La policía nicaragüense allanó el viernes la residencia de un obispo católico crítico de la administración del presidente Daniel Ortega, deteniéndolo junto a varios sacerdotes en una dramática escalada de tensiones entre la iglesia y un gobierno muy intolerante con la disidencia.
El allanamiento al final de la madrugada se produjo luego de que las autoridades nicaragüenses acusaran al obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, de “organizar grupos violentos” e incitarlos “a realizar actos de odio contra la población”, pero sin aportar indicios.
El gobierno de Daniel Ortega se ha movido sistemáticamente contra las voces de disidencia, arrestando a decenas de líderes de la oposición el año pasado, incluidos siete candidatos postulados para la presidencia. Fueron condenados a prisión este año en juicios rápidos cerrados al público, antes de las elecciones.
El congreso, dominado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional de Ortega, ordenó el cierre de más de mil organizaciones no gubernamentales, incluida la organización benéfica creada por la fallecida Madre Teresa de Calcuta.
La madrugada del viernes, la diócesis de Matagalpa publicó en las redes sociales: “En este momento la Policía Nacional ha ingresado a la rectoría episcopal de nuestra diócesis de Matagalpa”.
La Policía Nacional confirmó las detenciones en un comunicado posterior, pero justificó el operativo diciendo que se realizó para que “la ciudadanía y las familias de Matagalpa recuperen la normalidad”.
“Durante varios días se esperó con mucha paciencia, prudencia y sentido de responsabilidad una comunicación positiva de la diócesis de Matagalpa, que nunca se materializó”, dice el comunicado. “Con la continuación de las actividades desestabilizadoras y provocadoras se hizo necesario el mencionado operativo de orden público”.
Pero no el comunicado no mencionó cargos específicos.
Álvarez estaba bajo custodia en una casa en Managua, donde se le permitió reunirse con familiares y con el cardenal Leopoldo Brenes, especificó la policía en el comunicado.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos condenó las detenciones y pidió la liberación inmediata de los detenidos.
Edwin Román, párroco nicaragüense exiliado en Estados Unidos, dijo vía Twitter: “¡DIOS MÍO! Que barbaridad, se han llevado a Monseñor Rolando Álvarez con los sacerdotes que estaban con él”.
Álvarez ha sido una voz religiosa clave en las discusiones sobre el futuro de Nicaragua desde 2018, cuando una ola de protestas contra el gobierno de Ortega condujo a una amplia represión contra los opositores. Hubo muertos y heridos en las manifestaciones públicas.
“Esperamos que haya una serie de reformas electorales, cambios estructurales en la autoridad electoral, elecciones libres, justas y transparentes, observación internacional sin condiciones”, dijo Álvarez un mes después de que estallaran las protestas.
En ese momento, un sacerdote de la diócesis de Álvarez resultó herido en el brazo por metralla cuando intentaba separar a los manifestantes de la policía en Matagalpa.
Álvarez ha mantenido esos llamados constantes a la democracia durante los últimos cuatro años, lo que enfureció a Ortega y su mujer, la vicepresidente Rosario Murillo.
Manuel Orozco, experto en Nicaragua del Diálogo Interamericano en Washington, dijo a la agencia AP que Álvarez representaba una amenaza como un obstáculo y un símbolo para Ortega.
“Los nicaragüenses son muy leales a la iglesia”, precisó. “En una encuesta que hicimos el año pasado, el 70% de los nicaragüenses dicen que, para ellos, la opinión política de la autoridad religiosa a nivel nacional o parroquial fue importante en la formación de sus puntos de vista políticos”.
“La narrativa [de Álvarez] se basa en el guión religioso, el guión bíblico de oponerse al opresor”, añadió Orozco. “Y no hace alusiones para incitar a la violencia ni para llamar a la resistencia, pero sí dice que hay opresión”.
Orozco dijo que el gobierno está apostando a que su presión sobre la iglesia no generará una “respuesta proporcional” por parte de la comunidad internacional. “Y así continúan empujando el sobre porque no ven que, salvo una invasión militar, no habrá nada que pueda detenerlos”.
La contrarrevolución nicaragüense desea lo mismo que la anticubana ” invasión de los marines ” para venir ellos detrás como salvadores ., el mismo guión