Encontrarse en consulta veterinaria a pacientes con diarreas sanguinolentas no es nada extraño. Es una de las cosas más comunes, si tenemos en cuenta que la mayoría de los pacientes en Cuba no están vacunados.
Varias causas pueden llevar a que se produzcan diarreas con sangre en pacientes, pero el Parvovirus Canino es una de las más frecuentes en pacientes en su mayoría jóvenes.
Muchos se preguntan de dónde salió este microorganismo y se cree que puede ser una variante de la Panleucopenia Felina, porque la variación de aminoácidos entre ambos es poca.
El Parvovirus Canino una enfermedad cosmopolita, está prácticamente en todo el mundo. No hay apenas un territorio que esté libre de este virus; pero la prevalencia sí es diferente en varios lugares, pongamos el ejemplo de nuestro país. En Cuba le ganamos a Estados Unidos si nada más tomamos como referencia el esquema de vacunación, una de las cosas que más se viola en nuestras condiciones. Hay diferentes cepas de este virus que producen más o menos los mismos síntomas. También se comportan igual en términos de prevención, porque las vacunas protegen por igual.
Existen diferentes vacunas en la actualidad que protegen contra este patógeno, siempre y cuando cumplan los estándares internacionales. Lo incorrecto puede estar en las aplicaciones. Me he topado con personas que creen que un perro pequeño necesita menos cantidad que un perro que puede ser el doble o triple de su tamaño. Eso es un error muy grande, porque la cantidad de partículas virales presentes en el animal es exactamente la misma, más allá de su porte. No tiene nada que ver con volumen ni tamaño. Ni tan siquiera con la edad. Es muy poco común encontrarnos con un perro de tres años con esta enfermedad. Puede pasar rara vez, aunque no nos demos cuenta.
El parvovirus de Tipo I es de tipo leve. Ni tan siquiera requiere de una ida a la consulta. Pero el parvovirus de Tipo II, dependiendo de muchas cosas como la edad del paciente, la carga viral, o incluso infecciones parasitarias, puede producir síntomas graves que van a hacer que el paciente llegue al veterinario.
Se ha demostrado que algunos felinos pueden presentan enteritis clínica por el parvovirus.
Etiología del virus:
El parvovirus es un virus pequeño, parvo significa “pequeño”. Es un virus DNA del género Parvovirus y Familia Parvoviridae. Puede sobrevivir en el ambiente un año en condiciones ideales. De ahí que resulta tan importante que donde haya existido un paciente infectado, ya sea que haya sobrevivido o fallecido, se debe hacer una buena limpieza y desinfección. El cloro es una buena opción. Si es un patio con tierra se debe anegar en agua con cloro esa área. Esto se le debe aclarar bien al propietario del animal si desea tener otro cachorro luego de dos o tres meses.
El Parvovirus requiere células mitóticamente activas que pueden afectar también el sistema gastrointestinal y la médula ósea. Los perros de a partir de menos de seis semanas pueden presentar signos más severos porque la médula está tratando de producir a todo lo que da células para proteger el cuerpo y el sistema gastrointestinal igual. Pero ello no significa que pacientes de más edad tengan signología más severa. Es simplemente que al ser más pequeños, los cachorros tienen un sistema inmune menos maduro para protegerse.
Factores que predisponen al Parvovirus:
La primera causa es la falta de inmunidad efectiva. Esto puede suceder en perros que sean huérfanos o pacientes a los que se le hayan aplicado mal las vacunas. Es decir, pacientes que se le hayan aplicado las vacunas en menos de cuatro semanas de nacidos. Son pacientes muy jóvenes en los que se neutralizan los anticuerpos naturales de la mamá. O también la predisposición puede venir dada por vacunas aplicadas después del tiempo donde el paciente ya no va a formar los anticuerpos que se requieren.
Los parásitos intestinales también predisponen mucho para contraer el virus. Donde haya una sobrepoblación de perros, —por ejemplo una camada muy grande de una perra que haya parido diez o más perritos—, casi siempre va a existir uno que se queda atrás, que no toman mucho calostro y por ende se queda con menos protección y es más probable que desarrolle la enfermedad. Una vivienda o lugar insalubre donde estén los animales y por supuesto condiciones de estrés que llevan a un exceso de cortisol y a condiciones de inmunosupresión.
Fisiopatología del virus:
La ruta de infección del virus es fecal-oral. El virus se puede exponer en diarreas, vómitos o fómites. El virus puede transportarse a través de cosas inactivadas como ropa, zapatos, platos de comida o juguetes. Es tan importante por eso que en las clínicas exista un área para enfermedades infecciosas donde se utilicen accesorios desechables como guantes, batas cubrebocas. Todo esto se debe desechar cada vez que se trate a un paciente en específico.
