Wilfredo León tiene una personalidad magnética. Su nombre atrae a miles de fanáticos de todo el mundo, quienes por un momento se despojan de filias y pasiones para rendirse a los pies de uno de los más grandes voleibolistas de la historia y, probablemente, el más dominante y completo de la actualidad.
El santiaguero es un fenómeno en toda la extensión de la palabra, un monstruo que nació para martillar la bola sobre la net y perforar defensas con sus potentes embestidas. Desde que era un niño –tiene solo 26 años y llevamos ya 12 temporadas disfrutando su juego– demostró ese talento innato, característico de quienes están tocados por los dioses.
Gracias a esa magia triunfó en Cuba, en Rusia, en Italia, en Polonia, en clubes y en selecciones nacionales. Con los éxitos llegó la fama y los jugosos contratos, aunque nada de eso ha borrado la humildad y sencillez de un hombre que, tras ganarlo casi todo, hoy sigue intentando cumplir sueños y metas muy ambiciosas.
Sobre estos particulares y otros muchos temas de interés, Wilfredo León conversó recientemente con el portal especializado Somos Vóley, que buscó explorar la parte más íntima y profesional del estelar voleibolista cubano, actualmente radicado en Polonia.
Los primeros remates
¿Cuántos atletas han logrado debutar al máximo nivel con solo 14 años y triunfar? La lista no puede ser muy larga, pero en ella tendríamos que incluir a León, quien deslumbró en las filas de la selección nacional cubana cuando era solo un alumno de secundaria.
El santiaguero, recuerda, debutó en el 2008 con el plantel antillano en la Liga Mundial, y al año siguiente fue el mejor sacador del prestigioso torneo. Aquellos fueron sus primeros pasos al estrellato y él no lo olvida: “Lo que soy hoy en día se lo debo, sobre todo, a la selección cubana”, sentenció en diálogo con Somos Vóley.
Pero antes, León se debatía entre el béisbol (jugaba primera base y tenía un gran brazo) y el voleibol, al cual llegó casi de carambolas. “Mi madre fue la que me llevó al vóley. De chico era demasiado activo y necesitaba hacer algo, practicar algún deporte.
“Al principio fue solo para pasar el tiempo y agotar las energías. Pero le fui cogiendo el gusto, el sabor y me fui enamorando mucho del vóley”, rememoró León, quien, por suerte, terminó brillando en las canchas y no en los diamantes.
Mundial 2010: antes y después
Cuba llegó al Campeonato Mundial de Italia en el 2010 sin muchas credenciales, con un equipo talentoso y joven, aunque sin tanto rodaje internacional. Nadie pensaba que aquellos muchachos tumbaran distintos muros hasta meterse en la final, pero el sueño se cumplió…
“Después de meternos entre los ocho primeros y ganar por 3-2 el partido (de la tercera ronda) contra Bulgaria ya decíamos que era un gran paso de avance, el cual ninguno creía que podíamos dar”, reveló León, tercero entre los mejores atacadores (56.14 % de efectividad) del Mundial, solo superado por el ruso Maxim Mikhaylov (58.82) y el checo Jiri Popelka (56.33).
Tras ese duelo ante los búlgaros, tocó enfrentar a Serbia, equipo que ya los había superado 3-1 en la segunda ronda. Entonces, todos se conjuraron y salieron a la cancha como si no hubiera un mañana.
“Pensábamos solamente en ganar”, afirma el santiaguero, que recuerda como el equipo cerró filas de cara al duelo semifinal: “O salimos a todas o no hemos hecho nada en este Mundial, nos dijimos. Concentramos todas las energías en ese partido, fue como una final adelantada y al siguiente día la verdad que estábamos un poco agotados.”
La historia de ese choque es patrimonio del voleibol cubano, pues los chicos dieron una clase magistral y desbancaron a los serbios en cinco parciales (25-22, 17-25, 29-31, 25-22, 14-16), con destaque para León, líder anotador de los antillanos (23 cartones). Luego perdieron por barrida la final contra Brasil, pero ya habían dado muestras del crecimiento cualitativo del grupo.
