Héctor Rodríguez cumplió 65 años este 12 de agosto en La Habana y ya está de vuelta en Madrid; justo cuando sus colegas del judo masculino se despedían del tatami en Río de Janeiro sin conseguir un metal por primera vez en 40 años desde que el campeón de Guanajay hiciera su proeza en Montreal 1976, en los 63 kilogramos.
A partir de aquella fecha los cubanos siempre estuvieron en el podio olímpico, excepto en Los Angeles 84 y en Seúl 88 por la conocida ausencia a aquellos eventos. Ojalá este sabor amargo no vuelva al paladar dentro de cuatro años porque no solo la deuda con el oro de Rodríguez continuará por más de cuatro décadas sino que tampoco se pudieron celebrar galardones de ningún otro color. Y eso que en la antesala, en los análisis que llegaron por diversas partes, se ratificaba que la estrategia se había cumplido, que no había problemas y que el número de competencias internacionales y las bases de preparación complacieron las exigencias de los responsables de la preparación.
Son tiempos no solo de “reanalizar” la orina y la sangre con onda “retro”, sino también de hacer “retest” a declaraciones y videos, en judo y otros deportes, por aquello de donde “dije digo, digo Diego”.
Los Diplomas Olímpicos
Se debería dar más relevancia a los Diplomas Olímpicos que se entregan hasta el octavo lugar por el Comité Olímpico Internacional. Un aliento a los que alcanzan la final. Y es paradójico que en Cuba donde por diplomas no nos paramos –abundantes incluso en el sector del comercio y la gastronomía– hoy no leo ni escucho por ningún lado hasta este minuto, cuántos diplomas olímpicos intentamos conseguir en Río de Janeiro, o cuántos tenemos desde que estos certificados se entregan en Juegos Olímpicos.
La “culpa”, después de todo, la tiene la medalla. Tal vez no sea sólo una situación cubana. No sé si potencias del deporte, sobrados de preseas, se preocupan por ensalzarlos. Quizás no, quizás sí. Es que no hay una clasificación general por diplomas. Ni nunca he visto la foto de un diploma en un periódico, ni nadie dedica un diploma a nadie. Nunca yo le he preguntado a un atleta cuántos ha ganado en su vida. Pero también he leído que existen delegaciones que ponderan en su real valía estas distinciones. Tal vez sea hora de incluirlos en sus ceremonias de vez en vez.
Ser olímpicos
Una nueva investigación, acuñada por ilustres científicos y amplificada en el ambiente de Río, confirma que un atleta del alto rendimiento logra prolongar la vida par de años como promedio respecto a los demás humanos, gracias al potencial de sus capacidades físicas. Esa es, en resumen, la idea.
Pero el entorno social y la conducta individual resultan también factores clave para que la vida sea color de rosa. Porque uno sabe que un hecho es el deporte como disfrute y otro el del sistema para llegar a las selecciones nacionales y juveniles donde por supuesto se incluyen los campeonatos de las primeras categorías.
Así que Ser Olímpico tiene sus consecuencias para el esqueleto. Por eso también las exhortaciones a un “desentrenamiento” gradual y controlado. Y si no miremos a nuestro derredor a muchos veteranos del alto rendimiento en el atletismo, el fútbol, el baloncesto, el boxeo, el ciclismo…Casi que se me ocurre parafrasear “dime cómo caminas y te diré de qué deportes eres”… Señores, ¿puede alguien negar que el deporte de la alta competencia no causa problemas de salud?
Una lista, de efectos más comunes:
Atletismo: atrofia muscular, varices, artrosis de tobillo, rodilla y pubis.
Baloncesto: problemas quinta vértebra lumbar, tobillos y artrosis de rodillas.
Tiro con arco: problemas dorsales, atrofias en hombro y codo.
Remo y canotaje: atrofias musculares en el tren superior, y dorsales y lumbares.
Ciclismo:problemas en la columna.
Gimnasia:problemas en el desarrollo y artrosis.
Judo: problemas articulares generalizados.
Natación: atrofia muscular en tren superior y músculos dorsales.
Tenis: artrosis en codo y hombro y atrofia en tren superior.
Voleibol: atrofias musculares, artrosis en tobillos, rodillas, lumbar y dedos de manos.
Halterofilia: importante problema lumbar y atrofias musculares.
Fútbol: atrofias musculares en el tren inferior, artrosis en tobillos y rodillas (por cierto me gustaría tener en las manos alguna estadística de cómo influyen el estado de nuestros terrenos de balompié, al menos esos que veo por la TV en el campeonato nacional, en la anatomía de nuestros heroicos jugadores).
No hay que correr ahora a reventar la nómina del ajedrez porque a pesar de todos los riesgos… ¿a quién no le gustaría ser olímpico?