Fotos: Ricardo López Hevia
En medio del sofocante calor veraniego, la XXX edición de los Juegos Olímpicos, Londres 2012, se convirtió en una fuente de entretenimiento para todos.
A pesar de que la delegación cubana fue mucho más reducida que en anteriores ocasiones —110 deportistas—, los resultados no se hicieron esperar: Cuba alcanzó el lugar 16 del medallero, el primer pais de Iberoamérica, con 5 medallas de oro, 3 de plata y 6 de bronce; superando la actuación de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.
Uno que no defraudó a su pueblo fue el abanderado de la delegación de Cuba, el luchador del estilo grecorromano, Mijaín López, quien se ratificó como el líder indiscutible de la división de los 120 kilogramos, al sumar su segunda medalla de oro olímpica.
“Voy con una meta que es conseguir mi segundo título, y darle el alegrón que quiere el pueblo de Cuba, que es la presea de oro en los Juegos Olímpicos”, dijo este corpulento deportista de 195 centímetros de estatura, poco antes de partir.
El gigante, oriundo de la occidental provincia de Pinar del Río, alega que este ha sido un excelente ciclo olímpico, en el cual consiguió muy buenos resultados y, además, realizó una base de entrenamiento muy provechosa en suelo italiano.
López, dueño de cuatro títulos del orbe, habla con insatisfacción de la final del Campeonato Mundial de Lucha, con sede en Estambul, Turquía, en el 2011, donde sorpresivamente cedió el cetro ante el joven turco Riza Kayaalp.
“No fue un resultado esperado ni por el público, ni por mí, pasaron muchas cosas, el peso no lo hice bien, llegué confiado a la competencia, pero creo que esa derrota me vino muy bien, pues de los descalabros se saca provecho y eso me ha obligado a sacrificarme un poco más para extraerme esa espinita que tengo enterrada, y ahora voy a los JJ.OO. con la mente más preparada que hace cuatro años”.
Este estelar deportista, que el 20 de agosto cumplió 30 años, logró la revancha frente al turco 3-0 en las semifinales, para así dejar lista la escena para la conquista de su segundo galardón.
“Esta vez logré vencerlo porque no tenía el apoyo de su público”, bromeó el antillano. La pelea final me hubiera gustado contra él, hubiese sido más lindo, pero se quedó en el camino. No disfrutará como lo hago yo ahora, comentó risueño tras vencer al estonio Heiki Nabi —2-0, 1-0— en el pleito final.
“Ser abanderado de mi país por segunda ocasión y volver a ganar una presea de oro tiene un significado grande para mí. Por segunda ocasión, puedo sacar a mi delegación adelante”, dijo a la prensa minutos después de terminado el combate.
Su éxito se lo dedicó a su país, a su municipio de Herradura, en Pinar del Río, y a su gente.
Antes de partir dijo: “Los cubanos que esperen lo máximo de mí, que esperen la sonrisa de Mijaín López”, y después de la pelea agregó: “Lo que prometí, lo cumplí”.
Igualmente de feliz anda el segundo entrenador de los gladiadores clásicos cubanos, Carlos Ulacia.
“Mijaín ganó esta medalla en mejores condiciones de las que mostró en Beijing, ahora estaba mejor preparado, más maduro como atleta; cumplió el plan táctico al pie de la letra, le dijimos que para el último combate, aunque era el favorito, no se podía confiar, y así lo hizo. Nos sentimos muy orgullosos por esta labor, nosotros siempre confiamos en él”, destacó Ulacia.
López, elegido recientemente entre los cinco miembros de la Comisión de Atletas de la Organización Deportiva Panamericana, tuvo palabras de elogio para el colectivo de entrenadores que lo preparan cada día.
“Sin lugar a dudas es un gran privilegio contar con un técnico como Pedro Val —seleccionado en 2010 como Mejor Entrenador de Lucha del Mundo—, así como Ulacia y Filiberto Azcuy —dos veces campeón olímpico—, ejemplos a seguir. Una de las cosas más importantes que tiene este equipo son, sin lugar a dudas, esas figuras que nos dirigen”.
El multicampeón del orbe, padre de un bebé de un año, al cual considera como su mejor campeonato, o su medalla más grande, asegura ser un hombre muy sociable y dedicado a la familia, con la cual mantiene muy buenas relaciones.
Criado en un ambiente muy deportivo, Mijaín se inclinó por la lucha grecorromana desde los 10 años, y asegura que parte de sus éxitos se los debe al apoyo brindado por sus familiares.
Para Pinar de Río también tuvo palabras de elogio el gigante cubano: “Es la tierra que me vio nacer, pienso que hoy por hoy soy Mijaín porque de ahí salí, ahí hice mis primeras cosas en el deporte, además de ser una provincia fértil en atletas de alto nivel”.
“Cuando defiendo los colores de Cuba me siento muy bien, ya que sé que todos están ahí sentados, esperando, viendo las peleas, en especial la familia, y eso es una cosa que hace latir mucho al corazón, la sangre se le pone a uno muy caliente. Creo que pocos en el mundo sienten ese orgullo como lo sentimos los atletas cubanos”.
López afirma que desde pequeño nunca le ha gustado perder, tiene como hobbies al baloncesto, el dominó, las discotecas y la música, la cual escucha según la ocasión.
De producirse su retiro, Mijaín puntualiza que le gustaría asumir como entrenador, para enseñar las cosas que aprendió, y así formar a otros que quizás lleguen a ser mejores que él.
Pero eso es una posibilidad que para muchos entendidos todavía está lejana, pues con 30 años recién cumplidos, pudiera aspirar a subir al podio olímpico una tercera vez, en los Juegos de Río de Janeiro en el 2016. Su voluntad y el tiempo lo dirán.
“Me siento en buenas condiciones para dar batalla cuatro años más, pero depende de muchas cosas”.