Apenas horas después de que los líderes de Tailandia y Camboya proclamaran un alto el fuego “inmediato e incondicional” para poner fin a cinco días de mortales enfrentamientos fronterizos, el ejército tailandés acusó a su vecino de violar la tregua con nuevos ataques.
El portavoz adjunto del ejército tailandés, Ritcha Suksuwanon, afirmó este martes que, pese al acuerdo alcanzado la víspera en Malasia, los choques persisten y han dejado más muertos y heridos en ambos lados de una de las líneas divisorias más tensas del Sudeste Asiático, la cual se extiende por unos 800 kilómetros.
“El alto el fuego fue roto con disturbios en la zona de Phu Makua causados por la parte camboyana, lo que desató un intercambio de fuego que continuó esta mañana”, denunció Suksuwanon, citado por reportes de prensa.
Según sus declaraciones, en Sam Taet también persistieron los combates hasta entrada la madrugada de este martes.
Estas renovadas hostilidades empañan un acuerdo celebrado por líderes mundiales y esperanzador para cientos de miles de desplazados que, tras una semana de terror, aguardaban la reapertura de pasos seguros para regresar a sus hogares.
El Ejército de Tailandia dice que las tropas camboyanas han violando “de manera deliberada” el alto el fuego acordado la víspera entre ambos gobiernos y que entró en vigor la pasada medianoche.https://t.co/ajybbfiyZ0
— EFE Noticias (@EFEnoticias) July 29, 2025
Causas, víctimas y desplazamientos
El conflicto estalló oficialmente el pasado jueves 24 de julio, cuando una mina explotó en la frontera y dejó a cinco soldados tailandeses heridos. De inmediato, militares de ambos países se acusaron mutuamente de iniciar los combates, que escalaron velozmente con el uso de artillería pesada, cohetes BM-21 y cazas F-16.
Esta nueva crisis revive una centenaria disputa territorial entre Tailandia y Camboya, heredada de la delimitación colonial de Indochina, con episodios anteriores de violencia significativa, pero ninguno tan mortal como el actual en más de una década.
En cinco días, la violencia ha cobrado cerca de 40 vidas —entre ellas las de muchos civiles— y ha forzado la evacuación y desplazamiento de aproximadamente 300 mil personas. Según cifras oficiales y testimonios locales, serían más de 156 mil en Tailandia y unas 135 mil en Camboya.
Las aldeas vecinas a la frontera se han visto vaciadas; mujeres, niños y ancianos han huido precipitadamente a refugios temporales o centros de evacuación, arrastrando lo que pudieron salvar, en escenas de desconcierto y temor.
Ambos gobiernos han intercambiado acusaciones sobre la naturaleza y objetivos de los ataques.
Tailandia denuncia agresiones contra infraestructuras civiles, incluido un hospital y una gasolinera alcanzados por cohetes, mientras Camboya acusa a las fuerzas tailandesas del empleo de bombas de racimo.
Este cruce retórico y la desconfianza mutua entorpecen toda tentativa de desescalada duradera.
Negociaciones, diplomacia y reacciones internacionales
El cese al fuego fue anunciado este lunes tras una intensa ronda de negociaciones en Putrajaya, a iniciativa del primer ministro de Malasia, Anwar Ibrahim, quien preside temporalmente la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).
A la cita asistieron, además de los jefes de gobierno de Tailandia y Camboya, altos representantes de Estados Unidos y China.
Washington había ejercido una fuerte presión al advertir que suspendería negociaciones comerciales con ambos países si no cesaban las hostilidades, mientras que la diplomacia china se sumó a los llamados de “contención y diálogo”. Malasia, como anfitriona, fue clave para desbloquear el acuerdo inicial.
“El alto el fuego inmediato e incondicional es un primer paso vital para la paz y la seguridad”, enfatizó Anwar.
Los ministros de Relaciones Exteriores y Defensa de los tres países, junto a comandantes militares de ambos bandos, recibieron instrucciones para crear un mecanismo de supervisión que garantice el cese definitivo de hostilidades.
La noticia fue recibida con suspiros de alivio en toda la región, aunque subsiste un clima de suspicacia por los recientes episodios de violencia.
António Guterres, secretario general de la ONU, celebró el acuerdo como un “paso positivo” e instó a las partes a respetarlo íntegramente para crear un entorno propicio para resolver viejas disputas.
La Unión Europea coincidió en calificar el pacto como “gran avance”, exhortando a que se implemente de buena fe. Numerosos gobiernos asiáticos y organismos multilaterales han ofrecido respaldo técnico y político para la reconstrucción y reconciliación.
Estados Unidos, por su parte, también reivindicó su papel en la mediación, con el presidente Donald Trump calificando el acuerdo de “histórico” y anunciando la reanudación de negociaciones comerciales para prevenir la entrada en vigor de aranceles punitivos a partir del 1 de agosto.