Mucho me temo –y ojalá no me acusen de negativo o ignorante- que Cuba pasará por los Mundiales de Atletismo de Londres dejando buenas sensaciones en materia de proyección futura, pero un regusto amargo en cuanto a su ubicación definitiva en el evento.
Creo que no habrá medalla de oro para la delegación. Que la historia de Daegu 2011 y Moscú 2013 se repetirá como tragedia. Me parece, inclusive, que obtener tres preseas –la menor cantidad conseguida después del desastre de París 2003- sería un sobrecumplimiento de la norma.
Porque, seamos realistas, lo que se dice por un puesto en el podio –así, con posibilidades objetivas y no con utopías por medio- van apenas dos modalidades para damas: el lanzamiento del disco y el salto con pértiga. Casualmente, las mismas pruebas que en la cita precedente de Beijing nos colocaron en el décimo peldaño de la clasificación por países.
Un alto para recordar: hace dos años la delegación cubana obtuvo un trío de galardones. Los áureos correspondieron a Yarisley Silva, vencedora en garrocha con 4,90 metros; y Denia Caballero, dueña y señora del platillo volador con 69,28. El premio de plata, mientras tanto, fue al cuello del triplista Pedro Pablo Pichardo, quien ya no compite por la Isla.
Con permiso del linaje de algunas coequiperas, Yaimé Pérez se me antoja la principal opción del certamen para Cuba. Su nombre aparece en el segundo lugar del ranking del año con un respetable disparo de 69,19, el cual representa el tope histórico de la muchacha de 26 abriles. Cuarta en la cita mundialista precedente, esta vez la vislumbro en el segundo escaño, aventajada únicamente por la fuera de serie croata Sandra Perkovic.
¿Quién está en condiciones de afectarle el color de la medalla? Ante todo, por encima de las demás, su compatriota Caballero. Titular vigente de la especialidad, tuvo una temporada opaca hasta que hace unas horas estampó un morterazo sobre 67 metros y se metió de lleno en la pelea. Insisto, Perkovic aparte.
La otra gran ilusión nacional, Yarisley Silva, estará nuevamente doblando el implemento con esa carga de inusual competitividad que pone en cada salto. La pinareña sabe de podios olímpicos y universales, aunque para reeditar la victoria tendría que desplazar no a una sino a cuatro adversarias que parten con ligeras ventajas en el escalafón anual: la griega Ekaterini Stefanidi, las estadounidenses Sandi Morris y Jennifer Suhr y la neozelandesa Eliza McCartney.
Poco más es sensato aguardar de los cubanos. Quizás valga la pena estar atentos a Maikel Massó (8,33) y Juan Miguel Echevarría (8,28) en longitud, habida cuenta de que esta disciplina vive un largo período de inestabilidad y en ese río revuelto ya ha pescado más de un pescador inesperado. Y, por supuesto, no se debe pasar por alto a Andy Díaz, cuyos 17,40 en el triple lo tienen en el Top Five de la campaña (aquí el oro y la plata parecen entregados de antemano a los norteños Christian Taylor y Will Claye).
Un repaso a las edades de los integrantes de la comitiva insular a la lid londinense, refleja de inmediato que hay suficiente camino por andar para unos cuantos que ya exhiben registros de nivel. Si continúan su progresión, si no se desmotivan o abandonan el país en busca de horizontes económicamente más apetecibles, cabe vaticinar desde ahora un buen Mundial en 2019 para Cuba. Pero eso todavía está por llegar. Hoy por hoy, con las fuerzas que tenemos, no se ven –mejor dicho, yo no veo- razones para vestirse de optimismo.
Muy de acuerdo pero ojo con Yaimé… voy a ella contra la Perkovic!!!