Encontrar animales obesos en consulta no resulta muy común. Cuando sus dueños los traen, ni siquiera es por ese tipo de patologías.
Al explicarle al dueño que su animal no está en un estado óptimo de salud, se sorprende. Ver a sus animales gorditos y bastante llenitos es sinónimo de vida saludable para muchos. Sin embargo, en lo que te entrevistas con el dueño, vas observando que su mascota presenta alguna patología relacionada con la obesidad.
En el caso de los perros, la salud y la nutrición constituyen elementos indisociables en su vida.
La obesidad canina es una enfermedad crónica que conlleva serias alteraciones de las distintas funciones corporales y que limita la longevidad de los animales. Para prevenirla, se debe poner en práctica una disciplina nutricional durante toda la vida del animal, pero sobre todo en ciertos momentos clave, en los cuales el riesgo de sobrepeso aumenta.
Son los propietarios de los perros quienes a veces dificultan el tratamiento de la obesidad, porque no reconocen que tienen sobrepeso o minimizan este problema.
Factores de riesgo de obesidad
Según la Enciclopedia de la Nutrición Clínica Canina, diferentes factores pueden incidir en que un perro sea más proclive a la obesidad:
- Razas predispuestas;
- factores genéticos;
- edad;
- sexo;
- esterilización;
- tratamientos contraceptivos;
- obesidad secundaria a las enfermedades endocrinas;
- obesidad secundaria a la administración de medicamentos;
- sedentarismo y falta de ejercicio;
- alimentación no adaptada a los requerimientos energéticos del individuo y
- dimensión social del alimento.
La raza constituye un factor de riesgo de obesidad en la especie canina. No todas son iguales en cuanto al riesgo nutricional durante el crecimiento. Los excesos energéticos predisponen a los perros de razas pequeñas al sobrepeso mientras que, en las razas grandes, las afecciones osteoarticulares suponen el principal riesgo. En los perros grandes, frecuentemente se da una combinación de problemas articulares y sobrepeso al terminar el crecimiento.
Razas pequeñas como Cairn Terrier y Teckel tienen predisposición a la obesidad. Entre las razas medianas encontramos al Beagle Cocker Spaniel. En las razas grandes, a los Labrador Retroceder, Collie, Golden Retriever y Rottweiler. Perros gigantes como Boyero de Berna, Terranova y San Bernardo también tienen predisposición a la obesidad.
Algunas de esas razas no son comunes en Cuba, pero sí es usual ver perros salchichas o dálmatas con este tipo de afección. También los perros mestizos pueden padecerla.
Muchos factores determinados genéticamente son responsables de mantener el equilibrio entre los aportes alimentarios y los gastos energéticos. Cuando abunda el alimento, como es el caso de los animales domésticos que viven en un espacio limitado como nuestras casas, parece que dichos factores no llevan a un equilibrio entre aportes y gastos y de ahí el aumento de la población de individuos obesos.
La frecuencia de la obesidad aumenta con la edad del perro. Aparece solo en el 6 % de los cachorros con edades comprendidas entre los 9 y los 12 meses y asciende al 40 % en los individuos adultos. La edad media en que se establece el diagnóstico varía entre los cinco y los ocho años. La proporción de obesos no llega al 20 % en los perros de cuatro años o menos, mientras que supera el 50 % en los de siete y ocho años. Asciende casi al 70 % en los que tienen nueve años o más. En el caso de los animales muy mayores, existe una contradicción, pues disminuye la frecuencia de la obesidad en los perros con edades superiores a los 12 años.
Con la esterilización, aumenta la frecuencia de la obesidad en ambos sexos, sobre todo en hembras. Como se trata de un proceso muy importante para la salud de los animales, los dueños deben cuidar adicionalmente la alimentación y la actividad física regular de sus perros esterilizados.
Las hormonas sexuales no son reguladores primarios del metabolismo, pero aun así, influyen en el peso corporal de forma directa. Además, los estrógenos tienen un efecto inhibidor sobre el consumo de alimentos.
Los tratamientos contraceptivos (aquellos que se utilizan para evitar el embarazo) pueden incrementar el peso del animal.
Obesidad y enfermedades endocrinas
La obesidad puede estar asociada a ciertas enfermedades endocrinas como la diabetes y el hipotiroidismo. Al menos el 40 % de los perros que padecen una de estas alteraciones son obesos. La obesidad también puede ser secundaria al hiperadrenocorticismo.
Obesidad secundaria a la administración de medicamentos
Algunos tratamientos con medicamentos pueden dar lugar a hiperfagia (comer en exceso) y, de forma secundaria, a un sobrepeso, principalmente los antiepilépticos como el diazepam y los glucocorticoides.
Obesidad y actividad física
La falta de ejercicio es un factor primordial en el desarrollo de la obesidad. Su prevalencia disminuye proporcionalmente según la duración del ejercicio diario.
Por lo general, encontramos más perros obesos entre aquellos que viven en un apartamento, en comparación con los que viven en un espacio con acceso al exterior. Sin embargo, es un error creer que el hecho de disponer de un gran jardín aumenta de forma sistemática los gastos energéticos. Algunos de los animales que viven en un ambiente cerrado pasean durante varias horas a la semana, mientras otros, que disponen de un jardín, se conforman con disfrutarlo durante algunos minutos al día.
El ejercicio físico aumenta los gastos de energía y previene la pérdida de masa muscular y de minerales óseos. La pérdida de peso asociada con él generalmente mejora la resistencia física del perro.
Obesidad y alimentación
Predispone a la obesidad el suministro de alimentos muy palatables (gratos al paladar), ricos en materias grasas y en carbohidratos fácilmente asimilables.
