Varona estaba en tercera base. En el octavo inning, su equipo los Navegantes del Magallanes empataban a dos carreras con las Águilas de Zulia. Entonces, Luis Arráez bateó una línea hacia el jardín derecho capturada por Ronald Bermúdez. En ese momento, pasó lo inexplicable. Varona no anotó. Él pensó que la conexión por su potencia sobrepasaría al defensor, y al no producirse esto, tuvo que regresar a la tercera base.
El próximo bateador fallaría. Y luego Hassan Pena perdería el juego en el noveno, hasta que ipso facto, las miradas se volcarían en Dayron Varona.
Porque en el deporte como en la vida siempre será más fácil encontrar al culpable. El mismo Dayron Varona confesó que lo era.
Pero, vayamos más adentro de lo superficial. Exactamente: ¿Qué pasó en ese inning?
El coach de tercera, Álvaro Espinoza, pronunció una palabra: “Vamos”. ¿A quién le hablaba? Al parecer luego alegaría que fue al corredor de primera. Mi pregunta es: ¿El corredor de primera puede oír esa palabra desde la posición que corre?
“Estaba bien enfocado. Además, esa jugada es de niños. Pero te digo, hubo una palabra en ese instante que me llevó a la confusión”, dijo Varona a OnCuba.
“Hasta el corredor de primera estaba confundido, incluyendo el coach de tercera, pero yo no quería echarle la culpa a nadie. El responsable fui yo”, agregó el jardinero de Durham, sucursal de Triple-A de Tampa Bay Rays.
La derrota tuvo un impacto directo en redes como Twitter y Varona se convirtió en tendencia.
“Dayron Varona, si usted va a jugar así no tiene vida en esta liga”, dijo un fanático.
“Muy mal Dayron Varona, no podía hacer eso”, expresó otro.
Seis días después la gerencia de Magallanes crucificó a Varona y lo pusieron en libertad, sustituido por el lanzador Toru Murata.
En solo siete juegos bateó para 360/.484./480 de línea ofensiva un cuadrangular, dos impulsadas, cinco boletos y ponches. Después del error que costó una victoria, Varona se sintió frustrado por las críticas de afición y prensa. Todos, en vez de pensar una solución solo vieron el final del camagüeyano en Venezuela. Ahora que Magallanes está penúltimo en la tabla (18-23) nadie piensa que el problema real de un equipo está más allá de una noche equívoca.
“Los jugadores de ese equipo tienen mucha presión por ganar”, señaló.
La gerencia de Magallanes buscó una explicación diplomática para liberar a Varona. Luego de aquel partido, él habló con el director del equipo y le declaró que era el “gran culpable”.
En esta época donde a veces se olvidan los principios humanos, los mismo que fallan y no por el televisor, encapsulan beisbolistas, deportistas, atletas que no están ajenos al fallo ni pertenecen a una maquinaria robótica.
Varona aprendió de su error. Lo lleva con la mejor modestia que se asume cuando se erra. Entrena cada día esperanzado en alcanzar su noche. Como otras que conquistó esta misma temporada en las menores con Durham.
“No me gustó de la forma en que me fui, pero no me sentí mal. Lo más difícil fue batear y lo hice. Eso me dio la medida que puedo jugar”. concluyó Varona.
Él conoce sus debilidades y sus lados ciegos de mejoría. Aquella errática noche en Valencia es parte de su pasado. Como sucede en las grandes historias o pones tu error en el pasado o vives con él enterrado en el alma.
Todavía sus manos tienen la fuerza del swing. A sus 28 años, sigue teniendo el mismo valor para enfrentarse a la adversidad. Su salida de Cuba, el regreso para jugar contra Cuba, ese primer turno al bate impaciente de un solo lanzamiento.
Puede alcanzar una zona de confort que lo lleve a las Mayores. Fue el mismo que pegó 14 jonrones e impulsó 59 carreras en 2016 con Durham. Ha pasado por tormentas dentro de su carrera y su vida, y una simple noche no podrá vencer su fuerza. EL béisbol en algún momento de su naturaleza giratoria demostrará que aquella mala noche está en el lugar que merece: el olvido.
Lo siguiente es levantarse al otro día de la cama, dejar tus palabras en la almohada y salir al terreno.