El presidente colombiano Juan Manuel Santos, quien dejará el cargo en pocas semanas, dice confiar en que su principal logro, el acuerdo de paz con las FARC, sobrevivirá pese a las duras críticas del que será su sucesor.
“El acuerdo está blindado”, dijo Santos en una entrevista con The Associated Press en el palacio presidencial que en seis semanas será el despacho de Iván Duque.
“El hecho de ver a Timochenko votando por primera vez, como excomandante del FARC y ahora jefe político del partido político, eso resume que el acuerdo funcionó”, dijo Santos el lunes en referencia al ex comandante de la guerrilla ahora convertida en el Partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común.
El mandatario resaltó, además, que la Corte Constitucional de Colombia ha fallado que el acuerdo es vinculante para los próximos tres períodos presidenciales.
Santos, de 66 años, ganó el premio Nobel de la Paz y numerosos elogios internacionales al firmar el pacto que puso fin a cinco décadas de conflicto que dejaron aproximadamente 260,000 muertos y 7 millones de desplazados.
Sin embargo, en su país no es considerado profeta, pues su índice de aprobación es bajísimo y los colombianos están agriamente divididos sobre el acuerdo. Una encuesta reciente halló que su índice de aprobación es de apenas 20 por ciento.
Santos le dejará a Duque una serie de desafíos difíciles, entre ellos un aumento de la actividad delictiva en zonas evacuadas por las FARC donde se registró un alza de la producción de cocaína el año pasado, según un reporte de la Casa Blanca difundido el lunes.
El nuevo presidente tendrá que lidiar con la grave crisis política y económica en la vecina Venezuela, desde donde más de un millón de personas han buscado refugio en Colombia, abrumando los ya escasos servicios de salud y bienestar social.
Sin embargo, el desafío –y la oportunidad– más grande de lejos es la implementación del acuerdo de 310 páginas. Si bien unos 7,000 combatientes han depuesto las armas y se están incorporando a la vida civil –lo que Santos llama “la parte ambiciosa” del acuerdo–, apenas se está comenzando a desarrollar económicamente las olvidadas zonas rurales del país, lo que enfrenta duros problemas de seguridad y presupuesto.
Muchos colombianos consideran que Santos cedió demasiado a los guerrilleros, algunos de los cuales están señalados de haber cometido crímenes. Su sucesor, Duque, ha prometido “corregir” el acuerdo, empezando con la revocación del derecho de los exrebeldes a ocupar escaños en el Congreso aun sin confesar sus crímenes y sin pagar compensación a las víctimas.
Esta semana, bajo instrucciones suyas, su partido bloqueó una ley que era necesaria para establecer tribunales con el mandato de escuchar testimonios de antiguos combatientes, lo que provocó un estancamiento con Santos y colocó en riesgo la promesa de justicia para las víctimas.
Santos comentó que nunca ha estado obsesionado con las encuestas y que sigue el ejemplo del primer ministro británico Winston Churchill de hacer lo correcto aun cuando no sea popular. Aun así, dijo que espera que con el tiempo los colombianos lo recordarán como alguien que trabajó incansablemente por la paz y la modernización de un país afectado por la pobreza, la violencia política y la desigualdad social.
“Eso no fue hecho para la FARC, fue hecho para las comunidades… Son zonas del país muy extensas, totalmente abandonadas durante más de 50 años y el estado tenía que llegar tarde o temprano”, afirmó el mandatario.
Duque trabajó para Santos hace dos décadas, primero como empleado de su fundación y luego en el Ministerio de Hacienda. El todavía presidente describió a su sucesor como alguien inteligente y de buen juicio.
Santos expresó esperanzas de que el pragmatismo de Duque prevalezca frente a los pedidos de los sectores de línea dura dentro de su partido Centro Democrático, de anular el pacto, y dijo que le agradó ver que en la noche de las elecciones Duque pidió unidad al país.
“Si logra eso, sería muy positivo. El país lo necesita”, dijo.
Sin embargo, Santos opinó que si Duque trata de modificar el pacto, probablemente enfrentará fuertes obstáculos políticos y legales que le dejarán poco espacio de maniobra. Como ejemplos citó el fragmentado Congreso, el respaldo internacional al acuerdo y el fallo de la Corte Constitucional de que el pacto es vinculante para los próximos tres gobiernos.
“Si hay propuestas –y se lo dije al presidente electo– que mejoren los acuerdos y son aprobadas de forma consensuada, pues lo haremos con mucho gusto… Lo que no puede es imponer cambios que significan cambios en el fondo de los acuerdos, porque entre otras cosas requiere una reforma constitucional para hacerlo”.
Santos dijo que una vez que deje la presidencia el 7 de agosto, tratará de pasar más tiempo en Bogotá con su nieta recién nacida, su primera.
Cuenta además con una invitación para trabajar con Amartya Sen, el ganador del Nobel de Economía de 1998, en programas de reducción de pobreza y tiene planes también de dar conferencias en todo el mundo sobre los esfuerzos que ha hecho su gobierno para lograr la paz y proteger el medio ambiente.
Aunque ha prometido abstenerse de la política colombiana una vez que se retire, tuvo un último consejo para Duque.
“Si yo estuviera en los zapatos del nuevo presidente, me dedicaría todo al resto de los puntos de la campaña… El país tiene muchas necesidades, tiene muchos desafíos. Que no se desgaste en algo que ya está negociado, que ya está funcionando y que conviene en el país”, dijo Santos.
AP / OnCuba