La expansión económica de Estados Unidos –la más prolongada de que se tienen registros– entra en su undécimo año y ha reducido el desempleo, aumentado los ingresos de las familias, revivido el mercado de viviendas y ayudado a impulsar un explosivo crecimiento de la bolsa de valores.
Pero después de una década de crecimiento ininterrumpido –que comenzó bajo el mandato de Barack Obama–, los estadounidenses más ricos concentran un porcentaje de la riqueza nacional más grande que antes de la recesión que comenzó en 2007. El crecimiento de los ingresos fue flojo en un contexto histórico, y muchos estadounidenses sienten que están estancados.
Estas tendencias ayudan a explicar algo único de esta expansión: es la recuperación económica menos festejada en décadas.
El malestar de la gente ha aumentado y se está haciendo sentir, empezando con la elección de Donald Trump como presidente en 2016. Ahora los demócratas aspirantes a la presidencia presentan plataformas que incluyen impuestos a los ricos, subir el salario mínimo o reducir los costos de los seguros médicos y de la educación terciaria.
Las disparidades financieras de Estados Unidos han aumentado en buena medida porque la forma en que la gente crea riqueza se ha hecho más exclusiva.
Menos gente de clase media es propietaria de su casa. Menos gente invierte en la bolsa de valores. Y los precios de las viviendas han subido más en las zonas metropolitanas costeras que en ciudades del interior y zonas rurales. El resultado de esto es que la gente con dinero logró capitalizarse con sus viviendas mientras que decenas de millones de gente común se siente marginada.
“La recuperación ha sido muy decepcionante en el plano de la desigualdad”, afirmó Gabriel Zucman, economista de la Universidad de California-Berkley, y experto en distribución de riqueza y de ingresos.
El patrimonio de un hogar –el valor combinado de una vivienda, acciones y las cuentas bancarias menos la hipoteca y las deudas de tarjetas de crédito y préstamos– subió un 80% en la década pasada. Más de un tercio de esa ganancia (equivalente a 16.200 billones de dólares) fue al 1% más rico, de acuerdo con cifras de la Reserva Federal. Solo el 25% fue a las clases media y alta. La mitad de la población más abajo en la escala de ingresos ganó menos del 2%.
Casi 8 millones de personas perdieron sus viviendas en la recesión y el pronunciado aumento de precios hace que las casas estén fuera del alcance de mucha gente. Entre la clase media, el porcentaje de familias con casa propia cayó del 70% del 2004 al 60% del 2016, según la Fed.
Los aumentos más pronunciados se dieron en la ciudades más ricas, como San Francisco, donde los precios se más que duplicaron en la última década, y Phoenix, donde subieron un 80%.
En términos generales, el valor líquido de las viviendas de la gente de clase media es menor que el que tenía antes de la recesión, de acuerdo con la Fed.
Hannah Moore, de 37 años, terminó la universidad en diciembre del 2007 y ha tenido problemas para ahorrar. Trabajó casi ininterrumpidamente desde entonces a pesar de haber sido despedida dos veces.
Estudió diseño de interiores en una universidad privada de Chicago. No consiguió trabajos fijos y a veces tuvo que trabajar 30 días seguidos sin un día de descanso. Ninguno de sus empleos ofreció seguro médico ni planes de ahorro para la vejez.
“Conseguí trabajos, pero no ha sido la mejor de las décadas para iniciar una carrera”, comentó.
La situación de Hanna se estabilizó cuando consiguió un empleo fijo en 2013. Tres años después se trasladó a Los Ángeles. Le encanta su trabajo con una firma de diseño, pero dice que los costos de la vivienda allí sin muy altos.
Puede pagar un alquiler, pero no consigue ahorrar el dinero para el pago inicial de una vivienda. Dice que la mitad de sus ingresos se la lleva el alquiler, el seguro médico y préstamos estudiantiles que representan 850 dólares mensuales.
Junto con la desigualdad económica aumentó la desigualdad racial. Un hogar típico de personas de raza blanca genera 171.000 dólares mensuales, casi diez veces lo que genera un hogar negro.
Antes de la recesión los blancos ganaban siete veces más que los negros. El incremento en ese desnivel obedece en buena medida a las pérdidas sufridas por los negros en el mercado inmobiliario. La cantidad de personas negras propietarias de sus casas cayó a sus niveles más bajos de la historia en el primer trimestre del año.
Ya pocos hablan de la propuesta del presidente George W. Bush hijo, que en la década del 2000 planteó que la gente alcanzaría la prosperidad comprando viviendas e invirtiendo en la bolsa a partir de planes de ahorro para la vejez.
Muchos economistas afirman ahora que la mejor forma de ahorrar y capitalizarse es aumentar los sueldos.
Los sectores pobres y de clase media no se han beneficiado con esta expansión comparado con otras épocas. Los ingresos de la clase media aumentaron dos veces más rápido en la expansión de la década del 80 y una vez y media más rápido que en los 90.
El aumento de los ingresos no fue robusto porque durante la mayor parte de esta expansión, las empresas disponían de muchas opciones para emplear gente y no necesitaban subir los sueldos.