Por Théo Rouhette, BC3 – Basque Centre for Climate Change y Dirk-Jan van de Ven, BC3 – Basque Centre for Climate Change
La cumbre de la COP28, que comienza el 30 de noviembre en Dubái (Emiratos Árabes Unidos), llevará a cabo el primer balance mundial de la historia. Esto quiere decir que los líderes mundiales evaluarán si los países están cumpliendo las promesas de emisiones realizadas en virtud del Acuerdo de París de 2015.
Como resultado de una evaluación de dos años que comenzó en la COP26 de Glasgow, el balance mundial será clave para mejorar las futuras Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés). Es decir, los compromisos climáticos nacionales establecidos por los países a corto y medio plazo.
El balance mundial recomienda transformaciones en todos los sectores. Se sabe que algunos sectores clave de la economía son especialmente difíciles de descarbonizar, como los industriales (acero, cemento, químico), el transporte, los edificios y la agricultura, la silvicultura y el uso de la tierra (AFOLU).
En NDC ASPECTS, un proyecto de Horizon Europe sobre Acción por el Clima, un grupo de investigadores e investigadoras hemos dedicado los últimos tres años a analizar los retos y oportunidades que plantea la descarbonización de estos cuatro sectores. Y algunas de las conclusiones pueden contribuir al éxito de la COP28.
Se necesita más ambición en la acción climática mundial
Si nos fijamos en estos sectores, el potencial para lograr reducciones de emisiones suficientes para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París se ve obstaculizado por fuertes barreras. Las políticas existentes no son ni de lejos lo suficientemente ambiciosas como para aprovechar las oportunidades de mitigación.
Así pues, la COP28 se enfrenta a la necesidad de impulsar la ambición de la acción climática mundial. La ciencia ha demostrado que los países que han participado en consultas con las partes interesadas de la sociedad civil, las empresas y representantes de los trabajadores tienen más probabilidades de aumentar la ambición de sus objetivos climáticos. Las instituciones democráticas también son un buen indicador de la mejora de las NDC.
La transparencia no sólo puede ayudar a fomentar la tan necesaria ambición, sino que también puede mejorar la integración entre la acción climática y el desarrollo sostenible. Los gobiernos deberían aprovechar la COP28 como una oportunidad para demostrar los múltiples beneficios conjuntos de las políticas climáticas nacionales.
El papel limitado del sumidero de carbono terrestre
Para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, el sector de la silvicultura y el uso de la tierra es especialmente importante porque puede proporcionar emisiones negativas. El sumidero de carbono terrestre, al absorber CO₂ mediante el crecimiento de la vegetación, puede compensar las emisiones residuales de otros sectores. La mayoría de los países confían en el sumidero terrestre para alcanzar las emisiones netas cero a mediados de siglo.
Sin embargo, la capacidad de los bosques para secuestrar carbono está sometida a una competencia cada vez mayor por parte de los distintos usos de la tierra, como la producción de alimentos y bioenergía. Además, los bosques sufren en gran medida los efectos del cambio climático, como hemos podido ver en los incendios forestales récord de 2023 en Canadá.
Las barreras económicas y estructurales, como la falta de inversiones para acciones transformadoras, son los retos más cruciales para la descarbonización del sector. Estos retos sugieren que los bosques no deben verse como soluciones milagrosas al problema climático que desvíen la atención de la descarbonización de otros sectores.
Abordar la dependencia de los combustibles fósiles será clave
En vísperas de la COP28, António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, recordó que “no podemos hacer frente a la catástrofe climática sin atajar su causa profunda: la dependencia de los combustibles fósiles”. Sin embargo, los informes más recientes sobre la “brecha de producción” advierten de que los gobiernos, en conjunto, siguen planeando producir en 2030 más del doble de combustibles fósiles de lo que sería coherente con la limitación del calentamiento a 1,5 ºC.
La preocupante noticia surge mientras las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero marcan un nuevo récord histórico de 57,4 Gt CO₂-equivalente en 2022. El último informe sobre la “brecha de emisiones” del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente advierte de que el mundo sigue en camino de un calentamiento de unos 2,9 ºC para 2100.
Sin embargo, el reconocimiento de la necesidad de reducir la producción de combustibles fósiles está totalmente ausente en los tratados y decisiones que forman la base del régimen climático internacional. Desarrollar nuevos acuerdos internacionales capaces de orquestar un descenso de la producción mundial es, por tanto, una tarea ardua pero imprescindible.
En este contexto, el balance mundial no debería desembocar en otra llamada inespecífica a la urgencia. Más bien, la COP28 debería utilizar el resultado político del balance para plantar las semillas del desarrollo de hojas de ruta concretas de descarbonización. Estas hojas de ruta serán fundamentales para aplicar con éxito los cambios transformadores necesarios para limitar el cambio climático y sus consecuencias.
Théo Rouhette, PhD Researcher, BC3 – Basque Centre for Climate Change y Dirk-Jan van de Ven, Postdoc Researcher, BC3 – Basque Centre for Climate Change
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.