“La idea siempre fue ir escalando. Nuestras metas nunca fueron estar entre los ocho primeros, sino estar entre los cuatro primeros. Teníamos la concepción de que si vamos a luchar, vamos a luchar por ser primeros. Después puedes quedar octavo, décimo, pero la mentalidad siempre tiene que ser conseguir el objetivo mayor.
“Sabíamos desde un principio que para el Mundial estábamos una mejor condición, pues llevábamos dos años de trabajo juntos, acoplados y con más experiencia. Al menos, la fuerza y la motivación la teníamos a mil”, destacó.
Ese Mundial, además de confirmar el gran potencial de aquella generación cubana, les permitió trascender fronteras y tener una proyección global, algo que hasta ese momento no era posible.
“No jugábamos en clubes, no estábamos visibles y era muy difícil darse a conocer. Pero después del 2010 tuvimos tres o cuatro años de bastante intensidad, de sonar bastante a nivel mundial, lo cual nos dio un lugar destacado en la esfera del vóley”, aseguró León, quien tres años después del Mundial decidió salir a probar suerte en otros escenarios.
Su salida de Cuba
El voleibol cubano ha sufrido hasta tres veces en este siglo la desintegración de generaciones extremadamente talentosas, las cuales estaban en condiciones de triunfar como mejor equipo del planeta y establecer dinastías legendarias.
En el 2001, por ejemplo, confluían en la selección nacional Leonel Marshall, Ángel Denis, Ihoasvany Hernández, Ramón Gato y Raúl Diago, quienes no regresaron al año siguiente. Sus respectivos relevos estaban listos, pero algunos de ellos decidieron retirarse y otros buscaron triunfar en el universo profesional.
Más tarde, luego de casi cuatro años nefastos, el plantel de las cuatro letras recuperó la magia y llegó la nueva hornada liderada por Osmany Juantorena. Ellos consiguieron el bronce en la Liga Mundial del 2005, pero dos años más tarde el referente de la escuadra también decidió labrarse camino a nivel de clubes.
El bajón volvió a ser evidente, hasta que en el período 2009-2010 el grupo de Robertlandy Simón, Yoandy Leal, Raydel Hierrezuelo y Wilfredo León emergió hasta planos estelares, con un cuarto lugar en la Liga Mundial del 2009 y el subtítulo del orbe en el 2010.
Pero todos ellos, más Fernando Hernández, Yoandry Díaz e Isbel Mesa, decidieron salir de Cuba rumbo a escenarios profesionales, en los cuales no tenían permitido incursionar legalmente bajo el amparo del organismo deportivo cubano.
León recuerda que el final de su ciclo en la selección cubana estuvo condicionado por un permiso que no le dieron para ver a su novia polaca, con quien después se casó y tuvo dos hijos.
“Solicité verla y no me lo permitieron. Entonces si eso no era permitido, difícilmente podría tener contacto con ella”, explica ahora el santiaguero, quien estuvo un año y siete meses sin jugar hasta que llegó a Polonia.
“Mi manager era polaco, por lo que decidí tener una conexión directa con él y venir aquí (a Polonia). Debo recalcar que mi objetivo principal siempre fue buscar un club polaco, pero las ofertas no existieron. Llegué en enero, las ligas se estaban jugando, y luego de tanto tiempo sin jugar nadie creía que iba a estar en buenas condiciones ni nada por el estilo, por ello me tuve que ir a jugar a Rusia.”
La época dorada del Zenit Kazán
Wilfredo León no deja muchas dudas cuando habla. Detrás de sus palabras fluidas y tranquilas hay un tipo categórico y enérgico que apuesta por sentar bien las bases. Por eso tienen tanta significación sus mensajes sobre el Zenit Kazán, club en el que debutó en los circuitos rentados.
“Es la experiencia más grande que he tenido a nivel profesional”, aseguró León, quien dice llevar a la dirección y a la organización del club en un lugar especial por el tremendo trabajo que realizaron para potenciar el desarrollo del elenco.
La relación entre el santiaguero y el Kazán simplemente estaba destinada a ser. Por muchas vueltas que diera el destino, el jugador y el club terminarían encontrándose para marcar una época esplendorosa en el voleibol europeo y mundial.
