Sus primeras palabras sobre Cuba estuvieron cargadas de nerviosismo y emoción. No atinó a construir una frase completa sin interrupción. A sus 67 años Norberto (Bert) Rodríguez López regresó a su patria, 60 años después. Aquellas imágenes de sus vacaciones en la isla en el año 1955 las tiene frescas en su memoria.
Este hombre pudo nacer en Estados Unidos, pero sus padres, cubanos residentes en esa nación, decidieron que su primer hijo viniera al mundo en la tierra de sus ancestros. Días después de su nacimiento se produjo una tormenta en el oriental poblado de Baire, lugar donde Norberto pasó sus primeros cuatro meses de vida.
“Luego regresamos a Estados Unidos. Viví mis primeros 11 años en la ciudad de Nueva York. Pero cuando tenía siete años los viejos me trajeron a Cuba para una temporada de vacaciones, que se extendieron por seis meses”, confiesa entre risas Norberto mientras seca con una toalla el sudor que le corre por la frente.
“Era un niño, “americanito” me decían, pero aprendí a amar esta tierra que hoy piso nuevamente. Tan marcada quedó en mí esa visita que años después cuando compré mi casa, sembré en el patio varias palmas reales. Quería tenerlas cerca como símbolo de mi cubanía”.
Norberto agradece todo lo que sabe de Cuba gracias a su padre, quien fue uno de los militares cubanos que combatió junto a las fuerzas aliadas en la Segunda Guerra Mundial. Ese soldado era maestro y se encargó de enseñarle a su hijo el idioma español, la cultura y la historia cubana.
“Papá tenía en casa una biblioteca, allí pude leer obras de José Martí, Jorge Mañach, Fernando Ortiz entre otros intelectuales cubanos. Me acerqué a nuestros héroes de las guerras independentistas, a las costumbres y tradiciones cubanas”.
Hoy Bert regresa a Cuba, advierte que pensó no lo lograría. Problemas burocráticos con la visa otorgada por el gobierno cubano le hicieron presumir lo peor. En numerosas oportunidades anteriores quiso venir, pero algunas veces por la incertidumbre, la agenda laboral, o la familia, hacían que el sueño de la niñez no se concretara: volver a Cuba.
A los 11 años se mudó con su familia para la ciudad de Miami, y allí un año después, en 1960, comienza la práctica de las Artes Marciales Mixtas. Sostiene que no le gustaba ver cómo los muchachos más grandes abusaban de los indefensos. Decide que ese es el camino que quiere escoger para su vida. Así se adentra en el mundo del kickboxing, un deporte de combate que, a la postre, será el motivo que lo regrese a Cuba.
“El kickboxing es mi vida, he viajado con mis peleadores a 32 países. Busco talentos por todo el mundo, le veo sus potencialidades para la práctica de las Artes Marciales y luego analizamos en que modalidad se puede incluir al novel practicante. Se trata de un deporte que me ha abierto las puertas a otras culturas, he adquirido conocimientos que no pensaba tener, amistades de naciones lejanas”.
El expediente de Norberto como entrenador de Artes Marciales Mixtas es bien rico y diverso. Este cubano posee ocho cinturones negros y ha preparado a nueve campeones del mundo —cuatro mujeres— en boxeo, kickboxing y otras modalidades de las artes marciales. También ha formado personal de la Policía de Miami y Fort Lauderdale, a cuerpos de la Administración para el Control de Drogas (DEA), ha trabajado además con miembros del Ejército de los Estados Unidos en Fort Bragg, Carolina del Norte y en la antigua Base Militar de Estados Unidos en Manta, Ecuador.
“Varios de los muchachos que entrenan en mis gimnasios han obtenido premios de Guante de Oro en Boxeo. Las personas quieren aprender a defenderse, nosotros les enseñamos la técnica, pero también trabajamos la parte espiritual, el dominio mental de las Artes Marciales, porque tienes que sentirte bien espiritualmente. Esto no es para que andes por ahí cometiendo atropellos en la sociedad. La práctica de las Artes Marciales está encaminada a que te formes como una mejor persona”.
