¿Existió realmente? ¿Es solo, como creen muchos, un personaje de ficción? ¿Cuánto de verdad y cuánto de leyenda hay en sus memorias? Transcurrieron casi 160 años del fin de la guerra civil estadounidense (1861-65) y la figura de la cubana Loreta Janeta Velázquez que, vestida de hombre, combatió en el Ejército del Sur, espera aún ser descubierta por los historiadores. Mientras llega ese momento, un filme que la ecuatoriana María Agui Carter realizó para la TV pública de EE.UU., la puso en su justo lugar aun cuando se trata de una cinta que debe ser apreciada con mirada crítica.
No fue un caso único el de Loreta Janeta Velázquez. Se supone que unas mil mujeres tomaron parte en esa contienda, pero muy rara vez se les recuerda cuando se aborda el asunto. Su libro, The Woman in Battle (Mujer en la batalla) pone de manifiesto a un personaje con vida de novela y adelantado a su tiempo, que revela, como ella misma dice en alguna de sus páginas “lo que puede hacer una mujer solo con atreverse y si se atreve a hacerlo a lo grande”.
¿Quién eres tú?
Loreta nació en Cuba el 26 de junio de 1844. Era la suya una familia adinerada. La niña recibiría una educación tradicional. La formarían para ser mujer. Querían sus padres a un ser refinado que supiese bailar y tocar el piano, bordar y tejer, y supervisar las labores de la casa pero, sobre todo, que agradara y obedeciera al marido.
Tenía sin embargo un carácter rebelde. Y lo demostraría cuando su padre la envío a Nueva Orleans al amparo de una tía. Allí, vestida con las ropas de su primo, se alejó poco a poco del papel que los suyos le tenían reservado. Rechazó al cubano que la familia le escogió para esposo y casó, en secreto, con un militar norteamericano, William. Tuvieron dos hijos que morirían pronto.
También, al comienzo de la guerra civil, moría William. Fue entonces que Loreta Janeta Velázquez pidió a un sastre que le hiciera un uniforme. Con grados de oficial y el nombre de Harry T. Buford, coordinó un regimiento en Arkansas y combatió en las batallas de Bull Run, Balls Bluff, Fort Donelson y Shiloh, donde resultó herida. Su vida dio un vuelco a partir de entonces. Abandonó el campo de batalla y se convirtió en espía. Tenía la certeza de que así ayudaría mejor a la causa del Sur. Se trasladó al Norte y acopió y remitió información a los confederados. Pero siguió el mismo juego con la parte contraria y espió para aquellos que hasta poco antes eran sus enemigos. Existen, aseveró María Agui Carter, cartas que consignan lo que se le pagó por espiar para la Unión.
Las memorias de Loreta Janeta, publicadas en 1876, provocaron una agria polémica en Estados Unidos y granjearon a la autora la animadversión de muchos de sus contemporáneos. Aunque ningún elemento parece confirmarlo, se asegura que combatió por la independencia de Cuba. A partir de 1902 se pierde el rastro de esta cubana que supo situarse por delante de su tiempo.