Unos 35,8 millones de ciudadanos están convocados en Argentina para votar este domingo en una segunda vuelta de las elecciones presidenciales que se presenta muy reñida y en medio del festejo por los 40 años de democracia ininterrumpida tras el final de la última dictadura militar (1976-1983).
El panorama es tan incierto que no hay un favorito claro. Las encuestas arrojan un empate técnico, ya que algunas dan como favorito al oficialista Sergio Massa y otras al opositor Javier Milei, en ambos casos, con poca ventaja, reseña la agencia Efe.
#19N #ObjetivoRosada | “Balotaje: qué pasaría si hay empate técnico entre Sergio Massa y Javier Milei https://t.co/WTueiQVwil a través de @Ambitocom“
— Elecciones Argentina 2023 🇦🇷 (@ArgElecciones) November 16, 2023
Pocos se fían de los sondeos, después de que, en las primarias de agosto, nadie predijo el triunfo de Milei, como tampoco en las generales de octubre se avizoró a Massa como ganador, pues apostaron por una victoria de su rival, incluso en la primera vuelta
La proyecciones marcan un segmento de indecisos que aumentará 2 % respecto a las elecciones generales celebradas el pasado 22 de octubre, en las que, además, hubo un 22,3 % de abstención.
Entonces, ningún candidato obtuvo un 45 % o un 40 % y 10 puntos porcentuales de votos sobre el siguiente con más apoyos, algo que recoge la Constitución argentina para declarar un ganador.
🇦🇷 🗳️ Este domingo 19 de noviembre los argentinos votarán a su próximo presidente. Aquí te contamos la diferencia entre voto en blanco, nulo o impugnado. https://t.co/fblODZBxRY
— CNN en Español (@CNNEE) November 18, 2023
Tanto Massa como Milei han redoblado esfuerzos en campaña para intentar convencer a quienes no acudieron a las urnas y a quienes sí lo hicieron, pero a favor de las otras candidaturas.
Entre Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio), Juan Schiaretti (Hacemos por Nuestro País) y la líder del Frente de Izquierda, Myriam Bregman, sumaron 8,8 millones de votos, ahora codiciados para inclinar la balanza hacia uno u otro lado.
Salvo Bullrich, que pidió sus votantes el respaldo a Milei, el resto se ha pronunciado a favor de la “neutralidad” en campaña.
A esas otras fuerzas, incluida Juntos por el Cambio, tendió la mano Massa para su prometido Gobierno unido y, para distanciarse de la exmandataria Cristina Fernández (2007-2015), a quienes algunos acusan de manejar los hilos del ejecutivo hasta ahora encabezado por Alberto Fernández.
Milei, recién llegado a la política, es un economista que alcanzó repercusión en tertulias televisivas. Diputado desde 2021, en sólo dos años ha logrado que su fuerza política tenga opciones de ganar en la segunda vuelta presidencial.
Sus propuestas, sobre todo económicas, han calado en medio de las actuales circunstancias de la nación sudamericana, con una inflación interanual que trepó en septiembre al 138,3 %, un nivel de pobreza del 40,1 % y una brecha cambiaria superior al 200 %.
Sin embargo no ha dejado de estar en el ojo del huracán, al que le han llevado sus polémicas declaraciones, sobre todo aquellas que han avalado la dictadura militar de finales de 1970, y la confesa admiración a Margaret Tatcher, Primer Ministra del Reino Unido durante la Guerra de las Malvinas, una herida abierta aún en la sociedad argentina.
Milei! Basura!
Vos sos la dictadura! 🔥🔥🔥El libertario fue al teatro Colón y fue repudiado por el público. #mileino pic.twitter.com/RYEK8isnxI
— Emergentes (@emergentesmedio) November 18, 2023
En cuatro décadas de democracia tras la dictadura solo ha habido un balotaje en Argentina: sucedió en 2015, cuando el entonces líder de Cambiemos (hoy Juntos por el Cambio, centroderecha), Mauricio Macri, se impuso con un 51,34 % de apoyos al peronista Daniel Scioli (48,66 %).
Pudo suceder otra vez en 2003, cuando Carlos Menem y Néstor Kirchner, ambos del Partido Justicialista (peronismo), debían medirse en un balotaje, pero el primero renunció a hacerlo y el hasta entonces gobernador de la provincia de Santa Cruz se convirtió en mandatario (2003-2007)
Nadie puede pronosticar ahora qué ocurrirá el domingo, aunque muchos esperan que cualquier resultado genere un esperado cambio.