El papa Francisco elogió el sábado a Marruecos como un modelo de moderación religiosa y de bienvenida a los migrantes, al iniciar un viaje al reino, advirtiendo que los muros y el alarmismo no impedirán que la gente ejerza su legítimo derecho a buscar una vida mejor en otro lugar.
El rey Mohamed VI dio la bienvenida a Francisco, al llegar a Rabat, la capital marroquí, durante una inusual lluvia intensa. El pontífice comenzó así una visita de 27 horas con el objetivo de reforzar los lazos entre cristianos y musulmanes y mostrar solidaridad con la creciente comunidad migrante de Marruecos.
El papa pidió un cambio de actitud hacia los migrantes para que se les respete como personas, dignas de dignidad y derechos, y no sólo como estadísticas. Dijo que los líderes mundiales deben abordar los desequilibrios económicos y los disturbios en la Tierra que alimentan los conflictos y los flujos migratorios.
“La grave crisis migratoria de hoy representa una convocatoria urgente para acciones concretas encaminadas a eliminar las causas que obligan a muchas personas a abandonar sus países y sus familias, a menudo sólo para encontrarse marginados y rechazados”, dijo.
Los dos líderes se fueron del lugar en vehículos separados –el papa en su papamóvil y el rey en un Mercedes convertible– y desfilaron uno detrás del otro hacia la ciudad para asistir a una ceremonia formal de bienvenida en el complejo en donde pasados monarcas marroquíes fueron enterrados.
La visita papal tiene el objetivo de promover el islamismo moderado y mostrar solidaridad con la lucha de los migrantes que se dirigen a Europa.
Francisco abordará ambos temas durante su primer día en el reino norafricano y acudirá con la minoría católica del país cuando concluya su visita el domingo, día en que celebrará una misa y se reunirá con el clero marroquí.
Lo más destacado del viaje probablemente sea la visita de Francisco el sábado al Instituto Mohammed VI, una escuela para los imanes que representa los esfuerzos de Marruecos para promover un estilo moderado del islamismo y exportarlo a través de predicadores a África, el Medio Oriente y Europa.
Marruecos, un reino musulmán suní con 36 millones de habitantes, reformó en 2004 su educación y políticas religiosas para limitar la propagación del fundamentalismo, después de los ataques con bomba terroristas en Casablanca en 2003 que mataron a 43 personas.
El viaje del fin de semana de Francisco llega tras la visita del pontífice en febrero a Emiratos Árabes Unidos, donde el papa y el imán de El Cairo, Al Azhar, el jefe del aprendizaje suní, firmaron un histórico acuerdo conjunto para establecer las relaciones entre hermanos católicos y musulmanes, con la misión común de promover la paz.
Los musulmanes, cristianos y judíos han convivido pacíficamente en Marruecos, incluso si se tiene en cuenta los católicos representan una pequeña minoría, de unas 23,
000 personas. El papa llegó a Marruecos 34 años después de que San Juan Pablo II se convirtiera en el primer pontífice en hacerlo.