La noche del 31 de octubre de 2015 fue un Halloween más para los habitantes de Nueva York. Sin embargo, a Ismael Romero le cambiaría la vida en uno de los edificios de la ciudad, donde tenía lugar el draft de la NBA D-League, la liga de desarrollo del mejor torneo de baloncesto del planeta.
Ismael cumpliría su sueño de recorrer la cancha en un partido profesional de primer nivel, marcando el final de un largo viaje. Un camino disperso que había comenzado, como tantas historias de deportistas cubanos, la madrugada del 19 de junio de 2012 en San Juan, Puerto Rico.
“Esa primera noche que salimos del hotel fue de miedo, de susto. No sabíamos dónde estábamos, no sabíamos qué era lo que venía a continuación en nuestras vidas”, confiesa a OnCuba Romero, quien abandonó la concentración del equipo nacional de baloncesto mientras disputaba el torneo CentroBasket 2012. No estaba solo. Junto a él marcharon Juan Pablo Piñeiro, Leonel Batista, Enrique Ramos y Yudniel Pérez.
El hombre que los recogió, a quien el joven prefiere dejar en el anonimato, los instaló en su casa, les brindó ropa, alimento y cama. Gracias a él y a otras amistades, el grupo jugó algunos partidos benéficos y contactó con universidades locales, que rápidamente fueron tras ellos. A través del sistema universitario Ana G. Méndez, los tres jugadores que contaban con la edad necesaria para ingresar (Piñeiro, Ramos e Ismael) matricularon en universidades diferentes. En agosto de 2012 Ismael Romero (25 años) ingresó a la Universidad del Turabo.
“Como tenía facilidad de entrenamiento, comencé a practicar con los muchachos. Pero en ese tiempo no estaba tan vinculado al gimnasio, ni a la pista”, cuenta el ala-pívot cubano, en cuya voz ahora suena cierta cadencia boricua. “Era un mediocre, porque no tenía todavía esa gran motivación. Lo fui cogiendo poco a poco”, recuerda. Esa temporada su equipo ni siquiera clasificó para la final.
Ismael, nacido en Ranchuelo, Villa Clara, sobrino de uno de los míticos Lobos, partió entonces a Miami en busca de un avance en los trámites de residencia. Allí fue acogido por Juan Domingo “El furia” Lara. El exjugador cubano radicado en la Florida, le ofreció trabajo en un gimnasio y él lo aprovechó al máximo.
“Fue allí que empecé a motivarme con lo del entrenamientoy a mejorar mi físico. Logré dar un salto de casi 40 libras de peso entrenando bien fuerte en Miami”, comenta Romero, quien aparece enlistado en NBA.com con 2,03 metros de altura y 100 kilos de peso.
Luego llegaron el permiso de trabajo y el seguro social, una noticia perfecta pues necesitaba una ayuda económica urgente.
“Estuve con un amigo, algo breve, pintando casas y raspando paredes y otros trabajos de mantenimiento, hasta que me aceptaron en Foot Locker (una cadena de calzado deportivo). Allí estuve como vendedor, aproximadamente año y medio y ese mismo año regresé a la universidad y quedamos campeones”, comenta y así simplifica lo que resultaron largos meses de trabajo y entrenamiento duro.
A partir de lo que él mismo llama un “cambio de mentalidad”, su ética de trabajo y su motivación crecieron gradualmente hasta ver los resultados. “Trabajé y jugué a la vez, y con todo y eso la meta se logró: ganamos la Liga Atlética Interuniversitaria 2014”, dice con orgullo.
Con ese mismo ímpetu y resuelto a cumplir su sueño, decidió dejar el trabajo para concentrarse en el entrenamiento. Ya entonces Ismael había conocido, hacía tiempo, al hombre que lo ayudaría a lograr el salto definitivo: José Paris.
“La primera vez que lo vi jugar fue el año pasado. Vinimos a hacer un contrato en Guaynabo en la división de sub-25 y él estaba allí”, rememora el representante, líder de la agencia de gestión deportiva Paris Global Sports.
