En octubre de 2017, un usuario anónimo colocó una serie de publicaciones en la plataforma de Internet 4chan. Firmó como “Q.” y aseguró tener un nivel de aprobación de seguridad de Estados Unidos: la “autorización Q“. Estos mensajes se conocieron a partir de entonces como “gotas Q“ o “migas de pan“, a menudo escritos en un lenguaje críptico convoyado con eslóganes y promesas.
El anterior es, según los estudiosos, el origen de QAnon, un movimiento cibernético que vendría a formar parte de la llamada alt-right, término acuñado en 2008 por el ultranacionalista blanco Richard Bertrand Spencer, y que designa a un conjunto de ideologías, grupos e individuos de extrema derecha cuya creencia fundamental es que la “identidad blanca“ está siendo atacada por fuerzas multiculturales que utilizan la “corrección política“ y la “justicia social“ para socavarlos a ellos y a su civilización. Lo que da sustento y unidad a ese credo es la idea de pérdida de identidad histórica y de la subsiguiente conversión en minoría, en una frase: el miedo como fuerza de cohesión grupal/social. Y, sobre todo, la sensación de estar siempre bajo el influjo de una otredad, percibida como amenaza para su existencia misma.
Como en todas las teorías de conspiración, la paranoia es uno de los núcleos duros de QAnon. Esto es, en última instancia, lo que les permite lanzar/ validar ideas como la de que unos liberales pedófilos y adoradores de Satanás, miembros del “Estado Profundo“, están detrás de una red internacional de tráfico sexual de niños. O producir palimpsestos que parecen extraídos de una novela gótica, como el de que esos mismos liberales estaban recolectando una sustancia llamada adrenocromo de la sangre de los niños e inyectándosela a ellos mismos para mantenerse eternamente jóvenes. 1 En ese espíritu, llegaron a asegurar una vez que Hillary Clinton y su ex asistente Huma Abedin habían sido captadas en video arrancándole la cara a un niño, usándola como una máscara y bebiendo su sangre para obtener el adrenocromo.
Después de haber fracasado la profecía de que Trump ordenaría el arresto masivo y la ejecución de esa camarilla de pedófilos en su ceremonia inaugural, cosecharon diversos fiascos. Por ejemplo, cuando al fin aceptaron la idea de que su presidente había perdido las lecciones, introdujeron una variación: Trump “estaba destinado a perderlas“, pero regresaría triunfalmente a la Casa Blanca el 4 de marzo de 2021. Escogieron esa fecha porque antes de que la vigésima Enmienda a la Constitución de Estados Unidos —adoptada en 1933— trasladara las fechas de juramentación del presidente y el Congreso a enero, los presidentes asumían sus cargos el 4 de marzo. Otro ruidoso bluff, pero a pesar de eso el mismo cántaro siguió yendo a la fuente.
Digamos que en noviembre de 2021 cientos de quanistas se reunieron en AT&T Discovery District Dealey Plaza, Texas, donde John F. Kennedy fue asesinado en 1963, convocados por la idea de que el fallecido presidente, junto a los también fallecidos John F. Kennedy (hijo) y Jackie Kennedy Onassis regresarían de ultratumba para apoyar el reclamo de Trump a la presidencia. “JFK será traído de regreso y mostrado al mundo el 2 de noviembre en Dallas, donde le dispararon desde el césped [no desde el sexto piso del Texas School Book Depository] en Deily Plaza [sic]“, sostuvo una publicación quanista. “JFK le transferirá el poder a Donald Trump y JFK será el vicepresidente de Trump“, aseguró otra. Un académico no pudo sino comentar entonces: “Realmente te sientes como si estuvieras en el mundo de Alice in Wonderland cuando empiezas a analizar esas ideas. Es como si hubieras caído por una especie de madriguera de conejo en un universo paralelo“.
En su accionar social la cofradía emplea códigos y lemas enraizados en la historia estadounidense. Aludimos, en primer lugar, a la bandera de la que se han apropiado, diseñada en 1775 por el patriota Christopher Gadsden (1724–1805) en un momento en el que aún no había un distintivo nacional y que fue utilizada ampliamente durante la revolución contra el dominio colonial británico. Esa bandera amarilla, con una serpiente cascabel en actitud agresiva donde se lee: DON’T TREAD ON ME [NO ME PISEN] denota tanto vigilancia como voluntad de defensa ante cualquier coerción. Es que los seguidores de QAnon se perciben a sí mismos, igual que el llamado “Tea Party” durante la administración Obama, como continuadores de las luchas históricas frente a los poderes de un Estado excesivo e intrusivo, ideales clásicos de los republicanos. En esto consiste, quizás, una de las convocatorias más efectivas en una cultura en la que el individualismo y la libertad constituyen dos de sus valores centrales.