Un factor de riesgo innegable es la alimentación ad libitum (a voluntad), que conlleva un exceso en el consumo energético. Hay que tener en cuenta que el perro come todo lo que se le da y a veces no se tienen en cuenta las necesidades energéticas. La mayoría de ellos no son capaces de regular su consumo alimentario. En el momento del destete, es mejor dar de comer por separado a los cachorros de una misma camada.
Los alimentos pueden resultar muy palatables debido a la presencia de aromatizantes o de cantidades importantes de grasa. Los alimentos más grasos son también los que aportan mayor concentración de energía. Aunque tolera y utiliza bien las grasas como fuente de energía, el perro también tiene la capacidad de almacenarlas inmediatamente en forma de grasa abdominal.
Los alimentos altamente digestibles, pobres en fibras alimentarias y con la energía muy concentrada pueden ser responsables de que el perro gane peso. Darles golosinas y restos de la comida de los propietarios son factores de riesgo adicionales.
Dividir en varias comidas una ración diaria adecuada para el tamaño del perro no conlleva un aumento en la frecuencia de la obesidad, a diferencia de lo que muchas personas piensan. Eso sí, se trata de dividir, no de multiplicar la comida.
Tener varios animales también puede suponer un problema a la hora de controlar el consumo individual de alimentos. Cuando se tiene un grupo de varios perros de la misma raza, es necesario el racionamiento individual.
No obstante, la obesidad es más frecuente en los hogares con un solo perro.
El lugar que ocupa la alimentación en la relación entre las personas y los perros desempeña un importante papel en el desarrollo de la obesidad.
Según diferentes estudios, los propietarios de animales obesos hablan más a su perro, aceptan que el animal se suba a su cama, y consideran poco importantes el ejercicio, el trabajo o la función de protección del perro.
Es posible que los propietarios de perros obesos confundan la bulimia con un signo de buena salud y vean el exceso de peso como un signo de belleza, propio de determinadas razas. Algunas personas usan los alimentos como un paliativo para evitar que sus perros se aburran y destruyan objetos cuando se quedan solos. Indiscutiblemente, esto es un error.
Un perro que vive en un medio familiar puede adquirir la mala costumbre de recibir comida de los niños, como recompensa o como parte del juego.
Patologías asociadas con la obesidad
- Disminución de la longevidad;
- enfermedades osteoarticulares;
- intolerancia al esfuerzo;
- problemas cardiorrespiratorios;
- diabetes mellitus;
- disminución de las defensas;
- niveles elevados de partículas de grasa en la sangre;
- anomalías;
- cáncer de mama;
- afecciones dermatológicas;
- dificultades para utilizar técnicas exploratorias;
- inconvenientes para las cirugías;
- alteraciones de la función tiroidea y
- problemas de reproducción.
¿Cómo debo tratar a un animal obeso?
Mientras no se modifique el comportamiento del propietario, no debe usarse medicación para tratar a los perros obesos.
Es necesario entender las causas y los perjuicios de la obesidad, así como las ventajas de tener un animal que goza de buena salud. Hacerle un seguimiento regular al peso del perro (se puede establecer una curva de peso) resulta indispensable para resolver el problema.
El propietario, bajo supervisión veterinaria, debe establecer una dieta y restringir los aportes energéticos a su perro. Una restricción muy severa solo es aconsejable en los casos más graves de obesidad, cuando el sobrepeso supera el 40 %. Además, en caso de que exista una indicación médica para una rápida pérdida de peso, por problemas respiratorios, cardiacos u ortopédicos, o porque haya que anestesiar al animal a corto o mediano plazo.
Muy importante: está totalmente contraindicada la restricción por una simple reducción de la cantidad de alimento que consume el perro. Cuando este se ve privado de alimento, puede desarrollar comportamientos indeseados: nerviosismo, ladridos, robo de comida e incluso agresividad. Lo que debe hacerse es usar un alimento adaptado, que limite el aporte energético.
La forma más sencilla y eficaz de reducir la concentración energética de un alimento es disminuir su contenido de materia grasa y aumentar el de fibras alimentarias. Las fibras inducen la sensación de saciedad, mejoran la flora intestinal, evitan el estreñimiento, contribuyen al control del colesterol en sangre y del exceso de grasas. Una dieta que contenga al menos un 20 % de ellas reduce la ingesta de energía en el perro.
Hay varios alimentos con fibras que no son tan fáciles de encontrar en Cuba. Pero otros como la calabaza, las habichuelas, la zanahoria y las remolachas podemos usarlos en la dieta del perro obeso.
Para lograr que un perro pierda peso, se tienen que modificar sus costumbres alimentarias. Darle las sobras de la mesa o golosinas puede fomentar un comportamiento de mendicidad; el perro solo debe comer en su plato o comedero y apartarse cuando comen sus dueños.
Por último, quiero resaltar que los dueños deben preocuparse por el peso de sus perros como parte de su salud, porque la mejor forma de tratar la obesidad es prevenirla.
Nota de la editora
La clínica está abierta a temas sugeridos por ustedes. Déjennos sus dudas en los comentarios, y las tomaremos en cuenta para próximas entregas.
Muchas gracias , me encanta la clinica, aprendo mucho, tengo una pregunta, mi perro muestra agresividad hacia otros perros, y agrede a cuanto pero se encuentre en su camino, esto me trae dificultades con los vecinos que tambien tienen perros, dicen que la castracion puede ser un remedio, pero aun no me decido a hacerlo, existe alguna otra solución?