Alemania, Juan Miguel Echevarría caminó con gorros y guantes como un perfecto desconocido. Quienes pasaban a su lado veían solo a un moreno fuera de su entorno natural, sin imaginar que estaban frente a un futuro titular del orbe.
Allí, el joven conversó todo el tiempo con Daniel Osorio, su “entrenador, fisioterapeuta, médico, amigo y padre”, buscando, principalmente, las herramientas para mantener la concentración en un gran escenario. “Hablamos de muchos detalles, y ese intercambio fue la mejor preparación de cara al Mundial. Aprendí y entendí que si tienes todas las condiciones y no estás enfocado, jamás te saldrán las cosas como habías pensado”.
Y justo así, con plena convicción de que podía ser superior al resto, Juan Miguel se estiró en Birmingham hasta los 8.46 metros, la cima universal. Puso la mente en blanco, concentrado solo en la carrera de impulso y en su secuencia de pasos hasta la tabla, y dejó boquiabiertos a un sinfín de especialistas, conscientes todos de que esa fue solo una muestra de su mayúsculo arsenal.
“Mi meta es la perfección y eso cuesta muchísimo trabajo. Tengo las herramientas, soy rápido, alto, fuerte, potente y me esfuerzo para pulir los movimientos, fortalecer los músculos y lograr una mayor sincronización”, asegura, en un tono que parece de un atleta consagrado.
Su brinco, más allá de colocarlo como un prodigio y una de las más grandes promesas a nivel mundial, es una prueba de que el atletismo cubano respira y tiene baluartes talentosos y jóvenes para sacar la cara por un movimiento deportivo que, en sentido general, genera más dudas que certezas.
“Estamos trabajando para arrasar en los Centroamericanos de Barranquilla y pensando también en los Olímpicos del 2020. Queremos demostrar a la gente que pueden seguir confiando en el atletismo cubano”, sentencia.
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Juan Miguel Echevarría ha asimilado la fama con naturalidad, sin temor ante los reflectores, básicamente porque tiene la certeza de que no lo pueden opacar. “Voy a las competencias a divertirme. La presión del público no me preocupa, al contrario, disfruto que la gente se levante cuando salto, algunos para apoyarme y otros para verme perder. Los resultados los he conseguido con calma, todo se logra poco a poco. Yo gané un Mundial con 19 años y es algo importante, cierto, pero eso no me va a durar toda mi carrera, ahora tengo que estabilizar y mantener mi nombre en alto”, expresa Echevarría, quien no parece tener ninguna obsesión, salvo por un detalle: los Juegos Olímpicos.
Cuando se le pregunta por Tokio, se muerde los labios, a sabiendas de que el concierto estival es lo más grande para cualquier deportista. “Voy a llegar con 22 años, muy joven, con más fuerza, más velocidad, mayor madurez competitiva y quiero lograr un resultado. Mirar con luz larga no está mal”, precisa, aunque frunce el ceño cuando le recuerdo que la gloria olímpica le fue esquiva a Iván Pedroso hasta los 28 años.
“El atleta debe saber ganar y perder. Yo voy a ganar, pero estoy consciente de que siempre no lo podré lograr, porque un día malo lo tiene cualquiera o porque los rivales se preparan muy fuerte y tienen todas las posibilidades. Eso sí, cuando me toque perder solo buscaré mis errores y los interpretaré para rectificarlos, sin pelearme con nadie, a fin de cuentas, el máximo responsable siempre es uno”.
¿CUÁNTO HABÍAN SALTADO LOS MEJORES DE LA HISTORIA CON EDAD DE JUAN MIGUEL ECHEVARRÍA?
Juan Miguel Echevarría
Su mejor marca (al aire libre): 8.40 metros (con 19 años y 217 días)
—Iván Pedroso (campeón olímpico y cuatro veces campeón mundial)
Logró 8.41 metros con 19 años y 143 días
—Carl Lewis (cuatro veces consecutivas campeón olímpico)
Logró 8.62 metros con 19 años y 345 días
—Mike Powell (recordista mundial)
Con 20 años tenía 8.06 metros como mejor marca. No saltó más de 8.40 hasta los 24 años
—Bob Beamon (recordista olímpico)
Con 21 años tenía 7.93 metros como mejor marca. No saltó más de 8.40 hasta los 24 años, justo cuando logró la corona olímpica en México 1968
—Irving Saladino (campeón olímpico)
Con 20 años tenía 7.39 metros como mejor marca. No saltó más de 8.40 hasta los 23 años
—Dwight Phillips (campeón olímpico y cuatro veces campeón mundial)
Con 20 años tenía 7.24 metros como mejor marca. No saltó más de 8.40 hasta los 26 años.
Tengo la suerte de verlo nacer como atleta pues fuy el entrenador q llevo a camaguey en el 2008 ese año fuimios los campeones y el fue la figura gano la velocidad el solto alto y largo
Felicidades para usted Sr. Yovany y a todos los entrenadores de base que nadie menciona cuando un atleta formado por el llega a la gloria. Gracias a todos ustedes por su trabajo.