“Estuve cerca de firmar con el Novosibirsk, pero ellos no se decidieron por algunas situaciones (no sabían si podía jugar y no conocían mis condiciones luego de un tiempo alejado de las canchas). También tenía la oferta del Kazán, que siempre la mantuvo”, recordó León, hoy un auténtico ídolo de la urbe rusa.
“Llevo a los fans en el corazón”, aseguró el cubano, quien ganó con el Zenit cuatro títulos de Europa consecutivos, un Mundial de Clubes y 11 coronas nacionales entre Liga, Copa y Supercopa de Rusia. Además, fue galardonado dos veces con el MVP de la Champions.
Pasados cuatro años tras aterrizar en Kazán, ya nadie tenía dudas de que León era un genio en toda la regla, un fenómeno pocas veces visto, destinado a reinar entre gigantes.
“Recuerdo que al principio venían fanáticos a la sala, pero no se llenaba. Después de cuatro año, la sala estaba llena, con todas las personas en pie, apoyando al equipo de la ciudad.”
Destino Polonia
Wilfredo León, una fiera nacida y criada en la olla ardiente del Caribe, llegó a Polonia en enero del 2014. Llevaba ropa de verano –cuenta– en medio del crudo invierno europeo, pero enseguida su novia le compró todos los atuendos para combatir el frío y comenzó a escribir una nueva página de su vida.
“Me equipé. Andaba en tranvía, en el metro, en la guagua y caminaba por la calle sin ningún problema, siempre me acogieron y quedé maravillado. Estuve en Varsovia, me gustó la cultura y la comida, que es fenomenal, y entonces me dije: «quiero tener mi vida aquí»”, relató el antillano, ahora casado, con dos hijos y gran parte de sus negocios basados en Polonia.
Luego de establecerse y echar raíces ahí, no era de extrañar que los máximos directivos del voleibol polaco intentaran atraer a la estrella cubana para una permuta de selección, algo que finalmente se concretó en el 2019.
“El primer partido cuando me puse la camiseta no pude entrar al campo, pues el entrenador no estaba de acuerdo con la decisión de que yo jugara. Cada quien tiene sus decisiones, no me molesté, sencillamente pensé que ese no era el momento oficial”, afirmó León, quien recibió algunas críticas por su mudanza.
Por ejemplo, Earvin Ngapeth, una de las grandes luminarias del combinado francés y compañero de León en el Kazán, dijo el pasado año que no era justo que el cubano vistiera la casaca de Polonia. “Si de repente apareciera un extranjero en mi equipo nacional y yo tuviera que ir a la banca, estaría furioso”, sentenció el atacante galo en referencia a que algún jugador polaco sería relegado a segundo plano por la llegada del antillano.
Pero León asumió con calma los más disimiles criterios y se enfocó en esperar su momento. Una vez que saliera a la cancha e impusiera su clase, muchos comentarios iban a ser solo historia antigua.
“Más adelante se me dio la oportunidad, jugué algunos amistosos a puerta cerrada y sentí una emoción muy grande. Pero no hay nada como debutar con una camiseta en un gran torneo, donde puedes ver a los fans, sentir la camiseta. Mi primera impresión al ver las gradas de blanco y rojo fue: «wow, este es el ambiente que estaba buscando»”, refirió orgulloso el santiaguero.
Ya después de romper el hielo las cosas han fluido y León, como no podía ser de otra forma, es uno de los referentes de la selección polaca, entre las más poderosas del planeta actualmente.
“Mi sueño más grande con la camiseta de Polonia son los Juegos Olímpicos, y después lograr todas las medallas de oro posibles. He hablado con el entrenador y con el capitán del equipo y he dicho que mi objetivo no es solo jugar las Olimpiadas, sino cada torneo. Estoy listo para darlo todo cada vez que tenga la oportunidad”.
La salvación del París Volley
A finales del 2018, el club Paris Volley estaba al borde del abismo, a punta de caer en picada por deudas significativas que no se borran de un plumazo. Wilfredo León nada tenía que ver con el equipo, pero de la noche a la mañana se convirtió en uno de los salvadores de la entidad.
El jugador antillano y otras notables figuras del voleibol mundial liquidaron las deudas del Paris con importantes cifras monetarias, las cuales se unieron a la labor del empresario serbio Vladan Jelic, quien ya había aportado 700 mil euros para contribuir al rescate del club francés.
