El electorado de Georgia emite hoy martes cruciales votos por el Senado: determinarán el equilibrio del poder en el nuevo Congreso federal y darán forma a la capacidad del presidente electo Joe Biden para implementar la que podría ser la agenda de gobierno más progresista en varias generaciones.
Los republicanos se oponen a los planes de Biden en temas como atención médica, protección ambiental y derechos civiles, pero algunos temen que los intentos del saliente presidente Donald Trump de socavar la integridad de los sistemas electorales del país puedan desalentar a los votantes de Georgia.
Las autoridades electorales estatales reportaron una escasa participación hoy martes por la mañana, incluida la región noreste, sumamente conservadora, donde Trump hizo un mitin ayer lunes por la noche para alentar a los republicanos a presentarse en grandes números.
Hoy el tiempo de espera en los centros de votación era “casi inexistente”, promediando alrededor de un minuto en toda la entidad, dijo el secretario de Estado, Brad Raffensperger.
Más de tres millones de georgianos habían votado de manera anticipada, ya sea por correo o en persona en diciembre. Se tenía previsto que la gran participación en la votación anticipada beneficiara a los demócratas, como ayudó a Biden en noviembre para que se convirtiera en el primer candidato demócrata a la presidencia en ganar Georgia desde 1992.
“Esto que se está desarrollando ahora mismo en Georgia es algo histórico”, dijo Jon Ossoff, uno de los dos candidatos demócratas en el estado, a los reporteros que estaban afuera de un centro de votación de Atlanta.
Los republicanos contaban con que hubiera una gran participación que impulsara sus probabilidades de ganar.
“Tienen que ir en masa mañana”, comentó Trump a miles de simpatizantes ayer lunes por la noche, aun cuando ha dicho en repetidas ocasiones que las elecciones de noviembre en el estado estuvieron plagadas de trampas. Los funcionarios republicanos, incluidos su exsecretario de Justicia y el director electoral de Georgia, dicen que no ocurrieron.
Los demócratas deben ganar ambos escaños del estado en el Senado para obtener la mayoría en el Senado. En ese escenario, estaría dividido equitativamente 50-50, y la vicepresidenta electa Kamala Harris fungiría como el desempate para los demócratas.