Cuando los abandonos y los descalabros parecen dejar sin oxígeno al atletismo cubano, salta una nueva liebre y con ella revive la esperanza.
Este martes, la pequeña delegación cubana al cuarto mitin de la Liga del Diamante se colgó tres medallas y dejó buenas noticias de cara a la temporada al aire libre que recién empieza.
La Isla salió de Roma con dos medallas de plata y una de bronce y, aunque las coronas volvieron a ser esquivas, lo más sobresaliente fueron las marcas que valieron los subtítulos al saltador Juan Miguel Echevarría y la discóbola Yaimé Pérez.
Primero, Yaimé y su coequipera Denia Caballero se batieron en el disco con la “extaterrestre” Sandra Perkovic, pero otra vez quedaron a la saga de la croata. La actual campeona olímpica y mundial puso a volar el implemento hasta los 69,93, una distancia inalcanzable para las cubanas y cualquier otra retadora en el campo romano.
No obstante, la santiaguera Pérez confirmó su estabilidad sobre los 66 metros, con un lanzamiento de 66,62 que le sirvió para la medalla de plata; mientras la villaclareña Caballero –quien derrotó a la Perkovic en el Mundial de 2015– quedó ahora en los 63,48 y se colgó el bronce.
Los envíos de las de la Isla fueron similares a los de su presentación anterior en la Liga del Diamante, en Doha, cuando con 66,82 y 63,80 Yaimé y Denia también subieron al podio detrás de la europea, que entonces soltó un escalofriante disparo de 71,38 metros. De esta forma, ambas siguen los pasos a Perkovic (16 puntos) en el ranking de la competencia con 14 y 12 puntos, respectivamente, y despejan dudas sobre su permanencia en la élite universal.
Su cuenta pendiente siguen siendo los grandes eventos, sobre todo para Yaimé, sempiterna favorita a una medalla mundial que, sin embargo, se le niega. Para suerte suya, el 2018 es un año más tranquilo y su buen pie en el inicio de la Liga promete que seguirá al acecho de la fuera de serie de Croacia.
En los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla las cubanas no deben tener dificultades para copar la cima y el único suspenso sería ver cuál de las dos tira para el oro. Otra cosa sería una sorpresa.
Pero si la actuación de las discóbolas era esperada, el salto de Echevarría fue el performance más agradable. El joven, campeón mundial bajo techo hace dos meses, clavó los pinchos en los 8,53 metros y dejó boquiabiertos a los entendidos. Sí, porque una cosa es con guitarra y otra con violín.
La de este jueves fue su mejor marca personal al aire libre –la anterior, también este año, era 8,40–, por encima incluso de la que hizo en el Mundial techado de Birmingham (8,46) y de las realizadas por los ganadores en los Juegos Olímpicos de Río 2016 y el campeonato del orbe de Londres el año pasado. Casi nada.
Si no ganó el título fue porque Luvo Manyonga sacó la casta de campeón mundial y se estiró cinco centímetros más que el camagüeyano. Los 8,58 del de Sudáfrica –víctima de Echevarría en Birmingham– son el mejor registro de la temporada y lo confirman como la gran figura del salto largo en la actualidad y primero del ranking de la Liga del Diamante con 16 puntos.
Sin embargo, con solo 20 años el cubano apunta al futuro inmediato con un desparpajo y un talento que asombran competencia tras competencia. Su segundo lugar en Roma lo sitúa cuarto del listado de la Liga con 7 unidades. Por el momento.
Pocos lo vieron venir. Su juventud y los triunfos de Maikel Massó en su categoría sugerían que el santiaguero podría ser el añorado sucesor de Iván Pedroso. Pero en cuestión de meses, Echevarría hizo que los reflectores lo buscaran.
Su brinco en la Ciudad Eterna demuestra que no tocó la flauta en el Mundial bajo techo y que Manyonga tendrá siempre que exigirse al máximo en las justas en que él esté presente. De momento, para 2018 se pueden esperar mejores saltos del muchacho.
El récord nacional de Pedroso, de 8,71, ya no parece tan lejos. Incluso pudieran caer más peces en el jamo.
Luego del cambio de camiseta de Pedro Pablo Pichardo, que dejó al atletismo cubano sin su mayor estrella, Echevarría hace soñar nuevamente con un futuro deslumbrante.
Ojalá y la Federación Cubana sepa conservarlo, y no se convierta en un nuevo capítulo de la saga del propio Pichardo, Orlando Ortega, Dayron Robles y tantos otros.
El bronce en esta ocasión fue para otro sudafricano, Rushwahl Samaai, tercero en el Mundial de Londres, con 8,34, mientras que Maikel Massó, también en competencia, finalizó octavo con 7,92 metros.
Massó, actual campeón mundial juvenil, viene recuperándose de una lesión y pudiera hacer junto a Echevarría el 1-2 en Barranquilla, aunque su especialidad es más veleidosa que el disco femenino. Al menos, el título en los juegos regionales debe ser cubano.
Entre otros resultados de valía, la rusa María Lasitskene, que compite bajo bandera neutral, ganó con 2,02 el salto de altura y prolongó a 39 pruebas su racha de triunfos consecutivos. Por su parte, el catarí Abderrahman Samba hizo la mejor cota del año (47,48) en los 400 metros con vallas y lo mismo hizo la keniana Hyvin Kiyeng (9:04.96 minutos) en los 3 000 metros con obstáculos.
En los siempre espectaculares 100 metros planos, el estadounidense Ronnie Baker cronometró 9,93 segundos, el mejor tiempo de 2018; mientras la marfileña Marie-Josée Ta Lou lo imitaba en los 200 metros con 22,49 y el pertiguista de EE.UU. Sam Kendricks saltaba por encima de los 5,84, tope del año hasta la fecha.