En la entrevista con Somos Vóley, León recalcó que aquello no se trató de una donación, sino de un gesto de unidad de varios voleibolistas, quienes se propusieron no dejar caer una entidad histórica, monarca de Europa en tres ocasiones.
“Si el mundo del vóley está en alta no lo podemos dejar caer. Logramos mantener al Paris en la división uno. Estoy muy contento, independientemente de que hay muchas opiniones positivas y negativas. Hemos dado un paso de apoyo al mundo del vóley, no al mundo financiero”
Cinco destinos más
Wilfredo León ha hecho carrera a nivel de clubes en Rusia e Italia, donde suma tantos títulos colectivos e individuales que no puede sostener con sus dos manos. Por ahora, su futuro está ligado al Perugia italiano, pero el objetivo del indómito es explorar otros destinos.
“Quisiera pasar por cinco ligas más: Brasil, Polonia, Japón, Francia y por qué no, también darme un saltico a la Argentina”, refirió el antillano, quien esconde detrás de su seria personalidad una faceta de aventurero y trotamundos.
Estas palabras suyas son un llamado de atención para todos los gerentes de clubes brasileños, polacos, japoneses, franceses y argentinos, quienes de seguro cumplirían un sueño al contar con los servicios del estelarísimo jugador.
Futuro en Perugia
La crisis del coronavirus ya golpea fuertemente la economía del deporte a nivel global, y el voleibol no escapa de esa tendencia. En Italia, por ejemplo, se estima que los clubes de la Serie A pierdan alrededor de un millón de euros luego de cancelarse la temporada 2019-2020.
El Perugia, club en el que milita León desde hace ya dos años, tendrá las mayores pérdidas económicas (casi 170 mil euros) entre todos los equipos de la Liga, lo cual podría generar cambios dentro del plantel. A pesar de ello, León aseguró que continuará ahí en la venidera campaña.
“Yo tengo contrato firmado. He escuchado de los rumores de cambios dentro de la Liga, pero hay que esperar la decisión oficial y prefiero no comentar al respecto. Estoy a la espera al igual que todos los jugadores”, precisó.
¿Qué extraña de Cuba?
Wilfredo León lleva dos años sin venir a Cuba. Han sido dos cursos muy intensos, de múltiples vivencias profesionales y personales, de éxitos y sonrisas, de objetivos cumplidos, pero de vez en vez se necesitan las energías y el calor humano de la tierra natal para seguir adelante con más ímpetu.
“Lo que más extraño es el contacto cuerpo a cuerpo de las personas. En Cuba no importa quién vive al lado tuyo, siempre puedes ir a su casa, pedir un vaso de agua, conversar. Este tipo de contacto más cercano se extraña acá en Europa”, puntualizó León.
El voleibolista santiaguero dice que se mantiene conectado siempre a su teléfono y por esa vía puede comunicarse con sus familiares y amigos en la Isla.
“Extraño a muchas personas en Cuba, a todos los que han estado siempre conmigo, a todos les mando muchas bendiciones y mucho amor.”
El plus de los voleibolistas cubanos
Pasan y pasan los años, pero especialistas deportivos y periodistas del mundo siguen preguntándose cuál es el factor mágico que permite a algunos atletas cubanos crecerse en momentos cruciales, cuando aparentemente ya no tienen gasolina en el tanque.
Esa fue una de las dudas que Somos Vóley le planteó a León en su intercambio, enfocados sobre todo en la experiencia del indómito en la selección nacional de la Isla.
“Nosotros como país estábamos habituados a un sistema de trabajo diferente al resto del mundo. En aquel momento pasábamos el año entero bajo mucho preparación física, muchos entrenamientos de alta intensidad, lo cual te permite entrar en una condición física y de resistencia increíble”, explicó León.
Por aquellos tiempos, la escuadra nacional no tenía jugadores contratados en ligas profesionales, por lo que todos los hombres estaban concentrados en la Isla, entrenando para los torneos internacionales y con muy pocos partidos en las lides domésticas.
“El entrenamiento lo era todo. Pasábamos de cinco a ocho horas trabajando, en las que se perdía mucha energía, pero si sobrepasabas eso, estabas en condiciones de hacer de todo.”
