Son pasadas las cinco de la tarde, ya es oscuro afuera. Dentro de la peluquería, que antes fue un garaje, hay varias personas con sus hijos en brazos, perdón, con sus mascotas… “soy el periodista que llamó”, me presento. Anitée me mira con cara de cansada, de “hoy no”, y casi fue un “hoy no”, pero usé mis encantos, mi mirada número 2, y logré un sí.
Tiene los brazos llenos de arañazos. Se nota que no es un trabajo fácil. Bañar a un perro no es tan difícil como secarlo. Muchas veces el ruido de la secadora asusta a los animales y se quieren lanzar desde la mesa. Ese momento y el corte de las uñas, son los más complicados. Yo fui atacada por un shar pei, esos perros lindos llenos de arrugas como toallas pero que tienen un temperamento muy fuerte. Me mordió en el brazo y en las manos. El error fue mío por no ajustar bien la correa, por no sujetarlo bien.
Ella y sus dos compañeros de trabajo estuvieron durante varios días trabajando en una exhibición canina, y hoy el negocio está lleno de clientes. Un servicio completo de lavado, secado, limpieza de orejas, limpieza de dientes, corte de uñas y pelado en un perro de pelo corto como un labrador, puede durar hasta una hora. Pero un perro de pelo largo (bichón habanero o yorkshire) puede ocupar entre dos o dos y media horas. Aquí hemos atendido en un día de trabajo hasta quince mascotas, entre los tres. Es mucho más difícil atender a un gato. Acá por lo general nos traen gatos de pelo largo, que tienen un carácter más noble, pero definitivamente los gatos son más difíciles. A los perros le das una orden y la aceptan, a los gatos no. Con los gatos mientras más intentas imponerte tú, más se resisten ellos. En estos casos hay que parar, hablarles cariñosamente y perder media hora de trabajo.
Es una labor de paciencia y amor. Quienes llevan a sus mascotas a la peluquería lo hacen como si llevaran a un familiar. Es un acontecimiento el resultado del embellecimiento del animalito, como el de una quinceañera el día de su fiesta. Tuve que aprender muchos detalles de este oficio para lograr un trabajo de calidad. Cada raza tiene su corte de pelo y hay que dominar cada uno. Se comienza por un lado del animal y luego se hace lo mismo en el otro, el reto está en que ambos lados queden iguales cuando el animal está inquieto. Es más fácil manejar un perro grande que uno pequeño. Al grande le puedo hablar más fuerte y agarrarlo mejor, pero los pequeños son siempre más intranquilos y hay que ser cuidadosos con los agarres porque son más frágiles y se les puede hacer daño.
Estudió Medicina veterinaria en la Universidad Agraria de La Habana y se graduó en el año 2007. Este trabajo ha complementado mi profesión. Incluso de vez en cuando atiendo casos aquí en el salón. Comencé en este mundo sin saber nada de peluquería, y después de un año sigo aprendiendo. Hay muchas cosas que debo perfeccionar. Hay razas que me son muy difíciles de trabajar como el schnauzer, el cocker y el poodle de exhibición que, incluso para los expertos, es muy complicado. Aprender a ser estilista animal es difícil. Hay que ponerle mucho empeño, interés y estudiar mucho. Es bonita y simpática así que, sin más, le pregunto si tiene novio. Sí y comprende mucho mi trabajo, en el suyo también tiene relación con algunos animales: él es gastronómico.
Me gustaría saber donde es la peluquería, me parece que es un dato imprescindible que falta. no se si con toda intencion.