En segundo, está su agarre en sectores de la cultura popular, en especial la música. La cantante Lala Deaton lanzó en 2020 una tonada, casi un himno, denominada “WWG1WGA”, un acrónimo de Where We Go One, We Go All [Donde Va Uno, Vamos Todos], una apelación a la unidad entre los seguidores de QAnon que parece extrapolada de una narrativa sobre mosqueteros decimonónicos, aunque se haya documentado en el filme White Squall (1996), dirigido por Riddley Scott con la actuación de Jeff Bridges. El texto de la canción alude a constructos centrales de QAnon, en este caso a “la tormenta“ (Trump) y a la denuncia a los liberales y a “los poderes de la oscuridad “, reflejo del pensamiento binario y simplón que tipifica a los quanistas (bien vs. mal). Y lo más problemático: reitera un llamado a la acción que tuvo consecuencias nefastas aquel el 6 de enero de 2021 en el Capitolio:
There’s a storm on the rise
It’s comin for our freedom
Disguised in the lies, the powers of the dark
Secrets so deep played out like Hollywood movies
But it’s time, hold the line
On your mark, get set, start
WHERE WE GO ONE WE GO ALL UNITED
WE’RE GONNA RISE TO THE CALL
WE’LL FIGHT IT LOVE ON OUR SIDE,
TOGETHER WE’LL STAND TIL THEY FALL
WHERE WE GO ONE WE GO ALL.
El pasado sábado 19 de septiembre en Youngstown, Ohio, Trump cerró su cantilena política nocturna con otra melodía, que titularon también “WWG1WGA“, compuesta supuestamente por un tal Richard Feelgood. El problema consiste sin embargo en que su verdadero autor, el compositor Will Van De Commert, reaccionó ante el plagio y objetó el uso de su canción por parte del expresidente y sus asesores. En declaraciones a Newsweek, Van De Crommert dijo que no tenía nada que ver con QAnon, Feelgood y Trump. Y acusó al segundo de distribuir ilegalmente su música. “No me identifico con los puntos de vista de QAnon, y este individuo [Feelgood] ha distribuido ilegalmente mi música bajo su propio nombre”, le dijo a la revista. Con todo, en su canal de Telegram el quanista Michael Protzman escribió entusiasmado: “Durante la canción, tuvimos un momento poderoso en el que nuestro grupo levantó un dedo. Un llamado a la unidad. Reconocimiento de nuestro único DIOS. WWG1WGA. Y más. Fue mágico y completamente inesperado, ya que muchos en la multitud se unieron a nosotros en este gesto. Un gesto para decirle a este hermoso hombre: ‘Estamos contigo’“. Y otro escribió que era “el guiño más grande que [Trump] nos ha dado“.
Se vio en efecto cómo los participantes saludaban a Trump con el dedo en alto, gesto no del todo claro, pero de reminiscencias nacional-socialistas, y que en todo caso remite a la idea de un nuevo “Mesías”. Recuerda The Guardian: “esta no es la primera vez que Trump ha intentado fortalecer sus lazos con QAnon, grupo que ha estado ganando fuerza desde que dejó el cargo. En las últimas semanas se ha visto al expresidente apelando al grupo, entre otras cosas publicando una foto suya en su plataforma Truth Social con un broche con la letra Q en la solapa“. Una manera de promover que lo apoyen en un momento en que el mismo sistema político que una vez lo digirió ahora le está tirando con todo para poder vomitarlo.
En otras palabras, para Trump no hay problema alguno a la hora de movilizar y validar a sus partidarios, que tienen más probabilidades de cometer actos ilícitos y violentos, sobre todo considerando que numerosos seguidores de QAnon estuvieron involucrados en la intentona de golpe de Estado aquel 6 de enero de 2021. Por eso ha podido decir algo que han repetido subrogantes como el senador republicano Lindsey Graham: “habrá disturbios callejeros si Trump es procesado“.
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Nota:
1 En palabras de una quanista, “el adrenocromo es una droga que aman las élites. Viene de los niños. Se extrae de la glándula pituitaria de niños torturados. Se vende en el mercado negro. Es la droga de las élites. Su droga favorita”.