La alianza de la Casa Blanca de Donald Trump con los republicanos sufre su prueba más dura hasta el momento: un republicano dijo que no había leído del documento del denunciante. Otro dijo que la conversación del presidente con su colega ucraniano era “poca cosa” para dar lugar a un juicio político. El tercero dijo que todo el asunto era resultado de una reacción “totalmente desproporcionada”.
Sin embargo, a medida que surgían nuevos detalles de los dichos del presidente y los esfuerzos para ocultarlos, los republicanos sufrían la incertidumbre de quedar atrapados en lo que constituye hasta ahora la prueba más dura de su alianza con la Casa Blanca trumpiana.
La precipitación de los acontecimientos sorprendió a los republicanos. El líder del bloque mayoritario en el Senado, Mitch McConnell, guardó silencio durante todo el día, pero otros republicanos defendieron al presidente y algunos le negaron importancia.
“El presidente es siempre fiel a sí mismo”, dijo el senador Ron Johnson.
No obstante, en medio de la confusión, se advirtieron levísimas señales de que la conmoción de la presidencia de Trump puede haber iniciado una nueva etapa para el partido que está siendo definido, con entusiasmo por algunos y con renuencia por otros, por su régimen.
“Le debemos al pueblo tomarlo en serio”, dijo el senador Marco Rubio, otrora rival de Trump y quien ahora encabeza la Comisión de Inteligencia.
“Por ahora tengo más preguntas que respuestas”, dijo. “Las denuncias son graves, debemos determinar si son creíbles o no”.
Otros candidatos a la presidencia del pasado y el futuro, los senadores Mitt Romney de Utah y Ben Sasse de Nebraska, calificaron la denuncia con el mismo término cauto: “problemática”.
La presidenta de la cámara baja, la demócrata Nancy Pelosi, acusó al presidente nada menos que de “encubrimiento” y los demócratas apuntaron su rayo láser al asunto ucraniano como hecho central de su investigación hacia un juicio político. El jueves trajo nuevas revelaciones sobre hasta qué punto la Casa Blanca trató de “bloquear” la llamada de Trump.
Lo cierto es que el Congreso y la Casa Blanca están tomando posiciones de ataque en una investigación inusual, aunque no inédita, que ocupará totalmente a los dos bandos y profundizará las divisiones políticas de cara a la elección de 2020.
Pelosi dijo que era una “semana triste” en la que, junto con la amplia mayoría de los legisladores demócratas, dejó de lado su renuencia para iniciar una investigación que podría conducir a un juicio político del presidente.
Por su parte, los republicanos una vez más no supieron encontrar consenso frente a las medidas insólitas que parecen haberse convertido en la norma de esta Casa Blanca.
McConnell inició la sesión del Senado sin mencionar la denuncia y se negó a responder cuando los periodistas lo abordaron en los pasillos.
El líder del bloque republicano en la cámara baja, Kevin McCarthy, defendió la decisión de la Casa Blanca de “bloquear” los detalles de la llamada de Trump al guardar todos los archivos en un sistema informático distinto.
“¿Que si comprendo por qué quieren guardarlo en un servidor más seguro?”, se preguntó McCarthy. “Creo que en el mundo tecnológico de hoy, sí, hay que poner lo que está en desarrollo en un lugar seguro”.
La defensa de un sistema informático separado en la Casa Blanca resulta notable por parte de los republicanos que se sumaron a Trump para exigir explicaciones sobre el uso de un servidor privado por Hillary Clinton cuando era secretaria de Estado.
Otros republicanos se expresaron con moderación, comprendiendo la gravedad de la situación y lo que se viene en la investigación. “Hay muchas preguntas, sin duda”, dijo la senadora Susan Collins. “Tendremos que hacer muchas preguntas” sobre el sistema informático, dijo el senador John Cornyn.
La denuncia conocida el jueves por la mañana alega que Trump abusó del poder de su cargo al “solicitar la injerencia de un gobierno extranjero” en la elección del año próximo. Trump niega haber cometido falta alguna.
En las nueve páginas de su documento, el denunciante anónimo reconoce que no escuchó la llamada del presidente, sino que recibió información de “numerosos funcionarios estadounidenses”.
El relato del denunciante coincide en buena medida con el borrador de la transcripción de la conversación presidencial del 25 de julio difundida el miércoles por la Casa Blanca.
Johnson, quien asistió a la juramentación del presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyi en mayo, desestimó a los detractores que “encuentran toda clase de motivos viles aquí”.
El presidente de la Comisión de Seguridad Nacional y líder del Bloque Ucrania sostiene que la reacción ha sido totalmente desproporcionada. Habló con Trump antes y después de sus viajes y, según él, el presidente cree que no ha cometido falta alguna.
“Yo creo lo que dice el presidente Trump al pie de la letra”, dijo Johnson. Añadió que preocupa a Trump la corrupción en Ucrania y quiere que los aliados europeos incrementen su ayuda. “Nada de esto me sorprendió”.
Otro aliado de Trump, el senador David Perdue, dijo que “nada en esta llamada telefónica está a la altura de eso (juicio político). Sus conversaciones con Trump indican que el presidente está “dejando esto atrás”, aseguró.
Varios republicanos influyentes optaron por poner en duda al denunciante.
El senador Chuck Grassley dijo: “no quisiera apresurarme a sacar conclusiones al leer algo que alguien escuchó decir a alguien de segunda o tercera mano”.