Muchas veces oyes decir al propietario que tiene un perro infectado que hay más animales en la casa que corren riesgo. Entonces cogen a esos otros animales expuestos y lo suben a la azotea o a un lugar alto y creen que con ello resuelven el problema. Pero no es así, porque a ese animal se le sube comida y quizá no tengan en cuenta que en su ropa o zapato pueden llevar el virus.
En modelos biológicos, la enfermedad tiene un tiempo de incubación de 7 a 14 días. En modelos experimentales puede ser de hasta 4 días. Esto significa que desde el punto de vista clínico cuando el propietario te lleva al paciente porque lo ve extraño hace unos días, pues ese paciente lleva al menos una semana con la enfermedad, incubándola.
La replicación viral de este virus comienza en el tejido linfoide oro-faríngeo, de aquí se disemina al gastrointestinal, timo médula y linfonódulos mesentéricos, donde finalmente produce todo el daño.
La neutropenia también es muy común en pacientes con Parvo; resulta de la no producción de la médula ósea y del secuestro del tejido gastrointestinal afectado, o sea, consumo por inflamación. Literalmente los pacientes con parvo que tienen diarreas con sangre están botando pedazos de mucosa intestinal y es por ello que hay tanto dolor abdominal.
En pacientes con esta patología se desarrolla un síndrome de mala absorción y un aumento de la permeabilidad intestinal. Es por ello que la nutrición parenteral juega un papel importante.
En la mayoría de los pacientes hay translocación bacteriana, endotoxemia y sepsis; el 80% o 90% de los casos se pueden recuperar con un tratamiento correcto.
Signos clínicos como fiebre, diarrea —que puede ser o no sanguinolentas—, dolor abdominal, deshidratación, son signos sistémicos que se desarrollan rápidamente. Son buenos indicadores de la enfermedad.
Tratamiento actualizado de la enfermedad:
Existen tres pilares fundamentales para el tratamiento, que son la nutrición, la terapia de fluidos y los antibióticos.
En medicina veterinaria hay una técnica que se llama transfaunación fecal. Consiste en pasar fecas de un perro sano a un paciente enfermo con Parvo. Para ellos existen varios métodos. Se pueden hacer cápsulas del paciente sano y se le da por vía oral al paciente contagiado. También se preparan supositorios que van directamente por la vía rectal en el paciente enfermo. En estos casos se ha demostrado que mejora la signología clínica del paciente pero la sobrevida no. Esta última depende de otras cosas que se describirán ahora.
Los pacientes con Parvovirus son aquellos que presentan vómitos, diarreas y anorexia y todo esto se reduce a deshidratación e hipotensión. Aquí es importante la terapia de fluidos donde siempre se debe iniciar con cristaloides.
La presión arterial debe medirse constantemente. Si hay pacientes que están bien hidratados pero la presión no sube se debe considerar el uso de coloides. En pacientes con parvo está la posibilidad de que tengan la albúmina extremadamente baja y en ese caso lo que se debe hacer es reponerla. En otro caso, el perro puede tener la albúmina normal, estar bien hidratado, pero presentar edema y lo más probable es que tenga daño endotelial. Aquí usar un coloide es controversial porque el paciente podría morirse más rápido. Pero en caso de usarlo se debe dar en bolos de 5mg por kg de forma lenta cada 8 o 12 horas y de acuerdo a la presión arterial sistólica que tenga el paciente. Si el coloide no mejora la presión arterial se debe considerar usar vasopresores. En este caso lo más seguro es que se trate de un daño endotelial severo.
La nutrición es un aspecto fundamental en el tratamiento. Hay mucha evidencia de sobrevida de pacientes con la enfermedad con nutrición forzada. Con ella se mejora la recuperación de la barrera intestinal y el paciente permanece menos días hospitalizados. Existe una fórmula para calcular la cantidad de kilocalorías que necesita el paciente en un día y se administra de forma forzada por la vía nasogástrica, que es fácil de colocar y de retirar. Esto es para mantenimiento, el paciente no va a ganar peso, solo mantenerse. Este método reduce el riesgo de translocación bacteriana y mejora la síntesis de proteínas.
Para el tratamiento de la antibioterapia lo primero es elegir correctamente los antibióticos a utilizar. Una buena opción es usar Metronidazol con Ampicilina o el mismo con alguna cefalosporina. Depende de lo que tengamos a disposición.
Como analgésicos se pueden usar la Buprenorfina o infusiones con Lidocaína o Ketamina.
En el caso de los antieméticos se usa la Metroclopramida, Ondansetrón que son los que más tenemos a nuestro alcance.
La glucosa no suele ser necesaria en la suplementación si el paciente tiene una sonda de alimentación, porque vienen contenidas en el alimento. Pero si el paciente no la tiene puede resultar necesario administrarla en forma de bolos.
Lo más importante de este tema es la prevención. Si se usa un protocolo correcto de vacunación no debe haber prevalencia del virus. No obstante, una vez instaurada, debe hacerse un buen examen clínico que posibilite tratarla a tiempo y lo otro es hacer una buena desinfección en hogares donde existan más animales predisponentes a ella.