Negociadores de Estados Unidos y China inician este miércoles dos días de conversaciones de alto nivel para tratar de zanjar una guerra comercial que dura ya seis meses y que ha debilitado a ambos bandos, sacudido los mercados financieros y empañado las perspectivas de la economía global.
Sin embargo, hay pocas probabilidades de que esta semana se halle una solución significativa al enfrentamiento entre las dos mayores economías del mundo. Quizás lo mejor que se podría esperar, según los analistas, es que las dos partes acepten seguir conversando.
Las diferencias entre Washington y Beijing siguen siendo muy grandes. Estados Unidos exige fundamentalmente que China reduzca sus aspiraciones de convertirse en un líder mundial en campos como robótica y autos eléctricos.
“No creo que sea posible un acuerdo amplio que cambie fundamentalmente su sistema”, informó Christopher Adams, exfuncionario de comercio estadounidense especializado en China y que ahora es asesor de la firma legal Covington.
Las negociaciones previas fracasaron, pero es posible que esta vez el presidente Donald Trump se incline hacia una negociación especialmente dura después de verse obligado a capitular en una disputa con los demócratas en el Congreso que cerró parcialmente el gobierno federal durante 35 días.
Aunado a ello, una nueva complicación se sumó el lunes a las relaciones entre ambos países cuando el Departamento de Justicia presentó cargos penales contra el gigante chino de la tecnología Huawei, bajo la acusación de robar secretos tecnológicos y de violar las sanciones contra Irán. Beijing respondió exigiendo al gobierno de Trump que se retracte de lo que llamó una “represión ilógica” contra el fabricante de teléfonos celulares.
“No anticipamos grandes resultados esta semana”, dijo Erin Ennis, vicepresidente del Consejo de Negocios para Estados Unidos y China.
Sin embargo, se aproxima una fecha fatal: el 2 de marzo el gobierno de Trump planea elevar de 10% a 25% los aranceles a bienes chinos valuados en 200,000 millones de dólares.
La delegación estadounidense en las conversaciones de esta semana está encabezada por el representante comercial Robert Lighthizer, crítico de las prácticas comerciales chinas y de las políticas estadounidenses que no parecen haber ayudado a mitigarlas. Del lado chino, el equipo está encabezado por el viceprimer ministro Liu He.
El centro de las acusaciones de Estados Unidos contra China es que Beijing roba sistemáticamente secretos comerciales y obliga a las empresas extranjeras a entregar su tecnología como precio por tener acceso al mercado chino, además de subsidiar a sus propias empresas tecnológicas.
Hasta la fecha, los diálogos bilaterales no han conseguido finalizar la disputa entre ambas partes, aunque en diciembre sirvieron para acordar la tregua de 90 días que está a punto de romperse.