“Lo que más me impresionó de él fue su capacidad atlética: muy pocos jugadores tienen la velocidad y el salto de Ismael. Lo otro fue su entrega: tenía delante a un joven con la capacidad y el deseo de seguir superándose”, comenta.
“José me ha ayudado mucho, estoy muy agradecido por ser parte de la agencia y hasta ahora todo me va bien con él”, comenta por su parte Romero, quien tuvo en Paris la guía necesaria.
Meses después de conocerse, el representante recibió una comunicación de John Nix de los Detroit Pistons, en respuesta a unos videos que aquel había hecho llegar a varias personas, mostrando los talentos de su cliente. Ismael formaría parte del campamento de verano de los Grand Rapids Drive, en la liga de desarrollo de la NBA.
Otra vez emprendió un viaje de miles de kilómetros, ahora hacia Michigan, donde conocería la nieve y los rigores del deporte profesional. Sin embargo, la vida le deparaba una prueba más.
Durante un entrenamiento en la primera semana de preparación, Ismael cayó al suelo y sintió un fuerte dolor en la pierna: un hueso de su pie derecho se había roto.
Creyó que todo había terminado, pero las mismas cualidades que impresionaron a José Paris convencieron al staff de su nuevo equipo. Unos pocos días fueron suficientes para su recuperación.
Fue seleccionado en la cuarta ronda del draft, en aquella inolvidable noche neoyorkina.
“El hecho de que ellos esperaran su recuperación demuestra mucho. Confiaron mucho en él”, asegura Paris.
“Después de dos meses y medio de recuperación regresé, pero no con la confianza al cien por ciento”, explica Ismael.
“Me costó varios partidos incorporarme; sin embargo, al final de ese mes me dieron más minutos, más oportunidades y las cosas salieron porque sentí que había entrenado bastante y porque me sentí físicamente bien”.
El 28 de enero de 2016, Ismael Romero disputó 7 minutos frente a los Iowa Energy, anotó un punto y capturó un rebote, cumpliendo así el sueño de jugar en una liga profesional, la meta que se trazó la noche en que dejó todo atrás para comenzar una vida nueva lejos de su hogar.
Según LatinBasket.com, durante los últimos ocho partidos en la NBA D-League promedió 12,4 puntos y 8,5 rebotes por juego. Pero sus minutos en cancha demuestran con mayor eficacia la gran evolución en su juego: pasó de disputar 11,1 minutos como promedio en los primeros 19 encuentros, a 24,4 en los últimos ocho. Al final participó en 27 partidos con los Drive.
A partir de entonces, todo ha sido alegrías para él. Seleccionado en el tercer puesto del draft del Baloncesto Superior Nacional (BSN) en Puerto Rico, Ismael regresó para completar lo que faltaba de temporada junto a su amigo Leonel Batista en los Atléticos de San Germán. Disputó solo diecisiete partidos, suficientes para promediar 13 puntos, 5.1 rebotes, 1,4 asistencias y 1,2 robos por encuentro y establecerse como Novato del Año. Además, los Grand Rapids Drive ya le han confirmado a José Paris que cuentan con su presencia en la próxima temporada de la NBA D-League.
¿Cuál es la próxima meta, la NBA?
“Sin duda. Tanto los fanáticos, como mis amistades creen que tengo el potencial para lograrlo y realmente siempre lo tuve en mi mente. Solo me hacía falta convencerme. Es el sueño y la meta de todo jugador. Creo que voy en el camino correcto, sería algo único en mi vida, extraordinario. Y trato de trabajar duro cada día en base a eso”.
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A día de hoy, Ismael entrena sin descanso en el verano boricua. Carreras en la playa, sesiones de tiro, pesas… De lograr el sueño NBA, se convertiría en el tercer cubano en pisar la duela de la mejor liga del mundo, y el primero en casi veinte años.
Me estusiamo la anécdota de lo q puede hacer un buen deportista q ama su pasión al deporte y por ser cubano amigo sige q vas bien te admiro es un ejemplo Grasias.
Sigue asi, la historia de Ismael proseguira, y tu estaras ahi para escribir la proxima etapa.