Un importante cambio a la política de inmigración de Estados Unidos entró en vigor el martes para negar el asilo a quienes lo soliciten en la frontera sur tras haber pasado por un tercer país.
La medida podría afectar principalmente a guatemaltecos y hondureños que necesitan cruzar México para alcanzar Estados Unidos por tierra. Guatemaltecos y hondureños representan en conjunto la mayoría de los arrestos de la Patrulla Fronteriza, y tienden a viajar en familias. La Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU por sus siglas en inglés) y el Southern Poverty Law Center impugnaron la decisión en una corte federal en San Francisco.
A continuación algunas respuestas a preguntas sobre la política, la manera como Europa ha enfrentado desafíos similares y cómo reaccionaron México y algunas naciones centroamericanas.
¿Cómo funciona la nueva política?
Los solicitantes de asilo pasan por una evaluación preliminar llamada entrevista de “miedo creíble”, un obstáculo que la vasta mayoría supera. Según la nueva política, esas personas no pasarán la prueba a menos que hayan solicitado asilo en por lo menos uno de los países de tránsito y les haya sido negado. Esas personas serán puestas en procedimiento de deportación inmediata y las regresarán en avión a sus países. Estados Unidos cubrirá los gastos.
La norma tiene sus excepciones y también hay manera de eludirla.
Quienes huyan de la persecución pueden solicitar otras formas de protección humanitaria similares al asilo pero más difíciles de obtener. Los solicitantes deben pasar la evaluación preliminar llamada entrevista de “miedo justificado”, lo cual implica que un funcionario estadounidense debe determinar que es más probable que ganen sus casos a que los pierdan. El criterio del “miedo creíble” para el asilo sólo requiere que haya una “posibilidad significativa” de ganar.
Hay otras desventajas. A diferencia del asilo, quienes consigan el estatus de “deportación suspendida” o la protección amparada por la Convención de las Naciones Unidas Contra la Tortura no pueden traer a parientes ni acceder a la vía de la naturalización. La convención contra la tortura contempla la posibilidad de que la persona sea enviada a un tercer país donde no enfrente tortura o incluso que se le regrese a su país si mejoran las condiciones.
La nueva política también permite excepciones para las víctimas de “una forma severa” de trata de personas.
¿Cómo Europa ha enfrentado desafíos similares?
La Unión Europea aplica un sistema interno de tercer país. Los solicitantes de asilo deben pedir la protección en el primer país de la UE al que hayan llegado. Por ejemplo, si se determina que un solicitante de asilo en Alemania ingresó primero en Italia, esa persona podría en muchos casos ser regresada a Italia para que desde allí procesen su petición.
Este sistema fue suspendido temporalmente en 2015, cuando alrededor de un millón de migrantes ingresó en Europa de manera irregular, principalmente después de cruzar de Turquía a islas griegas, para después seguir su trayecto por los Balcanes con destino al centro y norte de Europa.
También hay un debate en Europa sobre cuáles naciones que no pertenecen al bloque pueden ser consideradas terceros países seguros. Turquía era considerada tercer país seguro según un acuerdo de 2016 que contribuyó a reducir el flujo de migrantes a Europa. Sin embargo, grupos de derechos humanos pusieron en duda si Turquía ofrecía protección adecuada a los refugiados.
A la fecha, los intentos de crear una lista amplia de terceros países seguros de la UE no se han concretado. Los miembros de la UE adoptan las decisiones respectivas de manera individual.
¿Qué piensan México y las naciones centroamericanas?
México se ha resistido a los intentos de Estados Unidos a fin de convertirlo en tercer país seguro para las personas que huyen de la persecución y se dirigen a territorio estadounidense. El lunes, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, dijo que México no negociará sobre este tema sin autorización de su Congreso.
Como parte de un acuerdo con el que evitó la amenaza de aranceles de Estados Unidos, México aceptó, sin embargo, que Washington ampliara un programa mediante el cual miles de solicitantes de asilo procedentes de terceros países sean obligados a esperar en suelo mexicano mientras sus solicitudes son examinadas en las cortes estadounidenses, que están saturadas de casos. México asignó además a unos 6.000 miembros de su nueva Guardia Nacional para que apoyen la vigilancia contra la inmigración.
Según dicho acuerdo, si el flujo de migrantes no disminuye en forma considerable, ambos países emprenderán nuevas conversaciones sobre la responsabilidad compartida para el procesamiento de las peticiones de asilo, quizá como parte de un pacto regional más amplio.
Los países del Triángulo Norte de Centroamérica —Guatemala, Honduras y El Salvador— han guardado silencio en torno a la migración y han hecho poco salvo culpar del problema a los oponentes políticos (en Honduras) o hacer campañas para advertir a la gente sobre la peligrosa travesía (en El Salvador).
El presidente guatemalteco Jimmy Morales estuvo a punto de firmar con Washington un acuerdo de tercer país, de acuerdo con reportes de prensa, pero la versión fue rechazada por colaboradores del mandatario. Sin embargo, el domingo, la Corte de Constitucionalidad bloqueó ese acuerdo. Una reunión programada para el lunes entre Morales y el presidente Donald Trump en Washington fue cancelada de manera abrupta.
¿Son México y el Triángulo Norte seguros?
La nueva política de Estados Unidos no considera obligatorio que los países de tránsito sean seguros, pero México y Guatemala no lo son, de acuerdo con la demanda presentada el martes y que cita declaraciones del gobierno estadounidense.
Las pandillas como MS-13 y Calle 18 proliferan en el Triángulo Norte, en particular en El Salvador y Honduras. Las pandillas fungen como autoridad de facto en amplias zonas, donde extorsionan a empresas y trabajadores. Se sabe que las pandillas reclutan varones jóvenes a la fuerza para ensanchar sus filas, y a mujeres jóvenes para que sean sus “novias”. En cualquier caso, decir “no” puede significar perder la vida.
Una persona puede ser asesinada por cuestiones tan simples como caminar por el barrio equivocado, llevar la ropa equivocada o ir en un autobús a la hora equivocada.
Honduras y El Salvador tienen algunas de las tasas de homicidios más altas del mundo. El año pasado, El Salvador registró una tasa de homicidios de 50,3 por cada 100.000 personas, una reducción a la mitad de la terrible tasa de 103 en 2015. Honduras tuvo el año pasado una tasa de homicidios de 41 por cada 100.000 habitantes después de alcanzar su punto máximo de 86 en 2011.
El Triángulo Norte también enfrenta altos niveles de pobreza y escasas oportunidades de empleo, factores que no sólo impulsan la emigración sino que también dificultan a los refugiados llevar vidas estables en esas naciones.
Esta política no es nueva, solo que no se estaba aplicando. Muchos cubanos que llegaban de España y pedían asilo político erróneamente se lo denegaban, pues venía de un país donde supuestamente no eran perseguidos.