Esta cadena de éxitos lo llevó a que se decidiera junto con otros colegas de las Artes Marciales a venir a Cuba, en esta ocasión como referee. Antes que los presidentes cubanos y estadounidenses anunciaran el 17 de diciembre del año pasado el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países, Norberto, por su cuenta, realizaba contactos con miembros de la Asociación de kickboxing de Cuba.
“Este tope amistoso de kickboxing entre las selecciones nacionales de Cuba y Estados Unidos llevó varios meses de contactos. Al conocer la noticia del restablecimiento de relaciones diplomáticas, nos apresuramos para organizar el evento, no podíamos desaprovechar la ocasión”.
Más allá de las peleas de combate, según Norberto, se trata de un intercambio deportivo-cultural, “nuestros muchachos se van de Cuba con nuevas amistades, tendrán la oportunidad de conocer de la historia, la cultura y el deporte cubano, y lo podrán comentar luego en Estados Unidos con sus amigos, familiares y de más practicantes de las Artes Marciales Mixtas. Igual, los cubanos aprenderán de nosotros. Queremos y tenemos la intención que el equipo cubano de kickboxing nos visite ente los meses de febrero y marzo del próximo año”.
Norberto hace una pausa. Nos comenta que la práctica de las Artes Marciales le ha dejado un sinsabor que nunca podrá asimilar. En sus gimnasios practicaron y aprendieron técnicas de combate dos de los terroristas implicados en los atentados del 11 de septiembre en los Estados Unidos.
“Aunque tengo siete mil personas que utilizan mis instalaciones y a todos no los conozco, estos dos hombres se acercaron a mi para pedirme asesoramiento sobre cómo neutralizar un grupo de personas en un espacio reducido. Yo dialogué con ellos, nunca imagine que tanta maldad se albergara en sus almas. Cuando el FBI vino a mis instalaciones para averiguar por ellos quedé devastado”.
La conversación sufre un impasse. Norberto baja la cabeza y quita su mirada del ring de combate. Le propongo que hable sobre su familia en Cuba; esa de la que solo tenía noticias esporádicas.
“El reencuentro ha sido fabuloso. Mis tías, primos y primas viven hoy en La Habana, quiero compartir con ellos más tiempo antes de mi partida. Prometo venir pronto y con mi mamá que tiene 87 años. Ella tiene que comprobar por sí misma que Cuba sigue siendo hermosa 60 años después, aunque muchas cosas hayan cambiado. Pero la esencia del cubano se mantiene, su jovialidad, amistad, sus energías de persistir ante las dificultades. Me llevo esas sensaciones”.
Su actuación en el match como juez de mesa y referee lo hace moverse constantemente de un lado para el otro. Sube al cuadrilátero con su inseparable toalla, se inclina para apartar a los peleadores, da la sensación de que Norberto es un bailador nato de rumba cubana.
“Veo que el practicante cubano de kickboxing domina la técnica, tiene muy buena pegada con sus puños, si algo queremos transmitirles es el desarrollo mental de esta modalidad de combate. Tienen las mismas condiciones que nuestros peleadores. Fuera del ring somos amigos, compartimos hablamos, en el cuadrilátero somos profesionales y damos el mejor espectáculo posible para el disfrute del público”.
El match se inclina con victoria final para los estadounidenses. Norberto quien no se muestra cansado luego de tres horas de labor, dice que este es solo el comienzo. Con el kickboxing vendrá nuevamente a Cuba, pues tiene avidez de conocer más de la sociedad cubana. Es un cubano más que se reencuentra con su tierra.
Muy buen articulo, gracias
Me llenan de alegría estos encuentro deportivos y edtos regresos de nuestra gente a la patria que lo vio nacer. En hora buena Norberto!!!!!!
Muy bonita historia.