Dicen que el que persevera triunfa…y tienen razón. Una de las mayores pruebas de ello, tal vez, la protagonizó la nadadora estadounidense Diana Nyad, quien tras muchos intentos de cruzar el Estrecho de la Florida cubrió el trayecto entre La Habana y Cayo Hueso sin ningún tipo de protección.
Minutos después de su llegada a suelo norteño el propio presidente de Estados Unidos, Barack Obama, espetó a través de su cuenta de Twitter: “Felicitaciones, nunca renuncies a tus sueños”, algo de lo que Nyad siempre ha estado convencida, digamos que lo tiene como su filosofía de vida.
“Tengo tres mensajes. Uno, nunca debemos rendirnos. Dos, nunca se es demasiado viejo para intentar que los sueños se cumplan. Tercero, parece un deporte en solitario pero en realidad es el esfuerzo de todo un equipo”, sentenció la veterana atleta, extenuada después de 52 horas, 54 minutos y 18 segundos nadando.
Pero el premio es inigualable tras cuatro intentos fallidos desde el 2011, solo que ahora la suerte la acompañó, porque sin dudas este es un factor imprescindible en una trayectoria muy complicada.
Para tener una idea, Diana nadó con un traje contra medusas y tenía disponible una máscara protectora de la cara, además de un equipo de vigilancia de tiburones que se lanzaba al agua cada 15 minutos para examinar el agua en busca de escualos o de medusas.
Todas estas medidas para cubrir una distancia superior a las noventa millas. “Diana está en camino a nadar 112 millas en su intento por convertirse en la primera persona que cruza el estrecho sin una jaula contra tiburones. Esto es 35 millas más que lo que nadie ha nadado nunca antes”, dijo su navegador, John Bartlett, previo a la salida, tal vez con ciertas dudas sobre si lograría la hazaña.
Sin embargo, Nyad cruzó la barrera de arrecife cerca de Key West a las once de la mañana y llegó a la playa Smarther minutos antes de las dos de la tarde, señal inequívoca de que el sueño estaba por cumplirse.
Salió arrugada del agua, cansada, pero con la sonrisa y la satisfacción de vencer un reto tremendo que antes, solo la australiana Susan Maroney había logrado, pero protegida por una jaula contra los escuálidos en 1997, cuando tenía 22 años.