El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, regresó el miércoles a la conferencia climática en Polonia para exhortar a los países a alcanzar un acuerdo, cuando algunos observadores temen que el evento finalice sin haberlo logrado.
Al inaugurar la conferencia la semana pasada, Guterres pidió a los gobernantes que tomen en serio la amenaza del calentamiento global porque es “el problema más grave que enfrentamos”.
Pero a medida que la reunión pasaba de los aspectos técnicos a los políticos y los ministros se hacían cargo de las negociaciones, grupos activistas advirtieron sobre la posibilidad de un fracaso en Katowice.
Harjeet Singh, de ActionAid International, dijo que los más reacios eran Estados Unidos, Australia y Japón, en tanto la Unión Europea era “un mero espectador”.
“Se necesita una nueva conducción”, aseguró Vanessa Pérez-Cirera del grupo ambientalista WWF. “No podemos permitirnos perder uno solo de los 12 años que nos quedan”.
La activista se refería al informe científico reciente de un panel respaldado por la ONU según el cual el calentamiento global promedio solo se detendrá en 1,5 grados Celsius si se toman medidas urgentes para 2030, lo que incluye una reducción drástica del consumo de combustibles fósiles.
El apoyo al informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático provocó divisiones el fin de semana, cuando Estados Unidos, Rusia, Arabia Saudí y Kuwait se opusieron.
Jean-Pascal Ypersele, un anterior subjefe del panel, dijo que no importaba que los países aceptaran o no las conclusiones del informe porque los fundamentos científicos estaban claros.
“Nadie, ni siquiera las llamadas superpotencias, pueden negociar con las leyes de la física”, afirmó.
Ypersele pidió que la meta de 1,5 grados, ya reconocida en el acuerdo de París de 2015, fuese incluida en el texto definitivo porque “es cuestión de supervivencia para una gran parte de la humanidad y muchas otras especies”.
Se preveía que Polonia, que preside las conversaciones, presentaría en las próximas horas un borrador de texto de unas 100 páginas, comparado con el de 300 que circuló al comienzo de las conversaciones.
Se supone que la reunión del 2 al 14 de diciembre establezca las reglas que los firmantes del acuerdo de París deberán acatar al informar sobre sus emisiones de gases de invernadero y los esfuerzos para reducirlas.
Li Shuo, un experto en clima de Greenpeace, advirtió que el texto vigente estaba lleno de exenciones.
“Un reglamento agujereado como un queso gruyere es inaceptable”, afirmó.
Los países pobres también quieren garantías de apoyo financiero para enfrentar el cambio climático.
Otro objetivo de las conversaciones es que los gobiernos asuman el compromiso de elevar las metas en los próximos dos años, aunque sin cifras precisas.
Polonia ha pedido que los países respalden la idea de una “transición justa” para los trabajadores de las industrias de los combustibles fósiles que enfrentan su clausura a raíz de las medidas de limitación de emisiones.
Alemania está comprometida a eliminar el uso de carbón, aunque todavía debe determinar el calendario exacto para hacerlo, declaró la ministra de Medio Ambiente alemana Svenja Schulze.
Schulze elogió las medidas adoptadas por España para conseguir la llamada transición justa para los mineros del país.
En un guiño a las recientes protestas por el precio de los combustibles en Francia, la ministra advirtió que los gobiernos que impongan medidas por la fuerza podrían perder el respaldo de la población “más rápido de lo que se tarda en deletrear protección climática, y luego la gente saca sus chalecos amarillos”.