El Kremlin anunció hoy que los presidentes de Rusia, Vladímir Putin, y EEUU, Joe Biden, valoran celebrar una cumbre en junio, aunque dicha reunión dependerá mucho de cómo acabe la actual escalada de tensión diplomática entre ambos países.
“Hablan de junio, incluso hay fechas concretas”, dijo el asesor presidencial para Asuntos Internacionales, Yuri Ushakov, a un programa de la televisión pública rusa.
Biden fue el primero en proponer la cumbre durante la conversación telefónica que mantuvo a mediados de abril con Putin, a lo que el Kremlin respondió “positivamente”.
El problema es que desde entonces ambos países se han visto enzarzados en un intercambio de sanciones, expulsión de diplomáticos y listas negras de altos funcionarios.
UNA CUMBRE SIN PREPARAR
Ante la insistencia del reportero, Ushakov no quiso precisar la fecha, pero insistió en que “junio es junio”.
El diplomático admitió que los preparativos para dicha cumbre aún no han comenzado, ya que la decisión de celebrarla aún ni siquiera está tomada.
“Por supuesto, dependiendo de muchos factores tomaremos una decisión”, añadió.
Al respecto, el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, destacó que la propuesta realizada por Biden durante la conversación telefónica que mantuvo hace dos semanas con Putin fue recibida “positivamente” y “ahora se está estudiando”.
En caso de producirse, sería la primera reunión de alto nivel entre los líderes de ambos países desde que Putin y el expresidente Donald Trump se entrevistaran en Helsinki en julio de 2018.
Putin nunca llegó a celebrar una cumbre con Barack Obama, con el que coincidió cuando regresó al Kremlin en 2012 después de cuatro años como primer ministro.
FACTORES DESTRUCTIVOS
Lavrov explicó a lo que se refiere el Kremlin cuando habla de “muchos factores”, ya que Moscú ha acusado a Washington desde que Biden llegara a la Casa Blanca de decir una cosa y hacer la contraria.
En ese sentido, el jefe de la diplomacia rusa advirtió hoy que Moscú podría adoptar nuevas medidas contra Washington si “continúa la escalada” de “pasos inamistosos”.
Se refería a la expulsión de diez diplomáticos y la lista negra de altos funcionarios rusos elaborada por EEUU por la injerencia electoral, el ciberespionaje y el papel de Rusia en Ucrania, a lo que Moscú respondió 24 horas después con medidas similares.
También ha habido roces por el envenenamiento, detención y condena del líder opositor, Alexéi Navalni, cuya salud se ha deteriorado desde que fuera enviado a prisión, donde cumple dos años y medio de pena.
SIN EMBAJADORES
Las tensiones entre el Kremlin y la Casa Blanca se dispararon después de que mediados de marzo Biden llamara “asesino” a Putin, tras lo que Moscú llamó a consultas a su embajador en Washington, Anatoli Antónov, quien aún no ha vuelto a su puesto.
Seguidamente, tras el anuncio de las sanciones, Moscú convocó al embajador estadounidense, John Sullivan, y le recomendó que abandonara el país para consultas con sus superiores, consejo que siguió esta semana.
A esto hay que sumar las tensiones por Ucrania, en cuya frontera Rusia concentró en las últimas semanas un gran número de tropas, lo que hizo temer un nuevo conflicto por el control del Donbás.
Putin acusó esta semana a EEUU durante su discurso sobre el estado de la nación de organizar una trama golpista contra el autoritario presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, y lo comparó con los ataques al líder venezolano, Nicolás Maduro.
No todo son malas noticias. Putin aceptó finalmente la invitación de Biden para participar el jueves de manera telemática en la cumbre del clima y el Ejército inició el viernes el repliegue de tropas de la anexionada península de Crimea.
Y, aunque Rusia cerró el sábado tres sectores del mar Negro limítrofes con Crimea pese a las advertencias de la OTAN, EEUU renunció a sus planes de enviar dos destructores a la zona.
NUEVA GUERRA FRÍA
No obstante, las tensiones se han agudizado. En un artículo muy sintomático, el antecesor de Putin en el Kremlin y actual vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvédev, no dudó en asegurar esta semana que ambas potencias “han pasado de la rivalidad a la confrontación y, de hecho, han regresado a la época de la Guerra Fría”.
Medvédev (2008-12), quien mantuvo una buena relación con Obama, culpó de la situación a EEUU, al que acusó de una “defensa egoísta de sus intereses” que relacionó con “la caída de la autoridad de EEUU como líder del mundo occidental”.
Llegó a comparar el actual antagonismo con lo ocurrido durante la Crisis de los Misiles de Cuba (1962), cuando Moscú y Washington estuvieron a “cinco minutos” de la Tercera Guerra Mundial.
Si entonces fueron los misiles estadounidenses en Turquía, ahora son las sanciones, la injerencia en el patio trasero postsoviético, el acercamiento de la OTAN a las fronteras rusas y la oposición al gasoducto Nord Stream.
Ignacio Ortega/EFE