La máquina del tiempo
La memoria histórica del voleibol masculino cubano es impresionante, un valioso tesoro en el que confluyen jugadores de época y equipos extremadamente competitivos, los cuales lucharon siempre por las posiciones de privilegio en los principales certámenes internacionales.
Wilfredo León es una de las piezas más relevantes en ese puzzle del voleibol masculino cubano, por ello resulta muy interesante conocer cuáles son los jugadores con los que le hubiera gustado compartir en la cancha.
Si tuviera una máquina del tiempo y pudiera unirse a jugadores de otras épocas, León seleccionaría en primer lugar a Orlando Samuels, quien fuera su entrenador en la selección nacional.
“Si echamos el tiempo un poco hacia atrás, tuvimos varias décadas bastante fuertes. Me hubiera gustado muchísimo jugar Samuels, nunca lo vi, pero siempre me he preguntado qué cualidades tenía en la cancha. Después, me hubiera gustado estar junto a mi ídolo, Yoel Despaigne”, refirió León.
“De la actualidad he jugado con casi todos. De los activos creo que me falta Salvador Oliva, Juantorena y otros, pero me hubiera gustado jugar un poco con todos.”
El regreso de Simón al Cuba
Si Wilfredo León estuviera todavía en el equipo cubano junto a Leal, Juantorena, Simón y compañía, con casi total seguridad la Isla dominaría el escenario internacional. Sin embargo, nada de eso es posible, pues el santiaguero ya es miembro de la selección polaca, mientras Leal y Juantorena visten las casacas de Brasil e Italia, respectivamente.
Pero el pasado año dejó una grata noticia para el movimiento deportivo cubano con la reinserción de Robertlandy Simón en las filas de la escuadra antillana, que ahora cuenta con un genuino líder en la cancha.
Simón, Hierrezuelo y “El Ruso”, readmitidos por la Federación Cubana de Voleibol
“Me he enterado por las redes sociales Simón me ha dicho que ha sido un proceso bastante fuerte y largo, en el cual se ha logrado el objetivo. Lo aplaudo porque ha sido un paso muy grande de su parte”, resaltó León.
“Estoy súper contento con él, lo llevo muy dentro por todo lo que hicimos juntos. Está dando toda la experiencia adquirida en la selección nacional y en los clubes a los jóvenes muchachos que vienen con mucho talento.”
Coronavirus y el futuro del juego
Nadie escapa de las garras del nuevo coronavirus, pandemia que ha detenido el mundo. Desde Europa, Wilfredo León ha vivido en el epicentro de la tragedia, primero en Italia (tres semanas de cuarentena) y luego en Polonia, ambas naciones con altos índices de contagios.
“Estamos en una situación global bastante difícil. Mi recomendación es que cada cual se mantenga en casa, que cuiden a la familia y estén unidos, con mucho amor”, expresó el santiaguero, quien dice extrañar mucho jugar con la pelota.
León es consciente de que no corresponde ahora pensar en el juego, pero añora una solución a todo este desastre para que los voleibolistas y los fans puedan regresar a las canchas.
“Ojalá la situación en Italia mejore y comencemos a jugar. Que todo se tranquilice, así podremos seguir demostrado nuestra calidad. Ojalá también en algún momento se inserten los fanáticos, porque verdaderamente el juego lo hacemos para ustedes”, afirmó el estelar atacante del Perugia.
“Deseo que todo esto termine y podamos volver a vernos para darle más emociones a las personas. Yo me siento muy contento cuando veo las gradas llenas. Eso te dice que el trabajo que estamos haciendo en los entrenamientos y en los partidos da placer.”
Excelente entrevista. Leon es un ídolo de nivel mundial. En Polonia ya aburría verlo en las reklamas de TV (anuncios) en vísperas de las competencias del team nacional. Todos los equipos de Europa al jugar contra los polacos no pensaban en nada mas que en buscarle una debilidad porque era el 60% de todo el equipo. Un jugador muy completo un referente del deporte a nivel mundial. Ojalá pueda un día ir a jugar al equipo nacional de Cuba otra vez. Ese team sería catalogado otra vez como el mejor del mundo sin dudas.